Afortunadamente para ellas, cada edificio tenía un enorme letrero que enumeraba las tiendas y establecimientos contenidos en él. Encontrar una biblioteca solo les tomó un poco de tiempo. Para su consternación, los únicos libros que encontraron eran sobre magia.
El papel era mucho más preciado en Kolga que en el exterior, lo que obligaba a la gente bajo el agua a usarlo solo cuando realmente importaba. Lo único que pudieron averiguar al estudiarlos fue que a pesar de su aislamiento, los habitantes de Kolga habían investigado los primeros cuatro niveles de magia de manera similar al Reino.
No había rastro de los hechizos de nivel cinco, de la magia de la luz, del ritual ni de la Magia Prohibida.
—Esto no tiene sentido. Toda la ciudad vive de la Magia Prohibida, ¿por qué no la usan para otra cosa y por qué ocultan la existencia de la magia de la luz? —pensó Phloria.