— Por qué no era lo correcto... Por qué creí que tu maldito padre algún día volvería y se arrepentiría de su error, claro eso nunca sucedió lo esperé por años y el jamás apareció. Como resultado me quedé contigo y te convertiste en un estorbo, en una piedra en mi maldito zapato— Exclamó mi madre dejándome una espina en la garganta. Me dolía que fuese tan cruel, ¿Que culpa tuve yo que ella hubiese quedado embaraza de mi? Por que debía cargar con esta responsabilidad que no era mía ni de nadie. Solo de ella al dejarse endulzar el oído por quién solo quería disfrutar de su cuerpo.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así? Te lo he dicho muchas veces Mikasa, no te queda hacerte la ofendida. Ya no debería ser una novedad saber que siempre te odie. Es más no me culpes culpa a la vida si es necesario— Exclamo mientras me miraba con un profundo desprecio— El maldito de tu padre me convirtió en esto. Es lógico que solo me produzca solo asco y repulsión. Es más después de todo lo que te he aconsejado, después de todas las enseñanzas que te di, no se como puedes creer que el desgraciado de mi sobrino se fijo en ti por amor, no seas tonta. Abre los ojos, el es hombre supongo que por necesidad de una hembra busco en ti lo que una mujer decente no le entregaría a la ligera.— Señaló con un dejo de burla como si fuese solo mi enemiga y no mi madre. Aquello me dolió profundamente. ¿Como podia ser tan cruel conmigo si yo era carne de su carne?— Si no fueras tan ilusa tal vez tendrías otro destino has perdido la oportunidad de tu vida muchacha. Si no fueras tan ciega ya no tendrías que pasar más necesidades a mi lado. Habrías sido una noble con los Jeager, tendrías una vida envidiable. Todo lo que por siempre yo soñé — Me dijo quebrando aún más orgullo. Me sentía tan miserable sus palabras eran tan hirientes que deje caer mis lágrimas producto de la impotencia, nunca quise hacerle daño tampoco pedí venir al mundo, si estaba aquí era por su lujuria. Por que se enamoró del hombre equivocado y al igual que yo no midió consecuencias solo se entregó a esa pasión desenfrenada, que culpa tenía yo de sus desgracias si lo unico que hice a pesar de que como ella era conmigo fue adorarla y respetarla como una hija lo hace con devoción pese a los padres que Dios le imponga.
— Me duele saber que pese a que me esforzado montones por que me quiera usted me sigue odiando con esa misma intencidad madre... ¿Por qué sigue siendo así conmigo? Yo la quiero y la respeto — Le dije llorando mientras mordia mi labio inferior hasta sangrar, era tanta impotencia, tan rabia acumulada, el dolor, el vacío que mi corazón no lograba tener consuelo alguno. Con cada palabra que me decía más mi desesperación aumentaba. Por un instante decie con todas mis fuerzas morir, no era justo venir al mundo a solo sufrir tormentos e humillaciones.
—Eres débil niña, eres la copiá exacta de él, eres igualita a tú padre. No sacaste nada de mi muchacha, si no te hubiera parido afirmaría que no eres mi hija—Señaló secamente mientras intentaba contener mis lágrimas— ¿Crees que cuando le dije a tu padre que yo estaba esperando un hijo suyo sintió felicidad? ¿O al menos un dejé de alegría? —Preguntó tajante sin siquiera despegar la mirada de mis ojos— Que más hubiese querido yo que fuese así. Sin embargo el maldito sólo sintió terror, era débil. Un desgraciado mentiroso poco hombre incapaz de ponerse sus propios pantalones sabiendo que había acabado con mi vida. Deja de llorar y de comportarte como él, levanta tu cabeza, no más lástima, no más excusas, digas lo que digas no conmoveras a nadie. Menos a mi, yo ya no tengo corazón— Exclamó sin más mientras me agarraba del brazo y me jalaba hacía mi habitación— Ahora piensa en lo que te dije, te quedaras encerrada hasta mañana, ni se te ocurra atormentar mis oidos con tus lloriqueos ridículos. Se que piensas que soy cruel y una maldita por ser como soy contigo pero ni te imaginas lo cruel que puede ser el mundo allá afuera. Agradece que te tengo pese a todo lo que te dije bajo mi techo, allá fuera ni aunque rogaras por tu vida tendrian piedad de ti, mucho menos ahora que te has convertido en una zorra al igual que yo— Reiteró mientras me encerraba en esas cuatro malditas paredes que tanto me asfixiaban, no sabía que hacer ni mucho menos que pensar con respecto a sus palabras. ¿De verdad el mundo allá afuera era tan cruel como ella lo describía o solo era una exageración de mi madre para hacerme sentir más miserable de lo que ya estaba?
