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81.35% Los hermanos Sonobe / Chapter 48: Heridas abiertas

章 48: Heridas abiertas

La ventisca del invierno azotaba la cabellera rubia de Adeline. Sus ojos grisáceos contemplaban las centellantes luces de la ciudad, mientras Jean Pierre conducía rumbo al Palais Royal.

_ Pronto nevará. _ anunció con preocupación, adhiriendo sus ojos dorados en el cielo nocturno.

La joven lo miró, percibiendo el estado azorado de él, las manos tensas en el volante y su mirada ensimismada en la carretera delataban como Jean Pierre, repetidamente, era consumido por sus propios pensamientos.

_ Quiero saber más de ti. _ preguntó ella, rescatando al joven del oscuro abismo al que estaba apunto de resbalar.

_ Desde pequeño, mis estudios los llevaba con distintos tutores desde casa, mis padres concordaron enseguida por mi hermética personalidad, sin embargo, para respaldar su decisión inventaron que sufría del espectro autista, solamente porque odiaba estar con otras personas. _riendo, la miró ladeando la cabeza.

Adeline en respuesta hizo una mueca de desaprobación.

_ Eso es horrible Jean Pierre, quiero saber sobre algún evento en tu vida en donde realmente fuiste feliz. _ sonriendo, lo observó meticulosa.

_ Es gracioso. _ restando importancia a la historia, alzó sus hombros perezosamente. _ Tengo varios momentos en donde fui feliz, la similitud de todos ellos es que comienzan desde aquella noche, en el Théâtre des Variétés. _ sonriendo, acarició la cabeza de la joven con delicadeza.

Adeline sonrojada, se aferro a sus caricias con el temor de que alguna vez este la dejara.

_ Aférrate a mí por siempre. _ musitó ella, sellando sus ojos.

...

El bosque conífero cercano al palacio, se encontraba pintado de blanco, como los vergeles floreados que circundaban la mansión. Los setos atestados de copos de nieve, originaban múltiples laberintos que conducían al bosque blanquecino. La colosal fuente situada en el centro de frondosos cipreses, se hallaba petrificada en hielo puro. El pavimento bañado de nieve dificultaba la visión del camino.

El segundo hermano, divisó el coche de Adeline y de Damien en la lejanía. Aparcó el vehículo en medio de ambos automóviles. Bajándose, se encaminó hacia la puerta del copiloto, abrió la puerta y sostuvo con ternura la mano de la joven. Adeline salió del coche tomada de la mano de Jean Pierre.

Ambos caminaron en dirección a la entrada del palacio.

_ Anhelas conocer mi lado oscuro Adeline? Ansias saber todas mis obsesiones y deseos? Deseas realmente conocerme?. _ abriendo la puerta, sus ojos dorados se plasmaron en ella.

_ Sí. _ murmuró con timidez, adentrándose junto a él.

Jean Pierre la condujo escalones arriba, rumbo a la puerta de plata con incrustaciones de zafiros, rubíes, esmeraldas y piedras preciosas de tonalidad dorada. El aposento esquinero, situado en el ultimo piso, estaba resguardado por una llave que insertó el hermano del medio en la cerradura, antes de abrir la puerta por completo, la miró.

_ Bienvenida a mi mundo Adeline. _ besando sus nudillos, abrió la puerta.

La joven se adentró estupefacta a la estancia rebosante de lienzos que la contenían como única protagonista de la pintura. Retratos sobre cada una de las noches en las que el hermano del medio la contemplaba tocar el violín en el Téâtre des Variétés. Había captado cada paso danzante, cada prenda de ropa específica, había aprisionado cada fragmento de ella con meticulosidad.

_ Eres mi musa Adeline, eres mi museo privado. _ susurró en su oído detrás de ella, acariciando sus brazos con delicadeza. _ Eres mía.

El corazón de Adeline palpitaba con fuerza, no obstante, viró ante él, encontrándose con aquellos ojos de oro que la incitaban a introducirse en aquel mundo colmado de sombras y oscuridad. Ambos mundos encajaban a la perfección como si se tratara de un rompecabezas. Solo había que hacer un movimiento para unir las piezas.

