La isla de Creta es un archipiélago montañoso de tierra árida. En algún momento fue reinada por el rey Minos, que a su vez le dio el nombre a la civilización Minoica, la cual se dice es una de las más antiguas. Sin embargo, una vez que murió el rey Minos, la isla se separó en dos provincias; Mesara y Pefka.
Por una parte, Mesara es la primera mitad de la isla y la más extensa. La mayor parte de la economía se basa en la pesca, la plantación de trigo, comercio y la cosecha de aceitunas y posterior transformación en aceite.
Por otro parte, Pefka también se dedica a la pesca, pero en mayor medida al turismo. Por las calles se les puede ver a hombres y niños de dudosa procedencia invitando a los visitantes a mirar las grandes esculturas de minotauros o lugares históricos. También hay una gran cantidad de estafadores, secuestradores, esclavistas y criminales. Se conocen por montones las historias de que tal persona fue a visitar las grandes estatuas del minotauro y jamás volvió. Además de todo lo anterior, en el extremo sur de Pefka existe un coliseo clandestino, en el cual participan esclavos y misthios. Los primeros en busca de la libertad, mientras que los segundos, buscan algunas dracmas y la gloria a través del combate.
Para suerte de Viggo y los demás, su destino estaba en Mesara. Para ser más precios a la mitad de la isla, en la ciudad portuaria de Heraclión, ubicada en la costa Este. El lugar se le conoce como el Puerto del Pulpo, ya que es su principal fuente de ingresos.
Una vez que llegaron a la ciudad, Viggo tomo a Sakura, Ana, Semiramis y Scheherezade y viajaron a través de Heraclión. Estuvieron comprando en su mercado central y preguntando por los lugares históricos. Para su suerte, el palacio de Knossos, lugar del fallecido rey Minos, estaba detrás de la ciudad de Heraclión, a solo un par de horas de caminata.
De esa manera, Viggo y los demás atravesaron la ciudad, pasaron por los largos campos de trigo en la periferia y subieron una colina llena de árboles de olivo. Después avanzaron con dirección Oeste por un camino de tierra árida bordeado por arbustos. Como dijeron los comerciantes del mercado, solo fue un par de horas de viaje a pie.
Viggo se detuvo en la entrada del palacio de Knossos, a la izquierda había dos árboles de almendros llenos de hojas blancas. Por delante de Viggo había un puente hecho de piedra cubierto de tierra y escombros de pilares de piedra que se habían derrumbado. Por debajo del puente pasaba un rio de poca profundidad que bajaba desde las montañas, bordeando el palacio y bajando por la colina de olivos.
Más allá del puente había una enorme construcción de cuatro pisos, con una sólida construcción de roca y franjas de color rojo. Sin embargo, algunas de sus murallas estaban derruidas y la pintura se estaba descascarando.
-Sakura, Ana, preparen sus armas, no sabemos que pueda pasar dentro de este lugar- dijo Viggo. A lo que las chicas asintieron. Sakura saco una flecha de su aljaba y la cargo en el arco, mientras Ana desenfundaba sus dagas. Viggo continuo -Semiramis y Scheherezade, ustedes no combaten, pero pueden ayudarnos estando muy atentas a cualquier cambio. Si ven algo raro o escuchan un ruido de lo que sea, nos avisan-
-Sí- respondieron las dos con solemnidad
Viggo asintió y cerró los ojos. Entonces recordó su niñez, cuando andaba junto con sus hermanos y Ottar. Recordó a su padre, el elfo de cabellos blancos, y como este, sentado sobre una piedra en el patio trasero de la casa de Deméter (una de sus esposas), les enseñaba a cómo manejar el mana. Su padre siempre tenía una sonrisa en su cara, de mirada amable y expresión feliz. Viggo siempre pensó que le gustaba enseñarles cosas. Ahora que él es más grande, piensa que a su padre le divertía ver hasta donde ellos podían llegar. Todos eran tan inocentes, llenos de potencial y sueños. En aquella época Viggo soñaba con ser como Jason (No en lo ruidoso e idiota, pero si en ser un gran líder).