— Ojalá dios la castigue y se apiade de mí algún día y ojalá me libre de ti y de tu maldita existencia. Te odio. Te aborrezco eres la peor miseria que pisa esté mundo, me lo quitaste todo madre. Lo unico que quería en esta vida era sentirme protegida, amada no pedía nada más— Le grité tras de la puerta llorando a mares mi desgracia. Culpe a dios y su benditas leyes tan extremas y aberrantes. Le aborreci con las fuerzas de mil demonios por darme una madre que nunca me hizo sentír ni una pizca de su afecto. Tal vez si tan solo me hubiera brindado el cariño suficiente, tal vez si tan solo me hubiera tratado como su hija, tal vez solo tal vez, yo no habría pecado. Caí rendida en ese amor puro que solo Levi me brindó, no me importó que fuese prohibido. Pasé por alto todo mandamiento y restricción divina y ahora eso mismo es lo que nos condena. Lloré por horas meditando en si realmente valia la pena seguir creyendo en un dios tan injusto, tan arbitrario y caprichoso hasta que el sonido que estaba emitiendo mi madre y su asqueroso cliente me hizo volver en si de mis inútiles pensamientos.
—Vamos Perra abre bien esas piernas.. Cómeme con tu vagina bien la polla, vamos quebraté maldita zorra caliente— Era tan desagradable tener que escuchar ese tipo de conversaciones, quien sabe quien sería el hombre que la acompañaba esta vez pero los jadeos ya eran insoportables, solo lograban perturbar toda mi tranquilidad.
—Si cariño te la comeré como te gusta—Argumento mientras el hombre comenzaba gruñir extasiado cada vez con más intensidad. Los sonidos que emitía la cama me hacían sentir tan incomoda que me daban nauceas de solo imaginar lo que ambos estaban haciendo en la habitación contigua.
En mi desesperación traté de concentrar mi mente en algo más pero me fue inútil mientras más pasaban los minutos más aumentaban sus asquerosos quejidos.
La cama se movía como si se fuese a romper con ellos dentro, sin embargo lo que más me desestabilizó fue escuchar su repugnante y nauseabunda conversación.
—Mierda Kuchel.... No halló las horas de que tú hija se case con mi hijo Eren — Ahí fue cuando me di cuenta que el maldito que estaba cogiendo con ella era el viejo repulsivo de Grisha.
—Pronto cariño, pronto Mikasa se casará con tu hijo. Ya verás, yo misma le voy a enseñar como te gusta que te monten para que te complazca la noche de nupcias— Respondió mi madre dejándome helada.
—Ni te imaginas cuanto le pido a Dios por que llegue pronto ese día. Eren no tiene problemas en compartir conmigo a su esposa....
¿Que fue lo que dijo?, eso no podía ser verdad.
— Tan virgen e inocente agh muero por que cumpla todas mis mi fantasías. No sabes cuanto anhelo ponerle todas mis manos encima. bendito el día en que la pariste, definitivamente es la mujer que siempre soñé para mí hijo. Será una delicia tenerla a mi alcanze como nuera— Gruñó mientras mi madre gemía descontrolada.
— Si tu lo dices cariño— Hizo una pausa—De todas formas cuando se case con tu hijo ya sera harina de otro costal. Lo único que me preocupa es que se le trate bien nada más— Señalo entre jadeos— Supongo que gozarás con ella ahora de los placeres, como estará en tu casa podrás follartela cuando quieras. Solo o con tu hijo. Será toda una experiencia morbosa de seguro dios no estara muy de acuerdo con eso. — Temi por mi vida, mis nervios cada vez eran mas latentes
¿Para que ese viejo me querría a mi si ellos ya eran amantes? ¿Hasta donde puede llegar la perversion de un hombre? ¿Que haria ahora para librarme de ese triste destino?
