章 10: Reencuentro inesperado.
Narra Liam
Apenas podía creer lo que Joe y Nathaniel estaban diciendo.
—Pero, ¿por qué Matthew?
—Por lo general las personas más solitarias, inseguras y que sufren de acoso por parte de otras personas desarrollan un don.
—¿Eso es posible? —pregunté aun sin siquiera poder creerlo.
—Si… Nosotros decidimos llamarlos Deltas, siendo más fuertes que un Beta —el silencio se hizo presente.
—¿Cuándo comenzaremos la búsqueda? —no quiero que Matthew termine siendo un monstruo como yo.
Un ser sobrenatural, mitad mortal e inmortal que debe ocultarse de los humanos para no poner en peligro su vida.
La puesta del sol se aproximaba lentamente y aún había rastro de nieve por todas partes, tal y como lo había dicho, le llevará días para que se derrita y desaparezca la capa de nieve en el suelo.
—¿Estás listo? —preguntó Joe.
—Si...
—Muy bien. Hagámoslo.
Volteamos hacia los lados para ver si no había alguien espiando y saltamos el muro de piedra que dividía la ciudad y el bosque, caminamos a un punto fijo en el bosque y después de unos minutos llegó Nathaniel junto el resto de la manada.
—Muy bien, comencemos la búsqueda.
Nathaniel fue el primero en transformarse, el color de su pelaje era un color mezclado de gris y blanco; ambos colores mezclados entre sí por todas partes formando manchas claras y oscuras, los siguientes en transformarse fueron sus Betas, la mayoría tenía el pelaje marrón, negro marrón y gris marrón, a excepción de las dos chicas; el pelaje de una era rojo cobrizo y de la otra era blanco, muy similar al de Joe; toda nuestra ropa quedó hecha trizas y esparcida por la hierba y nieve que había, posterior a esto nuestra búsqueda comenzó.
Era difícil saber cuál era el aroma de Douglas, debido a que no solo él estuvo por aquí, también los Cazadores y la manada de Hombres Lobo. Si tan solo supiéramos cuál era su aroma, las cosas serían más sencillas. Llegamos a un punto donde tres personas se separaban del grupo de Cazadores y por el mismo camino, por suerte un miembro de la manada de Nathaniel reconoció el aroma de Ray, por lo que tomamos ese camino. Luego de correr varios kilómetros el aroma se volvía a separar en dos partes, al parecer Ray cambió de curso y se dirigió al este mientras que Douglas y otra persona siguieron su camino hacia lo que parecía ser el norte.
—¿Hacia dónde vamos?
—Obviamente estamos buscando a Douglas —dijo Nathaniel—. Continuemos hacia el norte.
Finalmente el rastro desapareció, mientras que el otro permanecía tacto y tuvimos que detenernos allí mismo para investigar. Ahora había dos aromas nuevos y ambos eran de Hombres Lobo.
—Un Alfa estuvo aquí...
—¿Cómo lo sabes?
—Reconozco ese aroma.
Nathaniel volvió a su forma humana y le habló a un miembro de la manada. No había notado que en todo este tiempo ha estado cargando una gran mochila consigo mismo en su lomo y Nathaniel sacó de esta unos shorts y le entregó uno a todos y dos playeras a las chicas, seguidamente regresamos a nuestra forma humana como él.
—¡Por aquí! —gritó alguien más.
Nos reunimos en ese punto de inmediato, había ropa tirada en la nieve y cubierta de esta misma, al igual que una ballesta y una mochila con más flechas dentro. En la corteza de un árbol encontramos sangre seca, pero no pertenecía a Douglas sino a alguien más.
—¿Qué sucedió aquí?
—¿Douglas murió?
—¿Lo asesinaron?
—¿De quién es esa sangre? —comenzamos a hacer varias preguntas sin darles respuesta.
Miré a Nathaniel, en su rostro estaba dibujada una expresión de horror.
—Esto no puede ser —por un momento se le fue el habla—. Debe estar cerca. Busquen...lo —su voz se paralizó.
—¿Qué sucede, Nathaniel? —todos giramos nuestra cabeza hacia donde tenía puesta su mirada.
Por un momento pensamos que era una ilusión o producto de nuestra imaginación, pero era real lo que nuestros ojos estaban viendo, pues nunca imaginamos y jamás pasó por nuestra mente encontrar a Douglas en estas circunstancias; su vestimenta color negra hacía notar sus ojos grandes y resplandecientes ojos azules, los cuales reflejaban odio hacia nosotros; su mirada amenazante fue la que más nos preocupó.
