Fue un momento tenso mientras la camarera observaba a Quinn de arriba a abajo. Miró su rostro durante unos segundos, observando todos los rasgos: su piel limpia, sus fuertes cejas y su cabello fluido que se rizaba ligeramente.
Al final, su rostro comenzó a ganar un tono de rojo brillante al darse cuenta de lo hermosa que era esta persona frente a ella, sin mencionar que los vampiros tendían a ser imágenes de perfección en primer lugar.
—Lo siento, nunca te he visto antes, pero si quieres, podríamos conocernos mejor.— La camarera hizo todo lo posible para ocultar sus emociones detrás de su voz.
Quinn no respondió, sin embargo. En cambio, estaba mirando hacia otro lado mientras apretaba un puño. Si estuviera agarrado al borde de la mesa en ese momento, seguramente se habría aplastado en ese instante. Con la capucha aún bajada, Quinn se levantó lentamente de su asiento.