— ¿Y que me importa lo que opine Dios de mi vida? A mi sus mandamientos me dan igual. Lo único que me interesa es satisfacer mis deseos, mis perversiónes no la cagues Kuchel que no tienes moral para hablarme así. —Señaló tajante.—Si te visitó todavía pese a que estás vieja y acabada es justamente por ella, por que me calienta pensar en que Mikasa nació de ti. Pero no te hagas ilusiones amorosas donde no las hay, nunca sentí nada por ti, siempre he estado enamorado de ella. Y será justamente ella la que me de por las buenas o por las malas el placer que jamás me dio la idiota desabrida de Carla, maldita mujer...Ni para follar como me gusta tiene habilidad, aveces me arrepiento de haberme casado con ella, no vale ni un peso, es tan fea y desaliñada. Ni se parece a tu hija. Pronto... En ella descargare toda mi lujuria y con ello esta maldita frustración. No te preocupes no le haré daño, la tratare como una reina, como ella se lo merece, será más mi mujer que la de mi hijo. Eren jamás sabrá complacerla ella será solo para mí— Argumento mientras aumentaba más la velocidad de sus embestidas.
— Está bien... Si no amas no insistiré. Sin embargo me darás todo el dinero que te pedí por ella claro si eres realmente un caballero como dices— Señaló mi madre mientras seguía cabalgando.
—Por supuesto que te lo daré, un trato es un trato. Ahora cállate y quiebra bien esas caderas zorra que para eso te estoy pagando. Vamos muévete anciana, sacale bien la leche a esa polla— Le exigió el desgraciado mientras yo permanecía inmóvil en shock al borde de la cama esperando a que todo terminase. Las horas pasaban lentas sin embargo después de un lapso de más menos tres horas y medias al fin hubo un poco de silencio dentro de esta maldita prisión
que era mi hogar.
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—Bueno ya me voy, aquí tienes por tus servicios, pronto tal vez nos volveremos a ver. Y recuerda... Cuida a bien a Mikasa maldita prostituta no olvides que esa mujer será solo para mi— le lanzó unas cuantas monedas al piso luego abrió la puerta de la habitación y en entre las penumbras de la noche desapareció ...
Con ello, al fin pude respirar un poco mas tranquila, ya mañana pensaría que hacer para escapar de este maldito problema.
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Seis horas más tarde.
— ¡Vamos holgazana! ¿Hasta que horas piensas dormir floja? —Preguntó mi madre jalando mis cobijas— Ya son más de la siete y sigues ahí hechada en la cama fermentado, ¿No te da vergüenza ser tan floja? ¿Ser tan inactiva? —Abrí mis ojos volví nuevamente a mi triste realidad. Ahí estaba ella con su maldita personalidad de mierda, dispuesta nuevamente a hacerme pasar un día de infierno.
—Son recién las 7 ¿Para que demonios quieres que me levante tan temprano madre? —Le dije en ironía sin importar a qué se pusiera aún más de malas conmigo.
—Parece que aparte de Holgazana e inútil también eres estúpida— Sonrió de soslayo buscando derrumbarme— ¿Como que para que tienes que levantarte? ¿Acaso las cosas en esta casa se harán solas? Vamos muévete y no olvides terminar temprano. Recuerda que hoy iras a la iglesia a confesarte, pedirás a Dios perdón por todos tus pecados.
—Si, como diga madre... Aunque dudo que Dios perdone a un pecador que no se arrepentido y no se arrepentirá jamás de haber cometido ese supuesto pecado— Le dije mientras escuchaba sus insulto a mis espaldas, me vestí y salí de la habitación lo mas rápido que pude. Estaba hecha un manojo de nervios y el recién estaba comenzando. No tenía ni un ánimo de ir a esa maldita iglesia maldiciendo mi suerte fui por unas cuantas cubetas al pozo de todas formas ya era la hora del desayuno y si no me daba ánimos de hacerlo ya sabría como se pondría mi madre de histérica. En el proceso mientras tiraba la cuerda para recoger el agua unos brazos que yo conocía a la perfección rodearon mi vientre.
—Mikasa mi amor gracias a dios te encuentras bien... Ni te imaginas lo preocupado que quede ayer cuando me fui. ni dormir pude pensando en lo que la tia kuchel podría hacerte tras a vernos descubierto— Sin más, mi corazón latió con la fuerza que mueve mil galaxias de inmediato me voltie y busque con desesperación refugio en esos labios que tanto amaba.
—Levi mi amor... Pensé que no te vería mas cariño, no sabes cuanto te extrañe— Le dije llorando mientras sentía como sus fuertes brazos me protegían bajo su pecho.
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