Si lo contradecían, ¡morirían de una muerte espantosa!
La cara de Millie, que había sido pisoteada por Kingsley, se había puesto roja brillante. Quizás en el siguiente segundo, Kingsley aplastaría el cerebro de Millie.
Lucy intervino:
—Sr. Thorn, ¿puedo encargarme yo misma de Millie?
Kingsley levantó la mirada hacia Lucy.
—Soy la víctima más grande aquí, así que espero poder deshacerme de Millie yo misma.
Kingsley soltó la fuerza que estaba ejerciendo con su pie y levantó el pie de la cara de Millie.
En el momento en que su pie se levantó, la cara de Millie estaba deformada y su cuerpo estaba inmóvil, como si ya estuviera muerta.
Él dijo:
—Cuando termines, ve a ver a Jeanne.
—Sí —dijo Lucy respetuosamente.
Kingsley se giró y caminó hacia un lado.
Lucy no se atrevió a perder más tiempo, así que levantó a Millie del suelo y salió de la habitación de Kingsley.
La llevó directamente a la prisión subterránea.
Ahí fue donde una vez Millie la golpeó hasta casi matarla.