Su corazón latía y latía. La habitación estaba tan silenciosa en ese momento que pensó que podía oír su propio latido del corazón.
Se perdió en sus ojos y comenzó a fantasear.
En su ensueño, se vio levantándose y caminando hacia ella. Tomó su mano en la suya y la levantó, luego envolvió su delgada cintura con sus brazos.
Ella le sonrió, invitándolo a acercarse.
—Te amo, dulce amor.
Se inclinó y la besó.
—¡Hasta fin de mes! —exclamó ella.
Jasper parpadeó repetidamente, saliendo de su ensoñación. Se descubrió todavía sentado en su silla. No pudo evitar suspirar profundamente, aliviado de no haber hecho lo que acababa de imaginar.
—Ejem... —aclaró su garganta y no pudo mirarla a los ojos—. Sí. Deberías denunciarlo.
Sin darse cuenta de su estado mental, Abigail estaba furiosa. Sus entrañas ardían.
Si Cristóbal apareciera frente a ella en ese momento, le arrancaría el cabello.
Apretó los puños.