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92.18% El Dios de la Matanza / Chapter 59: Capítulo 59: Un salto Trascendental

章 59: Capítulo 59: Un salto Trascendental

El aire vibraba con el suave zumbido de la energía mágica en la academia del Imperio Humano, incluso en su aparente tranquilidad durante las vacaciones de verano. Johnathan, recién llegado, observó la serena quietud del lugar, donde cada piedra y cada columna parecían ser testigos de innumerables historias de esfuerzo, disciplina y determinación. Había visitado este lugar muchas veces antes, pero esta vez, venía con un propósito diferente.

Fue recibido por la secretaria del director, una mujer de aspecto serio con gafas de montura plateada y el pelo recogido en un moño estricto. "El director está de vacaciones", anunció, su tono de voz inmutable.

Johnathan asintió, esbozando una sonrisa de comprensión. No había venido sin aviso, pero tampoco esperaba que la academia estuviera funcionando a pleno rendimiento durante las vacaciones. Sin embargo, la ausencia del director era un pequeño contratiempo.

"Una verdadera lástima", comenzó, adoptando un tono casual mientras se apoyaba en el mostrador de recepción. "Ves, he desarrollado una técnica que podría cambiar el destino de todos los magos de este imperio".

La secretaria lo miró, una ceja ligeramente levantada en un gesto de incredulidad, pero mantuvo su compostura. No era raro que los visitantes hicieran afirmaciones audaces, pero pocos tenían el respaldo para hacerlas realidad.

"Una técnica que puede llevar a los magos de nivel Dios a nivel Trascendente", continuó Johnathan, su tono adquiriendo un matiz de seriedad. "Mejora cada aspecto de un mago y va más allá de los límites que creíamos inamovibles".

La secretaria parpadeó, su actitud inicial de escepticismo desplazada por una mezcla de sorpresa y curiosidad. Sin embargo, no dijo nada, dejando que el silencio se apoderara del lugar. Johnathan sonrió, disfrutando de la calma antes de la tormenta que estaba a punto de desatar.

Johnathan dejó que sus palabras colgaran en el aire un momento, disfrutando de la expresión desconcertada de la secretaria. Luego, continuó su explicación, sus ojos oscuros brillando con la emoción de su descubrimiento.

"Este nuevo estudio", comenzó, "supera todo lo que hemos conocido hasta ahora. Hace que cada concepto y teoría que hemos estudiado desde la niñez parezca insignificante en comparación".

Mientras hablaba, pensó en la teoría de Alduran, un concepto en el que había basado gran parte de su entrenamiento y práctica mágica. Había pasado horas incalculables estudiándolo, dominándolo, y ahora, con su nueva técnica, toda esa teoría parecía quedar en la sombra.

"La teoría de Alduran, por ejemplo," dijo, viendo como la secretaria fruncía el ceño ante la mención de la venerada teoría. "Pasé años estudiándola, perfeccionándola, pero ahora, con esta nueva técnica, hace que todo eso parezca... un juego de niños".

Hubo un breve silencio mientras la secretaria absorbía esta declaración. Johnathan no esperaba que ella comprendiera completamente la magnitud de lo que estaba diciendo. Después de todo, la barrera entre los magos de nivel Dios y los magos Trascendentes era un obstáculo que muchos consideraban intransitable. Pero él había encontrado un camino.

"Es como si hubiera encontrado una puerta oculta", explicó, "un camino que no sabíamos que existía, y lo he abierto. Y con ello, podemos elevar a nuestros magos a alturas nunca antes alcanzadas".

La secretaria estaba en silencio, sus ojos amplios detrás de sus gafas. Aunque era poco probable que comprendiera completamente la importancia de las palabras de Johnathan, estaba claro que comprendía que lo que estaba diciendo era revolucionario.

"Y quiero compartirlo con el mundo", concluyó Johnathan, su tono firme y decidido.

Johnathan se quedó mirando a la secretaria mientras ella procesaba sus palabras, su mente revoloteando con los recuerdos de las innumerables horas que había pasado estudiando y experimentando. El recuerdo de cada texto que había devorado, cada experimento que había realizado, cada hallazgo y descubrimiento, todo se sentía de repente tan pequeño en comparación con la magnitud de su nueva técnica.

