—En aquel entonces, Ilthin me dijo algo que valoré profundamente y luego me dio esto —. Lith le entregó a Kamila la tarjeta de runa de comunicación de la Banshee que nunca había usado, pero tampoco la había tirado.
—¿Estás presumiendo de tus locas habilidades para ligar o qué? —Kamila se arrepintió de sus palabras y del veneno con el que estaban recubiertas en el momento en que las escuchó salir de su propia boca, pero ya era demasiado tarde para retractarse.
Su corazón herido exigía venganza, pero en su caso, la crueldad era una herramienta afilada en ambos extremos e infligía la misma cantidad de dolor para ambos.
—No. Solo quiero que lo tengas —. Lith se encogió ante sus acusaciones, pero solo por un segundo. —Quizás, si hablas con Ilthin, te diría lo que me dijo a mí.
—¿No puedes simplemente repetir sus palabras sin necesidad de un intermediario? —Kamila tomó la tarjeta de la runa y la guardó.