—Vine justo después de colgar el teléfono —Zen miró a los dos niños que estaban montando en el tiovivo y dijo—. No he visto a los dos pequeños en un tiempo, y quería verlos pronto.
—Señorita Zen, ¿quieres montarte en el carrusel? —Leah saludó a Zen en el carrusel con una dulce sonrisa.
—No, tú y tu hermano disfrutad —Zen los saludó con la mano.
—Wendy señaló el puesto de bebidas y preguntó:
— ¿Quieres sentarte un rato?
—Claro —Zen asintió con la cabeza y siguió a Wendy hasta allí.
—Pero antes de poder sentarse, Zen vio al vendedor de algodón de azúcar y le dijo a Wendy:
— Espera un momento.
—Después de decir eso, fue y compró dos algodones de azúcar.
—Tomando el gran algodón de azúcar, Zen se acercó al carrusel y se los entregó a Leah y a Jake mientras su carrusel daba vueltas.
—Gracias, señorita Zen —Leah sonrió al recibir su algodón de azúcar.
—A Jake no le gustaba. Pensaba que era demasiado dulce pero fue lo suficientemente educado como para dar las gracias.