—Es una lástima que tuviéramos que dejar ir a esa foca... —Víctor habló con una voz ligeramente triste, pareciendo un niño que había perdido un juguete favorito.
—Rubí miró a Víctor con los ojos entrecerrados— ¿Qué estabas pensando? ¡Son una especie en peligro de extinción, no debemos maltratarlos!
—... ¿De qué estás hablando? —preguntó Víctor.
—¿Eh? —Rubí no entendió.
—Digo, ¿acaso no estás intentando tratar a la foca como si fuera un perro? —Rubí habló mientras pensaba en Víctor sosteniendo la foca, haciéndola bailar y todo para hacerla reír...
—Por supuesto que no, estaba pensando en construir una casa a su alrededor, y dejarlos allí, así que cuando quiera visitarlos, iré allí —explicó Víctor.
—... Eso no lo hagas —La voz de Rubí salió más fría de lo habitual.
—¿POR QUÉ?
—¡¿Qué parte de que son una especie en peligro de extinción no entiendes?! —Ella fue estricta.
—... Pero no es como si les fuera a tratar mal... —Víctor hizo pucheros.
—¡No, no está bien! —Rubí insistió.