"Es más", dijo, interrumpiendo el silencio que se había asentado entre ellos. "Esta nueva técnica... hace que todo lo que he creado antes parezca... una estupidez. Mi propia teoría de Alduran, los años que pasé en ese lugar estudiando y entrenando... todo parece tan insignificante ahora".

Los ojos de la secretaria se agrandaron ante la autodepreciación de Johnathan. Era raro escuchar a un mago, especialmente uno de su estatura, hablar tan despectivamente de sus propios logros.

Pero Johnathan no parecía notarlo, sus pensamientos claramente lejos de allí. Había un brillo en sus ojos mientras hablaba, una especie de emoción frenética que raramente se veía en alguien de su estatus.

"La verdad es que he estado pensando...", dijo, su tono de voz cambiando a uno más contemplativo. "Quizás debería llevar esta técnica a otra academia. Una que pueda apreciarla realmente, que esté dispuesta a dedicarle tiempo. No quiero que se desperdicie aquí si no van a utilizarla".

Las palabras de Johnathan resonaron en la sala vacía, el sonido reboteando en las paredes de piedra. Había un aire de finalidad en su voz, como si estuviera tomando una decisión que había estado posponiendo durante mucho tiempo.

La secretaria miraba a Johnathan, una expresión de sorpresa e incertidumbre en su rostro. Por un momento, pareció que iba a decir algo, pero luego se quedó callada, claramente abrumada por la enormidad de lo que estaba sugiriendo.

La secretaria permaneció en silencio, su rostro pálido ante la perspectiva de perder una técnica tan revolucionaria. Pero antes de que pudiera reunir sus pensamientos y formular una respuesta, un ruido procedente del interior de la academia la interrumpió.

Era el director de la academia. Emergió de su estudio con una toalla blanca alrededor de su cintura, su torso bronceado y musculoso en contraste con la secretaria boquiabierta y la mirada divertida de Johnathan. Su pelo despeinado y su expresión de excitación revelaban claramente que había estado espiando su conversación.

"¡Johnathan, no seas tan dramático!", exclamó, su voz llena de diversión. "¡Tan leves acontecimientos no deberían provocar tanta agitación!"

Johnathan no pudo evitar sonreír ante la aparición del director. Aunque su apariencia era ciertamente cómica, era una bienvenida distracción de la tensa conversación que acababa de tener con la secretaria.

"Es bueno verte, director", dijo Johnathan, su sonrisa ensanchándose. "Parece que interrumpí tus vacaciones".

El director se rió, pasando una mano por su pelo despeinado. "No te preocupes por eso", dijo, agitando la mano con despreocupación. "¡Estaba empezando a aburrirme de todas formas! ¡Ven, entremos a mi estudio!"

Johnathan asintió, siguiendo al director mientras este se abría camino de regreso a su estudio. Aunque la reunión había tomado un giro inesperado, Johnathan sabía que era mejor hablar directamente con el director sobre su nueva técnica. Después de todo, era él quien tendría la última palabra sobre si la academia se beneficiaría o no de su revolucionario descubrimiento.

El estudio del director era un espacio grande y acogedor, con estanterías llenas de libros que se alzaban hasta el techo y un amplio escritorio de madera lleno de pergaminos y libros abiertos. El director se sentó en su sillón, invitando a Johnathan a tomar asiento en la silla frente a él.

Johnathan procedió a explicar sus planes, detallando cómo su nueva técnica podía llevar a los magos de nivel dios a un estado trascendente, mejorando cada aspecto de su magia. Habló con pasión y convicción, su voz resonando en la silenciosa habitación.

El director escuchaba con atención, sus ojos oscuros fijos en Johnathan. A medida que la explicación continuaba, una creciente expresión de asombro y admiración se dibujaba en su rostro. Parecía comprender completamente la importancia de la técnica que Johnathan estaba proponiendo y las implicaciones que tendría para la academia y para el mundo mágico en general.