La joven enrolló sus dedos en el cabello negro azabache de él, atrayendo la figura ávida de Jean Pierre a ella, hasta que sus cuerpos rosaran entre sí. Aquel acto por parte de ella despertó al lobo hambriento que emergía del joven. El fervor de devorar cada rincón de su cuerpo y alma lo hizo actuar. Jean Pierre la besó apasionadamente, alzando el delicado cuerpo de Adeline, quién de modo receptivo envolvió sus piernas en las caderas del segundo hermano.

Jean Pierre a ciegas, arrojó unos cuantos lienzos en blanco y unos botes de pintura, ubicados en una mesa prolongada, al pavimento. En donde situó a la joven sin dejar que sus labios se detuvieran de la feroz sintonía que ambos habían compuesto.

Deshaciéndose de los abrigos, el joven lanzó la blusa de ella hacia un rincón. Sus ojos dorados inspeccionaron alucinados sus pechos sujetados en un sostén de encaje negro. Contemplaba como el pecho de ella subía y bajaba de modo incesante, aquello lo había enloquecido por completo.

Creó un camino de besos húmedos desde su cuello, hasta dejar un recorrido de lamidas y chupetones, culminando en su ombligo.

Los gemidos de Adeline lo hacían desearla cada vez más, al punto de explotar del placer que sentía en ese instante.

La joven, desabrochó los botones de la camisa de vestir de él, desnudando su tonificado torso. Con sus dedos acarició su abdomen, pecho, torso, bajando al cinturón de su pantalón.

Mientras Jean Pierre disfrutaba del tacto de ella en su cuerpo, los recuerdos sombríos de su infancia lo hostigaban. La escena de sus padres liándose con otra mujer en vista de él, lo acosaban, distorsionando la figura de Adeline por aquellas imágenes tortuosas de su padre azotando su espalda en la biblioteca tras impedir aquel atroz e impuro suceso que ocurría entre sus padres. Sus gritos, su llanto, no lo detuvieron. Lo abandonó moribundo, con su espalda ensangrentada en medio de la oscuridad.

El segundo hermano la detuvo. Sus ojos de oro se sellaron, viró, para que la joven no pudiera verlo en ese estado desosegado.

Adeline temerosa por haber sobrepasado los límites de él, palpó su espalda desnuda, percatándose de las profundas marcas que cubría cada extremo de esta.

_ ¿Qué fue lo que pasó?. _ su manos trémulas en su espalda y su tono preocupante, lo hicieron accionar levantándose.

_ Es hora de dormir, debes descansar. _ Arropó la figura semidesnuda de la joven con su camisa de vestir.

_ Déjame entrar Jean Pierre, no me dejes por fuera. _ Sujetando el antebrazo de él, musitó con lágrimas.

_ Ya te adentraste a mi mundo Adeline. Por ahora, no te adelantes en conocer varios aposentos oscuros a la vez. _ Acariciando su cabeza, la llevó entre sus brazos rumbo a su habitación.

Posó la esbelta figura de la joven en el colchón, cobijando cada parte de su piel con frazadas de algodón.

_ Te amo Jean Pierre. _ Removiendo su rostro en la almohada, lo miró somnolienta.

_ Yo te amaré más de lo que tú me amas a mí. _ Besando su frente, se acostó a su lado, abrazando la cintura de ella.

Adeline sonrió negando con la cabeza.

Sellando sus ojos de tormenta, cayó plácidamente en los brazos de él, sintiéndose resguardada por el cálido contacto que emanaba de su cuerpo.

...

Las rosas rojas había sido pintadas de blanco, las copas de los cipreses contenían montículos de nieve que ocultaban su característico verdor. Los vergeles primaverales perdieron sus coloridos tonos, no eran más que arbustos y flores paralizadas por la ventisca helada del invierno.

