En el momento en que la flecha de Invierno alcanzó la Nube Devoradora, un deslumbrante destello de luz cegó a todos por un instante. Una vasta esfera de llamas floreció en medio de la jauría, expandiéndose por todas partes como una ola de destrucción. Luego, se colapsó sobre sí misma y explotó una vez más.
Lenguas de fuego se extendieron por la masa de abominaciones, engullendo innumerables bestias de cría. Algunas se convirtieron en cenizas, otras cayeron al suelo como estrellas ardientes. Otras continuaron ardiendo mientras se desplazaban caóticamente por el cielo, con su carne hirviendo y disipándose.
Pero no murieron antes de chocar con algunos de sus viles hermanos.
El fuego se extendió.
Como si tuviera mente propia, continuó propagándose de una abominación a otra, hasta que parecía que el cielo mismo estaba en llamas. La oscuridad fue expulsada por el furioso resplandor naranja-blanco, y Sunny sintió algo que nunca esperó sentir en medio del invierno en la Antártida.