Finalmente, después de que Johnathan terminó su explicación, el director se inclinó hacia atrás en su silla, cruzándose de brazos mientras procesaba lo que había escuchado. Había un brillo de emoción en sus ojos, una chispa de anticipación que sólo aparecía cuando se enfrentaba a un nuevo y emocionante desafío.

Johnathan esperó pacientemente la respuesta del director. Aunque confiaba en su técnica y creía firmemente en su potencial, no podía dejar de sentir un poco de ansiedad. Esta era, después de todo, una oportunidad que podría cambiar el curso de la historia mágica para siempre. Y, como todas las grandes oportunidades, venía con su propia cuota de riesgos e incertidumbres.

Después de un largo silencio, el director finalmente habló.

"Johnathan, tus palabras... son impresionantes", comenzó, sus ojos brillando con emoción. "La perspectiva de poder llevar a los magos de nivel Dios a un estado trascendente... es una oportunidad que no podemos permitirnos pasar por alto".

Johnathan asintió con la cabeza, sintiendo un alivio inundarlo. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, el director continuó hablando.

"Y, lo que es más importante", añadió, "el hecho de que quieras compartir esta técnica con nosotros, con la Academia... es un honor. Tienes mi agradecimiento, y te aseguro que haremos todo lo posible para que esta técnica sea un éxito".

La satisfacción llenó a Johnathan al escuchar esas palabras. Sabía que el director de la Academia era un hombre de honor y de palabra, y que haría todo lo posible para cumplir con su promesa.

Entonces, explicó la verdadera razón detrás de su generosidad: "Lo que busco es formar el ejército más fuerte de la humanidad. Un ejército compuesto por magos de nivel Dios, capaces de defender nuestro mundo de cualquier amenaza".

El director asintió, su rostro endureciéndose ligeramente. "Si eso es lo que deseas, Johnathan, puedes contar con nuestro apoyo. Juntos, haremos de este sueño una realidad".

Con esas palabras, se selló su acuerdo. Johnathan no sólo había logrado obtener el apoyo de la Academia para su nueva técnica, sino que también había establecido un pacto que cambiaría el rumbo del mundo mágico para siempre.

La conversación se prolongó durante horas, mientras Johnathan y el director discutían en detalle los planes y estrategias para implementar la nueva técnica. La emoción en el aire era palpable, mezclada con un ligero toque de ansiedad por los desafíos que les esperaban.

A medida que avanzaban en sus planes, la sala se llenó de un aire de determinación y expectación. Había mucho en juego, y ambos eran conscientes de ello. Pero al mismo tiempo, sabían que estaban al borde de algo grande, algo que podría cambiar el mundo para mejor.

Cuando finalmente terminaron de hablar, el director se levantó y se estiró, su expresión llena de esperanza y determinación. "Es un gran camino el que tenemos por delante, Johnathan", dijo, "pero estoy seguro de que, juntos, podemos lograr grandes cosas".

Johnathan asintió, de pie junto a él. Miró al director, un hombre que había dedicado su vida a la magia y a la academia, y sintió una oleada de respeto y admiración por él. "Estoy de acuerdo, director", respondió. "Estoy ansioso por ver lo que lograremos juntos".

Con una sonrisa, el director extendió su mano hacia Johnathan, quien la estrechó firmemente. "Entonces, es un acuerdo", dijo el director. "Vamos a formar el ejército de magos más fuerte que el mundo haya visto jamás".

Y con esas palabras, ambos se embarcaron en un viaje que prometía cambiar el mundo de la magia para siempre. Las promesas de un futuro mejor resonaban en la sala, llenando el aire con un aura de esperanza y determinación.

La reunión llegó a su fin, y Johnathan se despidió del director, dejándolo con la promesa de que volvería con más detalles sobre la implementación de la técnica en la academia. Al salir del estudio, no pudo evitar sonreír al pensar en lo que habían acordado. Estaba a punto de cambiar todo, no sólo para él y para los magos, sino para todo el mundo.

Esa noche, mientras se dirigía a su alojamiento en la academia, no pudo evitar perderse en sus pensamientos. La perspectiva de formar el ejército más fuerte de la humanidad era emocionante, pero también traía consigo una gran responsabilidad. Sin embargo, Johnathan estaba más que dispuesto a asumir ese desafío.