"Recuerden, el mana es una fuente de energía que siempre está en su interior- dijo su padre con una expresión suave -se gasta con mucha facilidad y sin entrenamiento se regenera a paso lento. Así que midan su uso y controlen su flujo. Piénsenlo así, es como una hogaza de pan. Si te lo comes toda de un solo bocado, te dolerá el estómago y se te habrá acabado la comida. Sin embargo, si eres cuidadoso y lo vas pellizcando, sacando pedacito a pedacito, te podría alcanzar para todo el día"
-Sí, padre- murmuro Viggo aún con los ojos cerrados. Sintió su mana como un estanque de agua dentro de su cuerpo y guio una pequeña porción a su mano derecha. Extendió su brazo hacia adelante, cerro sus dedos y dejo solo su índice extendido. Después canalizo todo el mana a la punta de su dedo y trazo una línea diagonal de arriba abajo, de derecha a izquierda. Después conecto otra línea diagonal de izquierda a derecha y en el aire se forma una letra brillante como la luz de las estrellas con la forma parecida a una C (<) -Kenaz- dijo Viggo.
Entonces el aire se arremolino alrededor de Viggo mientras sus largos cabellos rojos danzaban en el aire. Después el aire fluyo por delante de Viggo, viajando a través del puente y entró al gran edificio de cuatro pisos de altura, lugar de recepción del palacio de Knossos. El viento fluyo a través de todas las recamaras hasta llegar al último piso y una vez que salió por el techo, perdió su unidad y se disipo. Entonces Viggo abrió los ojos mientras respiraba con dificultad.
-Padre- dijo con la respiración entrecortada, se agacho y apoyó sus manos en las rodillas -es más fácil decirlo que hacerlo-
Al mismo tiempo, las cuatro mujeres se acercaron y le empezaron a preguntar por su estado.
-Está bien, solo estoy un poco cansado- respondió Viggo -me recuperare rápido-
Las cuatro se tranquilizaron un poco, pero se podía ver la preocupación de su mirada.
Al cabo de un rato, Viggo se enderezo su espalda y dijo -vamos, en este edificio no hay nada. Solo unas cuantas ratas y escombros-
-¡¿Ah?!- dijeron Semiramis y Scheherezade al mismo tiempo. La primera vestida con el quitón negro de bordes dorados. La otra con la túnica negra que le cubría desde la cabeza a los pies. Sin embargo, aunque a Scheherezade solo se le veían los ojos, era clara su expresión de pánico.
-No sean así- dijo Viggo con una risa burlona -ustedes quisieron venir ¿Qué esperaban? Es un palacio antiguo, abandonado por siglos-
Semiramis y Scheherezade se enojaron al escuchar sus palabras y pusieron miradas molestas. Viggo solo sonrió y avanzó por el puente, escuchando de fondo el sonido del cauce del rio y el susurro del viento. Por delante de él, se extendía un camino empedrado con escombros repartidos por todos lados. En su mayoría, eran los pilares de piedra labrada que con el tiempo se habían derrumbado.
-Caminen por el centro del puente y no toquen nada, no queremos que se nos vaya a caer encima un pilar- dijo Viggo mirando como los pilares que aún seguían en pie a los costados del puente estaban tomando inclinaciones peligrosas.
El grupo siguió avanzando por el puente y su distribución fue así. Viggo al frente, seguido por Ana. Después Semiramis y Scheherezade, mientras Sakura iba mirando los alrededores con su arco y flecha listas para disparar.
Una vez que llegaron al edificio, notaron que la construcción se mantenía sólida. En los murales habían dibujado a sirvientes de piel morena llevando vasijas con aceite de oliva. Algo que antaño era un lujo y solo era ocupado por los reyes. Por encima de los sirvientes, casi llegando al techo, había dibujos de grandes ballenas, una detrás de otra. Los pilares que sostenían el centro del edificio eran de forma circular y pintados de un rojo que poco a poco se estaba descascarando.
Todos avanzaron en silencio y manteniendo el ritmo, salvo Semiramis y Scheherezade, quienes se quejaron de que habían visto ratones del tamaño de un perro. Viggo solo se largó a reír, pensando en el tipo de vida que habían llevado estas mujeres. Una vez que cruzaron el edificio, llegaron a la salida que daba a una escalinata, la cual bajaba a un amplio patio con grandes edificios de cuatro pisos a los costados. Todos tenían una arquitectura similar al primero, con algunas paredes derruidas y pilares desmoronados. Pero en esencia, el lugar parecía abandonado.