—¿Dou-Douglas...? —apenas Joe podía creerlo.
—Retrocedan —comenzó a dar pasos hacia nosotros lentamente, el chico estaba furioso—. El primer día que despiertan como Hombres Lobo son doblemente más fuertes y veloces —nos advirtió.
Douglas se detuvo en medio camino y gritó de frustración, se dirigió a un árbol y comenzó a golpearlo fuertemente hasta que sus nudillos comenzaron a sangrar y cayó en la nieve de trasero.
—Douglas, ¿estás bien?
—Ya está un poco mejor, diría yo —alguien apareció al lado de Douglas.
Gracias a mi visión y a la luz de la luna, pude ver que era un chico de un metro ochenta, cabello negro, piel clara y ojos color café, portando una vestimenta oscura igual que la de Douglas; comenzó a vernos a todos de reojo hasta que sus ojos se posaron en Joe y el ritmo cardiaco de ambos se aceleró.
¿Se conocen?
—Imposible…
—¿Allen? —dijeron algunos, pero el tal Allen seguía observando a Joe, no apartaba su mirada de él.
Pude notar como sus ojos se cristalizaron, sin embargo hizo un gran esfuerzo para contener esas lágrimas y evitar romper en llanto, Joe apartó la mirada y se alejó de nosotros hasta desaparecer en la oscuridad, ante esto Allen simplemente suspiró. Desconocía quién era él y su relación con Joe. Es claro que ambos se conocen y que todos lo conocen, excepto yo.
—¿Dónde habías estado?
—No puede ser… te convirtieron —respondió Natalia.
—Pero, ¿por qué no podemos percibir tu aroma? —es cierto, no podíamos percibir su aroma, solo el de Douglas.
—¿Cómo lo haces?
—Cuestión de práctica —respondió el chico.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Nathaniel.
—Cuando te fuiste y no volvimos a saber nada de ti seguías siendo humano —dijo Natalia—, ahora eres uno de los nuestros.
—Él estaba conmigo —miramos a Douglas, quien aún seguía sentado en la nieve—. Yo estuve a punto de asesinarlo.
—¿Qué? —miramos a Allen—. Entonces tu eres un miembro de la manada que llegó hace unos días.
—Así es…
—¿Dónde está tu Alfa? —Nathaniel insistió en seguir haciendo preguntas.
—Se ha ido… abandoné la manada. ¿Ustedes qué hacen aquí?
—Buscamos a Douglas.
—¿A mi? Pero, ¿por qué? No puedo regresar a casa… Si lo hago estaría yendo hacia mi muerte.
—Descuida, Douglas. Podrás quedarte con nosotros, te ayudaremos a cómo controlar tus poderes y habilidades como Hombre Lobo tanto cómo aprender a controlar tu ira y enojo, además de tus transformaciones…
—La luna llena es mañana. ¿Allen, tienes a dónde ir?
—Si.
—Muy bien... Esperamos volver a verte.
Narra Joe
Corrí lo más rápido posible hacia el río que se encontraba cerca de ese lugar y me detuve cuando por fin pude dejar de escuchar sus voces. ¿Por qué? ¿Por qué regresó? Justo cuando estaba tratando de olvidarlo… de superarlo, después de casi seis meses decidió regresar, ¿por qué...?
Me quedé ahí, sentado en una roca y mirando quién sabe qué cosa, ni siquiera conté los segundos pero sé que estuve ahí un largo tiempo.
Giré inmediatamente mi cabeza cuando escuché algunos pasos acercándose y trepé un árbol para esconderme entre las ramas, luego de unos minutos esa persona se detuvo justamente debajo del árbol que había trepado.
Era él.
—No es necesario que te ocultes de mí, Joe —¿cómo está tan seguro de que soy yo?
Tomé una bocanada de aire hasta llenar mis pulmones y bajé del árbol de un salto; se miraba completamente diferente a como lo recordaba. Su voz era un poco más gruesa y su aroma era completamente distinto.
—Hola —dijo.
—¿Por qué has regresado? —no respondió y se hizo un largo silencio.
—Regrese por ti... —hizo una pausa—. Porque te extrañaba, realmente nunca deje de amarte.
—Eso no tiene sentido, Allen. Si realmente me amabas, ¿por qué decidiste dejarme a pesar de que yo aún te seguía amando…?
—Joe…
—¿Por qué? ¿Por qué te fuiste de esa manera? —nuevamente se quedó callado.
—Tenía miedo —susurró débilmente.
—¿Miedo de que?
—No lo entenderías —apartó su mirada.