Mientras recorría los pasillos de la academia, sus pensamientos se desviaron hacia su próximo paso. Una vez que se encargara de estos "pequeños problemas", como él los llamaba, planeaba viajar a los confines del universo. La idea de explorar lo desconocido, de ver lo que había más allá de su mundo, le emocionaba.

Caminando bajo las estrellas, Johnathan miró hacia arriba, su vista perdida en el infinito cielo estrellado. Se imaginó viajando por el universo, descubriendo nuevos mundos, nuevas civilizaciones, nuevas formas de magia. Se prometió a sí mismo que, una vez que su misión en la academia estuviera terminada, se embarcaría en esa aventura.

Con esa promesa en mente, Johnathan continuó su camino, su corazón lleno de anticipación por lo que le esperaba en el futuro. Los próximos días serían cruciales, y estaba listo para enfrentarlos de frente. Después de todo, estaba a punto de cambiar el mundo, y no podía esperar a ver lo que sucedería a continuación.

La noche cayó sobre la academia, cubriendo el vasto complejo con un manto de tranquilidad. Aunque los pasillos estaban en su mayoría vacíos, una figura se movía con un propósito en la oscuridad. Johnathan, llevando en su corazón la promesa de un futuro mejor, caminaba por los corredores iluminados por la luz de la luna, su mente llena de planes y sueños.

A lo largo de su viaje, había visto y experimentado muchas cosas. Había enfrentado peligros, luchado contra adversidades, y había descubierto habilidades que no sabía que tenía. Ahora, estaba a punto de emprender un viaje aún más grande, uno que llevaría a la humanidad a nuevas alturas.

El aire fresco de la noche llenaba sus pulmones mientras caminaba por los jardines de la academia. Mirando hacia las torres de la academia, un sentido de asombro y anticipación lo llenó. Pronto, esas torres serían el hogar de los magos más poderosos del mundo, y él sería el catalizador de ese cambio.

Fue una sensación abrumadora, pero también una emocionante. La idea de que estaba a punto de hacer historia era emocionante, y a pesar del peso de la responsabilidad, no pudo evitar sentir una sensación de euforia.

Antes de regresar a su alojamiento, se detuvo por un momento para mirar las estrellas. Eran un recordatorio constante de su destino final, de su sueño de explorar los confines del universo.

Con una última mirada al cielo estrellado, Johnathan se prometió a sí mismo que lo lograría. Después de todo, estaba a punto de cambiar el mundo, y no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino.

Finalmente, Johnathan llegó a su alojamiento dentro de la academia. Era una pequeña habitación modesta, pero a él le servía perfectamente. Dejó caer su abrigo en una silla y se desplomó en la cama, dejando que el cansancio del día lo envolviera. Sin embargo, su mente seguía corriendo, repasando los eventos del día y planeando los pasos a seguir.

Mirando fijamente el techo en la oscuridad, pensó en la reunión con el director y la promesa que habían hecho. La idea de formar el ejército más fuerte de la humanidad era aterradora y emocionante al mismo tiempo. No obstante, sabía que tenía la capacidad y la determinación para llevar a cabo esta hazaña.

Aunque se sentía agotado, había una chispa en sus ojos, una chispa que mostraba su determinación y ambición. Estaba listo para enfrentar los desafíos que se le presentaran, dispuesto a superar cualquier obstáculo en su camino para lograr sus sueños.

La promesa de viajar a los confines del universo, de explorar lo desconocido, resonaba en su mente mientras se quedaba dormido. Sabía que, una vez que terminara con sus responsabilidades en la academia, eso sería lo próximo en su lista.

La emoción de lo que estaba por venir llenaba su corazón, alimentando su determinación para hacer todo lo necesario para alcanzar sus metas. No importaba lo que le costara, estaba listo para asumir cualquier desafío, para superar cualquier obstáculo. Después de todo, tenía un mundo que cambiar, y no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino.

Con esos pensamientos en mente, Johnathan finalmente cerró los ojos, permitiendo que el sueño lo envolviera. El mañana traería nuevos desafíos, nuevas oportunidades, y estaba más que listo para enfrentarlos.


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