¿Por qué el guardia no dijo nada sobre el color de mi tarjeta o mí bendición de [Sombra del rey muerto]?
Eso es porque las tarjetas de estadísticas tienen un cifrado de seguridad basado en el maná de su propietario. Si alguna vez me roban la tarjeta no podrán ver su contenido a menos que dé mí consentimiento.
En segundo fue la habilidad pasiva que había obtenido por cortesía del cadáver que encontré: [Números mentira]. Esta habilidad me permite esconder y modificar la información recolectada por maná, para los registros, soy solo un tipo de otro mundo muy débil.
Las habilidades están normalmente limitadas a la clase y títulos, una habilidad así solamente la tendrían personas con la clase de "Asesino" o el título de "Espía", y después de haber recolectado su esencia, supe que el cadáver tenía el primero.
Ya sea gracias a mis habilidades pasivas de [Recolector de esencia] o a mi bendición de [Sombra del rey muerto], había encontrado una forma de fortalecerme en este mundo, y esa fuente fueron los fantasmas y sus cadáveres.
Es una habilidad de muy mal gusto, pero es lo que hay.
Era descabellada la forma en la que mi habilidad trataba a la muerte como nada más que fuentes de poder, pero ya no estaba en la tierra, y por más pacífico que fuera este reino, no estaba seguro de que sería igual en los otros, prefería continuar con mis métodos y cargar con algo de culpa, a ser asesinado en otro reino o por alguna bestia debido a mi debilidad.
De verdad tengo que tener un tornillo suelto para seguir con esto.
Caminé por el cementerio un rato, hilos negros y fantasmas de aspecto horripilante flotaban sobre algunas lapidas, muchas menos de las que esperaba.
Había algunas familias limpiando tumbas y despejándolas de maleza, la calidad de las lapidas me dejo claro quiénes eran nobles, aventureros, comerciantes o simples campesinos.
MAAaaaDreeeEEee* ¡MATALOS! ¡MATALOS! * Me Quema… Me Quema…*
Cada fantasma decía algo diferente, algunos eran guerreros con el pecho chorreando sangre, otros eran niños con la cabeza partida en dos, mujeres con la piel calcinada, hombres bestias con el estómago abierto de un zarpazo, fue como ver las secuelas de un campo de batalla.
Supongo que un reino hecho por héroes solo se ve pacifico por fuera.
Hilo que tomaba, fantasma que me hablaba.
- Más tarde los ayudare, ahora mismo necesito que ustedes lo hagan primero.
No sabía por qué, pero los fantasmas no dudaron en confiar en mis palabras, y honestamente, no mentía, iba a saciar sus deseos a su debido tiempo, quería hacerlo, no por lastima, era más un impulso, una necesidad recién descubierta.
Miraba constantemente mi tarjeta de estado para revisar mis mejoras, por algún motivo que desconocía, no había obtenido muchas habilidades, incluso cuando me aseguré de ir a tantas tumbas con fantasmas hubiera, mi fuerza y maná solo habían aumentado un poco.
De todas formas, gané algo muy valioso.
¿Será por el estilo de vida que tuvieron? ¿O es por el tiempo que han estado muertos?
Habilidades.
Putrefacción. Detección de vida. Sed de venganza
Habilidades Pasivas. Recolectar esencia. Asimilar esencia. Números mentira.
Sed de venganza suena peligroso, veré qué hace cuando esté solo y aislado, no quiero matar a nadie por accidente.
El cementerio era bastante grande, por lo que no podría visitar todas las tumbas en un solo día, además de que ahora tenía la misión personal de completar los deseos de los fantasmas.
- Empecemos por los más rápidos primero.
Dejé colgando mi saco en una estatua de ángel cercana y pasé un rato cumpliendo deseos simples como barrer las tumbas, recoger flores, y otros mandados simples. Aunque fue ciertamente doloroso cuando llegaron los niños, la mayoría parecían pobres y abusados, sus deseos fueron tan puros que no pude evitar sentir un nudo en mi garganta y un dolor en el corazón, mi único consuelo fue ver como se convertían en partículas de luz que ascendían a los cielos.
