Después de la cena, Sebastián condujo a Jasper a su estudio.
El estudio exudaba un aire de sofisticación y opulencia, con ricos anaqueles de caoba alineados con libros encuadernados en cuero y artefactos intrincados adornando la habitación. La tenue iluminación de elegantes lámparas proyectaba un resplandor cálido, sumando al aura de lujo de la habitación.
El escritorio de Sebastián, pulido hasta un alto brillo, estaba posicionado en el centro de la habitación, y él hizo un gesto para que Jasper tomase asiento frente a él. Estaba ansioso por discutir algunos asuntos importantes con él.
Sin embargo, Jasper estaba ansioso por irse lo más rápido posible, preocupado de que Ella pudiera meterse en problemas de nuevo. Pero su problema era que no podía alertar a Sebastián. Si lo alertaba, Sebastián investigaría sin tregua hasta descubrir la verdad.