—¿Entender qué?
—¡Tenía miedo de ti, Joe! —gritó—. Me aterraba la idea de que eras un Hombre Lobo —esas palabras se incrustaron en mi corazón.
—Allen, yo nunca te haría daño y todo aquel daño que pensabas que yo te haría; tú me lo hiciste a mí de una forma diferente y más dolorosa. Lloré durante muchas noches, deseando que volvieras a mi lado y que todo fuera una pesadilla, pero no. Tenía que aceptar que te habías ido.
Antes de que pudiera hablar, la llegada de dos individuos lo interrumpió. La chica tenía una mirada un poco endemoniada y el chico parecía ser un poco más gentil que ella, pero su tamaño y estatura me hacían creer lo contrario, medía por lo menos dos metros y ambos eran Hombres Lobo.
—¿Qué hacen aquí? —¿Allen conoce a estas personas?
—James nos ha enviado a buscarte —dijo la chica.
—No pienso regresar a la manada —¿qué? ¿Acaso es un...?
No puede ser.
Ignoré el hecho de que Allen también se podría convertir en un Hombre Lobo en estos largos meses que estuvo ausente, ni siquiera lo noté cuando volvimos a reencontrarnos. Por instinto mi mente se saturó haciéndome recordar todo el daño que sufrí sin su compañía.
—No digas estupideces, Allen.
—James es muy ambicioso. Busca y convierte a humanos que poseen algún don solo para que su manada sea más poderosa —la chica ignoró su comentario desviando su mirada hacia mí y sus ojos resplandecieron; no dorados sino azules y en su rostro apareció una sonrisa malévola.
—¿Quién es él?
—No es algo que te importe —me puso detrás de él.
—No necesito que me protejas, yo puedo hacerlo solo —le informé.
—Joe...
—¿Joe? —lo interrumpió—. ¿Él es Joe?
—He dicho que no es algo que te importe.
—A James le gustará saber por qué no quieres regresar a la manada. Atrápalo, John —le ordenó.
Antes de que ese tal John se acercara a mí, Allen susurró débilmente una palabra. El tal John se detuvo a medio camino para después caer de rodillas en la nieve, con la ayuda de sus manos se apoyó contra el suelo para evitar golpearse la cara e hizo un esfuerzo por intentar mantenerse de pie, pero algo se lo impedía. Apretó los ojos con fuerza y cuando los abrió de nuevo sus ojos resplandecieron también azules, al mismo tiempo que sus colmillos salían de su boca y sus garras brotaban de sus manos.
Mugió de dolor como un animal malherido. Observé los ojos de Allen, estos resplandecían dorados y su mirada estaba enfocada en ese tal John. ¿Él le estaba haciendo eso? Imposible... es un...
No sé cómo fue que pasó, pero en el momento que bajé la guardia esa chica estaba tirando de mi cabeza hacia atrás y con una de sus manos en mi cuello; podía sentir lo afilado que eran sus garras.
—Deja de hacerle daño, ambos sabemos cómo terminará esto —cuando apartó la mirada de John sus ojos dejaron de brillar. John cayó al suelo con la respiración agitada y difícilmente intentó ponerse de pie hasta que lo logró.
—Suéltalo —la amenazó Allen.
—Por supuesto… John, ¡corre! —fue en ese preciso momento cuando sus garras perforaron mi cuello. Por suerte no fue nada grave, solo un simple rasguño insignificante.
—Malditos —susurró Allen cuando escaparon—. ¿Estás bien? —se acercó a mí.
—Sí, no es nada —le dije molesto.
—Joe…
—Escúchame bien, Allen. No quiero volver a verte…
—No puedes estar hablando en serio… yo te sigo amando.
—Pero yo no, dejé de hacerlo hace tiempo.
—Joe —intentó tomar mi mano.
—Alejate. No quiero saber nada de ti… te odio —recalqué esa última palabra.
Le di la espalda y me largué de ese maldito lugar. Ahora tendré que iniciar nuevamente y contar los días desde cero. Maldición, cuando lo miré a los ojos deseé poder besarlo… deseoso de poder sentir sus labios sobre los míos.
—¡Lo siento! —gritó.
Mientras más continuaba corriendo, más cansado me sentía.
Toqué mi cuello con una de mis manos y en esta había un poco de acónito. De mi frente comenzaron a caer gotas de sudor que nublaron mi vista; mi corazón latía muy rápido y mi cabeza comenzó a doler. De pronto el dolor se expandió a todo mi cuerpo, esto me hizo soltar un grito de dolor antes de caer inconsciente en la nieve.
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