—Las pertenencias personales de Lith todavía eran lo suficientemente escasas como para ser almacenadas en el baúl que su padre le hizo, dejando espacio de sobra —dijo Marina.— La mayoría de su ropa ahora le quedaba pequeña, pero Lith las guardaba de todos modos, moviendo el baúl a la dimensión de bolsillo antes de partir.
—Volver a Lutia solo le llevó unos minutos —contó Inés.— Su dominio de la magia dimensional junto con su reciente avance le permitió abrir Pasos de Distorsión con un rango de decenas de millas.
—Lutia era un bálsamo para el corazón de Lith —narró Edgar.— Era una pequeña e insignificante aldea en medio de la nada, pero era su reino. El único lugar donde no le importaba las apariencias ni tener que vigilar constantemente sus espaldas.