—¿Qué pasa, Shane? —Cayden miró a Shane con cara de desconcierto. Compartían una estrecha relación y se conocían muy bien. Descubrió que su hermano parecía estar de mal humor e incluso parecía que acababa de llorar.
Shane suspiró: —Cayden, será mejor que te diga la verdad. Tu estado puede haber mejorado ahora, pero hay secuelas. ¡El médico dijo que tu fertilidad podría verse afectada!
La expresión de Cayden cambió de repente y se puso pálido. Para un hombre, tener los dedos y los brazos rotos no sería un problema importante. ¡Su dignidad sí lo era!
Aunque el cuerpo de Cayden estaba ahora completo e intacto, ¡ya se había vuelto infértil! En otras palabras, ¡ya no podía tener hijos propios!
Cayden agarró a Shane agitadamente y le preguntó: —¿Qué has dicho? ¿Que nunca podré concebir por el resto de mi vida?