Algunos me pidieron jugar con ellos a cosas como las escondidillas, las traes, la casita entre otros juegos, pude fácilmente con eso, en la tierra tengo un hermano menor que me pedía hacer lo mismo asi que tratar con niños no era nada nuevo.
Pero hubo uno, que de verdad me dieron ganas de encontrar a los padres y colgarlos de sus tripas mientras les daba de comer su propia mierda.
Ni si quiera tenía una tumba apropiada, era solo un bulto de tierra fría sin lapida.
Ni si quiera le dieron un nombre.
Fue una niña de unos 5 o 6 años, el trapo sucio que usaba como ropa estaba hecho tirones, su cabello negro había sido arrancado en varias partes de su cabeza, parecía desnutrida y su piel estaba llena de moretones y cortes que sangraban constantemente, su nariz estaba rota, a su boca le faltaban dientes y su ojo izquierdo había sido estropeado de alguna forma, sus piernas goteaban un líquido del cual preferí no pensar que era, la marca en su garganta me dijo que había terminado con su vida colgada.
Su petición dolió más que cualquier golpe, corte o bala que mi cuerpo haya sentido, ese momento fue el epitome de mí frustración.
Pues su deseo fue un abrazo.
Solo un abrazo.
No lo dijo con palabras, ya que no sabía hablar.
Solo extendió los brazos y espero una respuesta.
Mis piernas perdieron toda su fuerza en ese momento, mis ojos estallaron en lágrimas y mis llantos fueron ahogados por mi cerrada garganta.
¿Nunca conoció la felicidad? ¿Ni si quiera se le permitió un momento de cariño?
La respuesta era obvia, pero no quería aceptarla.
Después de unos solidos 5 minutos de llorar, me puse al nivel de la niña e intenté abrazarla. Supuse que no podría tocarla como con los fantasmas anteriores, pero para mi sorpresa fui capaz de sentirla.
Un cuerpo tan delgado y débil que podría romperse al menor descuido, y una carne tan muerta que daban escalofríos.
Pero nada de eso me importo. Yo solo quería darle lo que pedía. No podía hacer otra cosa.
Dejé que sus débiles manos se aferraran a mí ropa e hice mi mayor esfuerzo para no hacer ruido.
Solo escuché un triste suspiro de alivio y pronto sentí como su figura se desvaneció en la tranquilidad del silencio.
No dijo gracias.
No dijo ni una sola palabra que pudiera entender.
Y no lo necesitaba.
Me levanté de la tierra, saqué un cigarro y fumé mientras salía del cementerio por una tabla de madera.
Un hombre de aspecto humilde me la vendió a 10 cobres, regresé donde estaba la niña y con mis manos excavé un orificio donde pudiese poner la nueva lapida.
Como mis guantes eran de un cuero resistente, por lo que no dañe mucho mis manos.
Una vez puesta la lápida saqué mi navaja de bolsillo.
- Si ellos no te dieron un nombre yo te lo daré.
Empecé a tallar.
"Aquí yace Amanda"
- No sé si existe la reencarnación o la vida después de la muerte, pero si aquí hay fantasmas y magia de verdad, entonces puede que, sí la haya, solo espero que puedas tener lo que no tuviste en esta vida.
Blasfemia, hipocresía, egoísmo.
Lo que hacía era todo eso y puede que más.
Nunca visitaba las tumbas de mis familiares en la tierra, y de no ser porque podía ver y sentir a la gente después de muertos en este mundo, nuca hubiese hecho esto.
Era pura autosatisfacción.
- Pero quería hacerlo, y con eso me basta.
Yo seguía mis deseos y hacía todo lo que podía por cumplirlos.
Si la gente me respetaba u odiaba por ello no importaba, porque al final quien cargaría con las consecuencias era solo yo. Y mientras fuera solo yo podía hacerlo todo. Podía aceptarlo todo.
Incluso si tenía que matar.
Tap*
Una pelota de cuero había aterrizado junto a mi pie, reflexivamente la levante con un movimiento de futbol y la tomé en mis manos.
- ¡Asombroso señor!
Un trio de niños corrieron rápidamente a donde estaba, sus ojos maravillados y expectantes perdieron un poco de brillo al mirar mi rostro.
¿Trillizos?