El granizo caía con ferocidad en el pavimento, algunos, azotaban los ventanales. Ocasionando estruendos que despertaron fortuitamente a la joven de su sueño.

Levantándose del colchón, contempló como los copos de nieve se aferraban a los ventanales hasta que estos volvían a transformarse en agua.

Frotando su rostro, se percató de la ausencia de Jean Pierre en la recámara.

Preocupada, salió tras las puertas en busca del joven. Descendió por los escalones de espiral hasta llegar a la sala de estar, siendo dirigida por las diversas voces masculinas que sobresalían de la oficina de Jean Pierre.

_ Podría ser una trampa Jean Pierre. _ Advirtió Darius, mirando al hermano del medio con severidad.

_ Tiene razón, de verdad quieres ir hasta allá para que definitivamente nos hagan el jaque mate? Solo faltas tú Jean Pierre, no puedes arriesgarnos así. _ Opinó Eydrian con preocupación.

Antes de que Jean Pierre pudiera replicar, Adeline se adentró a la estancia, siendo contemplada por cada joven presente.

Los ojos café claro de Darius se quedaron plasmados al observar su rostro angelical y su cuerpo cubierto solo por una camisa larga de vestir. No podía desviar la mirada de ella.

El joven pelirrojo, la miró luego de sonrojarse y apartar la mirada de ella.

Bastian alzó el pulgar y le guiñó el ojo.

Mientras que Eydrian solo sonrió.

Jean Pierre siendo testigo de las reacciones de todos ellos, enfureció de celos. Caminó hacia ella para cubrirla con un gabán negro. Abotonó este desde las pantorrillas hasta el cuello. Afirmando con la cabeza, volvió a su sitio, llevando consigo a la joven de la mano.

_ Tranquilo viejo, es toda tuya. _ Dijo Eydrian, alzando la manos en son de paz.

El comentario de Eydrian fastidió a Darius, removió su cabello negro, dirigiendo su mirada hacia otro lado.

_ ¿Qué está sucediendo?. _ preguntó ella intranquila. _ ¿Qué haces aquí?. _ mirando a Darius, frunció el ceño.

_ Ayudo a la causa. _ replicó observando sus ojos de tormenta con fervor.

_ Ayudarás a la causa, cuidando la mansión por fuera. _ los ojos de oro de Jean Pierre fulminaron a Darius. _ Gianluca me llamó en la madrugada, lo dejaron abandonado en un callejón herido. No lo dejaré ahí solo, no hay mucho tiempo, está muy grave, tengo que ir por él. _ Explicó Jean Pierre contundente mirando a Adeline.

_ Lo que tu novio no quiere comprender es que es una misión suicida. Lo que busca es que lo maten a él y de paso a Gianluca también. _ Sus ojos de heterocromía miraron a Adeline con la intención de que esta convenciera a Jean Pierre, no obstante Eydrian no logró su objetivo.

_ Eydrian esto no es un debate, la decisión ya está tomada. André y tú irán conmigo. Te dejaré en el Royal Empiere, serás nuestros ojos y oídos por si algo acontece en el callejón. _ ordenó inexorable a Eydrian. _ Du wirst mit mir gehen. _ Demandó en alemán a André, el cual afirmó acatando la orden. _ André será mi copiloto, Eydrian nos vigilará desde las cámaras, Bastian se quedará cuidando el interior de la mansión, Darius se queda afuera y Damien está a cargo de todos ustedes.

_ Pero Sr. Sonobe soy su guardaespaldas, debo estar a su lado. _ Protestó Damien, sujetando la boina en su pecho.

_ Te necesito aquí, cuidando de lo más valioso. _ Recalcó mirando a Adeline.

La joven lo abrazó con ojos vidriosos, temiendo por la vida de su amado.

_ Volveré pronto a tu lado Adeline. _ prometió Jean Pierre, besando sus labios.

_ Te estaré esperando. _ sonrió con tristeza, dejando que el hermano del medio partiera junto a André y Eydrian en busca de Gianluca.


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