Sebastián quería irse porque sabía lo peligroso que era estar aquí. No había lanzado un ataque tan grande y arriesgado en la guarida de su enemigo en la última década. Él estaba bien consciente de los peligros involucrados. O bien aniquilaría a toda la pandilla, o perecería aquí con sus hombres.
Los ojos de Sebastián brillaron con preocupación y conflicto. Estaba atrapado entre querer proteger a sus hijas y conocer los peligros que les esperaban en este peligroso escenario. Sus instintos le decían que priorizara su seguridad y huyera lo más rápido posible, pero la persistente insistencia de Abigail tiraba de sus entrañas.
—Está bien. Vamos a buscarlo.
A regañadientes, accedió a los deseos de Abigail, comprendiendo la profundidad de su amor y su necesidad de asegurar el bienestar de Christopher.