Justo cuando Zen había secado sus lágrimas, sus ojos volvieron a llenarse de agua.
¿Christian realmente vino al hospital?
Obviamente Zen sabía la razón por la que vino al hospital ahora.
Después de llorar un rato, sonrió.
Zen caminó y como esperaba, vio a Christian sentado en el asiento del conductor. Sostenía un cigarrillo en su mano. Ya habían un par de cigarrillos en el cenicero de su coche.
Zen negó con la cabeza mientras sonreía a Christian como si le estuviera burlando.
—¡Christian, eres un cobarde! —le gritó Zen.
Christian no esperaba que Zen lo viera mientras tiraba su cigarrillo al cenicero. Miró a Zen profundamente antes de preguntar fríamente.
—¿Qué has dicho?