La gente en el pasillo no había notado a Tina todavía.
Roger dijo con la misma suavidad de siempre: —Justin, la doctora de aquel día parecía tener sólo veinte años. Parece que no la hemos visto desde la operación, ¿verdad?
Una sola frase suya fue suficiente para levantar las sospechas de todos.
Raymond incluso señaló a Justin y le gritó: —¡Bien! A pesar de que su hijo empujó a alguien por las escaleras, ¡él, como padre, sólo sabe cobijarle y consentirle ciegamente! Después de eso, ¡hizo que un médico dañara a su propia abuela! ¡Justin, tienes que darnos una explicación de esto delante de todos los miembros de la familia!
—¿Consiguió que un médico cualquiera tratara su enfermedad? ¡Es demasiado!
—No esperaba que Justin fuera tan cruel. Es su abuela...
—…
Todos empezaron a especular entre ellos.
Raymond y su hijo, Roger, intercambiaron una mirada entre ellos, y en sus rostros aparecieron miradas de triunfo.