En el peor de los casos, él habría echado la culpa a ella y se habría atribuido el mérito de salvar la misión. Sin embargo, Phloria había cortado todos sus caminos seguros. Como segunda al mando, ella tenía que intervenir sólo en caso de que él no estuviera a la altura de la tarea.
Además, Phloria aún no había dado una sola orden, sólo proporcionó información e ideas, dejando que Kortus tomara todas las decisiones. Pero con el poder absoluto llegaba la responsabilidad total.
Los mercenarios de Friya sólo empeoraban aún más la situación de Kortus al ofrecer un punto de referencia. Cuanto más exitosos fueran, más incompetente parecería él.
Antes de que pudiera encontrar una réplica adecuada, Phloria y Friya salieron de la tienda de mando y se unieron a Quylla alrededor de la hoguera.
—¿De verdad crees que hay no muertos aquí? —Friya lanzó Silencio tan a menudo que nadie la miraba mal ya.