-Esperen- dijo Viggo deteniéndose un metro antes del dintel de la puerta de salida. Entonces cerró sus ojos, concentro su mana y una vez más dibujo la runa (<) -Kenaz- dijo invocando el poder de la visión. El viento alrededor de Viggo se condenso a su alrededor haciendo revolotear sus cabellos y después se movió por delante, viajando como una tenue brisa e investigando el interior de todos los edificios a cien metros a la redonda.
Viggo termino igual que la primera vez, jadeando como si hubiera corrido una maratón de días. Sin embargo, diferente de la primera vez, la mirada en sus ojos era afilada.
-Retrocedan- dijo entre jadeos y al mismo tiempo, trato de dar paso para atrás. Semiramis y Scheherezade lo ayudaron mientras Sakura y Ana cubrían la retaguardia. Una vez que llegaron a la mitad del edificio, apoyaron a Viggo en una pared y esté se dejó deslizar hasta caer sentado en el suelo.
-¿Qué paso, Viggo?- pregunto Sakura con una mirada seria
-Diez inmortales- dijo Viggo ya más recuperado, pero aun sintiendo como su corazón latía como un caballo desbocado.
Semiramis hizo una expresión compleja, mientras Scheherezade llevaba su mano al mentón.
-Extraño- murmuro Scheherezade -a los inmortales se les conoce por ser la armada personal del emperador de Persia. Nunca atacan en tan pocos números y solo se les llama para trabajos especiales. Acabar con una princesa exiliada se le podría considerar uno, pero, aun así, Semiramis nunca tuvo tanta influencia como para que el emperador se preocupara-
-Eso no importa en estos momentos- dijo Ana, después miró a Viggo y pregunto -¿Dónde están esos tipos?-
-En el edificio de la derecha, en el tercer piso- respondió Viggo -todos están mirando por las ventanas con dirección al patio. Parece que nos esperaban desde un principio- después miró a Semiramis y continuo -alguien con mucho dinero y recursos te anda buscando-
Semiramis se cruzó de brazos y lo miró con seriedad -Scheherezade ya lo dijo, eso es imposible. Jamás tuve tanto poder o influencia en Persia como para que se me considere una amenaza y el propio emperador tenga que mandar a sus sirvientes. Por otro lado, la cantidad es absurda. Ellos siempre se mueven en grandes grupos, por lo menos más de cincuenta-
-Bueno, parece que alguien está agotando poco a poco a su contingente. La vez anterior fueron veinte, ahora diez, quizá mañana tengamos la suerte de que sea solo uno-
-¡No me hace gracia, Viggo!- grito Semiramis
Viggo puso una mirada seria, se puso de pie y camino hasta pararse delante de ella. Semiramis agacho la mirada, pensando en que a lo mejor Viggo se había enojado y como muchos maridos tiene por costumbre, la abofetearía.
-Mírame- dijo Viggo con voz seria, pero Semiramis seguía mirando al suelo -mírame- insistió Viggo y al fin Semiramis levantó la mirada. Ella miró esos intensos ojos azules y Viggo continuo -cree en mí, me ocupare de la situación. Te lo dije antes, no te abandonare hasta el amargo final-. Entonces él acercó su rostro y le dio un pequeño beso en los labios, después paso por al lado de ella y dijo -Sakura, respalda mi avance y mantén tu atención en lo que pueda salir del edificio de la derecha. Ana, tu vienes conmigo- Viggo se volteó por un momento y miro a Semiramis y Scheherezade -ustedes se quedan aquí, tratando de mantenerse en silencio y sin asomarse afuera. Volveremos de inmediato- después se dio la vuelta y siguió avanzando a la salida que daba al patio mientras Ana lo seguía de cerca.
Semiramis agacho la mirada y asintió. Después puso su mano derecha en el corazón y sintió como le latía el corazón con fuerza. Entonces elevo su mirada y vio la espalda de Viggo. "Cree en mí, es un buen momento" le dijo la vez pasada. Sin embargo, ella tenía miedo igual que ahora. A lo mejor, le hacía falta empezar a creer en lo que ella eligió por su propia voluntad.