Cuando Viviana llegó a su escritorio, metió la mano en sus bolsillos buscando la memoria USB. Su rostro palideció al no encontrarla.
—¿Dónde está? Revisó sus bolsillos de nuevo. —Oh, dios mío... Se dejó caer en su silla, con la mano en la cabeza.
Su cuerpo entero se estremeció al asumir que lo había dejado caer en la cabaña mientras salía apresuradamente.
—Cristóbal se enterará de mí —murmuró, un escalofrío recorrió su columna vertebral.
Entonces recordó su encuentro con Eddie.
Su rostro guapo y sus ojos brillantes aparecieron en su mente.
Se tensó en su asiento, sólo sus pestañas temblaban. Se había chocado contra él con bastante fuerza. Quizás lo había dejado caer en el vestíbulo.
Cualquiera podría recogerlo, y quedaría al descubierto por espiar.
—Mierda, mierda, mierda... ¿Cómo puedo ser tan descuidada?
Deseaba poder estrangularse hasta morir.
«¿Y si Eddie lo hubiera encontrado?»
Otro escalofrío recorrió su columna vertebral.
— Esto es demasiado malo.