Conexión.
Cuerpo Dios Yang.
Alexander caminó con Celestine en sus brazos, una corta distancia hasta la gran cama Real, allí se dió cuenta de que Celestine estaba oliendo fuertemente su pecho, y aunque se aturdió un poco, todavía sonrió y la puso amablemente en la cama.
"Ahora... relájate."
"Hai." Celestine respondió con casi un susurro, mientras su caliente respiración se agitaba un poco.
Ella sabía que a partir de ahora experimentaría con su cuerpo, lo que había visto en esas visiones asombrosas...
Celestine, al igual que cada vez que lo presenciaba, tenía un sentimiento muy, extremadamente muy cosquilloso y agradable que recorría todo su cuerpo, y la expectación en su alma ahora mismo era tal, que se dió cuenta de que la punta de sus gigantescas ubres, o sea, sus pechos, estaban muy erguidas y en la parte inferior de su entrepierna se sentía muy húmeda.
'¿Hm?'
Alexander originalmente pensaba ir directamente al oral, pero vió que el cuerpo de Celestine temblaba demasiado de excitación, además, las líneas de líquido de amor que chorreaban de sus blancos muslos, demostraban que ella estaba más que lista.
Alexander sacudió su cabeza y todavía miró a Celestine a sus ojos verdes.
"Ahora, cuidaré de ti."
Celestine sonrió como una flor abriendo sus pétalos, y asintió mientras su débil mirada intoxicada todavía estaba sobre Alexander, el mismo se quedó mirando más tiempo de lo normal esos ojos, pero entonces continuó el trabajo.
Cuidadosamente, y de manera gentil, "desnudó", a Celestine, despojándola lentamente de todo su "ropa" y artículos que molestarían en lo que iba a suceder.
Celestine sintió que una energía cálida, y segura, la envolvió mientras Alexander quitaba su corona de oro y pequeñas enredaderas de la cabeza, tomó suavemente las prendas que traía y las abrió de manera que ella quedaría desnuda con la ropa debajo y a sus lados, Celestine sentía escalofríos recorrer su columna con los roces placenteros de Alexander y este sólo sonrió al ver que todavía chorreaba más jugos de su blanca y delicada vagina, quitó todo y cada cosa que ella tenía sobre su cuerpo, exceptuando en artículo sobre su cuello, que Celestine al ver a Alexander detenerse por esto, ella misma se lo quitó de un movimento simple.
"... Eres hermosa, Celestine, tengo la suerte de mi lado al tener una mujer como tú."
Él miró a Celestine completamente desnuda en la cama, y no pudo evitar hablar mientras la miraba a sus ojos con sinceridad.
Todo el cuerpo de Celestine estaba hecho para parecer el epítome de la belleza y elegancia, también tenía esos masivos pechos y esa cadera tan grandes que Alexander no podía apartar la vista, no eran sólo grandes sino que también blancas, pálidas de un color sano, como la leche más pura de este Mundo, sus curvas eran trampas mortales para todos y cada uno de los hombres, y por si fuera poco, el atractivo de la cara de Celestine era inconmensurable, más aún, ahora que estaba completamente sonrojada y con una mirada que parecía querer fundirse con él mismo...
Alexander, en ese momento, tuvo que admitir que aparte de Olga, Celestine era la mujer más hermosa que sus ojos habían visto.
"~Alex-sama~" Celestine, sintió que su corazón fallaba al ver la mirada con que Alexander la miraba, no pudo respirar por unos momentos y ella empezó a sollozar un poco...
Alexander pareció estupefacto por esto, y entonces en lugar de hacer algo más, sólo acarició la cara de Celestine mientras limpiaba sus lágrimas poco a poco, esperando a que ella se sintiera mejor con Conexión trabajando rápidamente.
Después de unos minutos, Celestine terminó de sollozar y abrazó fuertemente a Alexander.
"..." Alexander todavía no había perdido las ganas, y ahora mismo quería derribar a Celestine y hacerle pasar mucho placer, pero se controló debido a que las emociones eran diferentes en estos momentos.
"Alex-sama..." Celestine abrazó a Alexander todavía más fuerte, "Alex-sama..."
Sus dedos se hundieron en la ropa de Alexander, mientras al parecer quería que él se convirtiera en uno con ella.
Entonces, Celestine alzó su cabeza y miró a Alexander, "Por favor... nunca me abandones..."
Ella, Celestine Lucross, una Diosa Reencarnada y gobernante de toda la Humanidad restante en este Mundo, le rogó a Alexander de una manera tan servil que parecía un esclavo rogándole a su Dueño.
Alexander, frunció un poco las cejas.
"Yo haré lo que haga falta... no importa qué, pero por favor, no me abandones... ansío tu cobijo en esta fría eternidad..."
Ella continuó rogando, mirando a los ojos de Alexander.
Alexander no entendía lo que decía Celestine muy bien, pero, sonrió, luego puso su dedo, encima de los labios rojos y seductores de Celestine.
Ella se aturdió un poco por esto, pero miró sin poder hacer más.
"Celestine, eres mi mujer." Alexander le habló, mirándola directamente a sus ojos, Celestine sentía que esos ojos azules muy profundos que la miraban, podían ver tan lejos en su ser de una manera en la que ni siquiera ella misma sabía, y contrario a lo que se esperaría, nada más que el calor intangible que rodeaba su alma y el confort, era la reacción de su existencia a esta mirada de este hombre que parecía más un Dios que un hombre.
"Eres mi mujer. Nada más tiene que preocuparte ahora, eres mi mujer, ya es muy tarde para escapar." Alexander habló y al principio sonó extremadamente solemne, pero al final fue más como que diversión mientras miraba a Celestine.
"..." Celestine no pudo hablar, ella no tenía palabras.
"No sé que piensas o qué es lo que te aflige ahora mismo, pero no te debes preocupar más en vano, eres mi mujer, tu destino mismo, tu suerte, todo fue arrancado por mí."
Alexander hablaba palabras extremadamente... diabólicas, si alguien más las escuchara, pero en Celestine, esto era como si de pronto un Sol la envolviera mientras estaba en un terreno congelado sin fin.
"Alex-sama... no..." Ella iba a hablar, pero su mismo tono contenía un complejo de inferioridad.
"No te reprimas. Dilo, yo quiero es escucharte."
Celestine miró a este hombre, miró a la persona que ahora era el dueño de su Alma, y que la miraba con una gentileza que ella sólo había visto de una persona en su vida.
"Esposo..." Ella habló, un peso pequeño fue elevado de sí misma.
"Dilo de nuevo."
Alexander no dió oportunidad y contrario a su tono ligeramente brusco, Celestine repitió: "Esposo."
"Dilo de nuevo."
Celestine se sorprendió al notar que no sólo ella misma era la que disfrutaba declarar esto, sino que Alexander también por la sonrisa de niño pequeño que tenía en su devastadoramente hermosa cara, Incluso más que la de ella, pensaba Celestine.