Al mismo tiempo que el proceso de entrenamiento estaba empezando en Konoha, también estaba empezando en otras villas ocultas. Por supuesto, Kain estaba en cada una de las villas.
El Kain/clon verdadero que había llegado a Sunagakure iba acompañado de Hana. Él la había llevado por dos razones: ella era médico y la segunda, y puede que la más importante, su belleza.
Al igual que un mago utiliza una bella asistente para distraer al público, Hana también distrajo a los shinobis de Sunagakure.
En Muchos aspectos, si Kain hubiera ido solo sería más aterrador. Sin embargo, con Hana a su alrededor parecían un joven matrimonio.
—Por aquí, por favor— dijo Hana señalando con la mano un espacio en la tienda de campaña donde ella y Kain planeaban atender pacientes bajo la consigna de visitar Sunagakure en un misión de paz.
Los shinobis de Sunagakure estaban idiotizados, y eso que Hana llevaba una túnica gris encima y escondía su hermosa figura. Sin embargo, solo su cabello blanco, ondulado, su piel oscura y sus hermosos ojos almendrados con el iris rojo era más que suficiente para robar el aliento a hombres y mujeres. Por supuesto, había detractores, pero no se atrevían a decir lo que pensaban.
Junto a Kain estaba Shamon, kasekage de Sunagakure. Ellos estaban a cinco metros de la tienda de campaña observando como los demás trabajaban.
Shamon se mantenía saludable, pero había ganado un poco de peso. Él llevaba la cabeza rapada y mantenía el dragón tatuado alrededor de su cabeza. El ojo del dragón coincidía con el ojo de Shamon y eso lo hacía ver perturbador.
Kain observó a Shamon con detenimiento y lo encontró más robusto —¿parece que estamos comiendo bien?— preguntó
Shamon miró a Kain, se ruborizo, pero mantuvo el carácter serio y asintió —gracias a la ayuda de Kain-sama hemos podido mejorar la producción de alimentos— dijo
—Eso es bueno, tengo algunas cosas que mostrarte, pero antes ¿Por qué no me muestras a los candidatos para el examen chunin?—
—Con respecto a eso— dijo Shamon, él agacho la cara algo avergonzado y después miró a Kain —lo siento, solo tenemos a una persona lo suficientemente buena para participar—
Kain frunció el ceño, pero asintió con tranquilidad. Le pareció natural, sería raro que sin alimento y el entorno adecuado, Sunagakure pudiera producir shinobis de gran nivel. Dentro de las grandes naciones, Sunagakure era la más débil.
—Tráeme a la persona y a todos los que estén entre los diez y quince años. Si hay alguien mayor edad, pero prometedor, también tráelo—
—¿Eso es?—
—¿No quieres?— preguntó Kain con una sonrisa burlona —solo estoy fomentando el equilibrio de poder entre las villas. De esa manera, si alguien piensa tontamente, lo tendrá que pensar dos veces antes de lanzarse al conflicto—
Shamon entendía el pensamiento de la paz y la postura de Kain. Él se los había dejado a todos bien claro. La fuerza era indispensable. A pesar de que el primer dios shinobi había declarado el final de la era de los estados combatientes, solo ahora se estaba viendo un real cambió. Esta situación (Kain visitando Sunagakure en términos amistosos) hubiera sido imposible en el pasado. Impensable.
Sin embargo, así como la fuerza era necesaria, cierto equilibrio en la fuerza de los países también era necesario. De lo contrario, cualquiera que se viera más fuerte atacaría al más débil sin pensarlo dos veces. Los corazones humanos son demasiado volubles, codiciosos y mezquinos.
—Lo entiendo, su excelencia— dijo Shamon, kazekage de sunagakure —haremos como usted solicito—
Kain asintió y dejo que Shamon completara en su mente todos los ideales que había en su imaginación. Kain solo estaba siguiendo su plan. Mientras más gente, mejor. Incluso si la mayoría no iba a durar más allá de la mitad de los exámenes chunin. Por otro lado, lo del equilibrio de poder era verdad.
Kain camino por la tierra árida hasta la tienda de campaña donde los shinobis ayudaban a Hana a ordenar las cajas con medicamentos. Él se acercó a Hana y la abrazó por la cintura. Hana lo miró, sonrió y acomodo su cabeza en el pecho de Kain.
Los shinobis quedaron mirando a Kain, pero este último solo sonrió y asintió. Ellos fruncieron el ceño, pero alguien intervino.
—Hana-sama— dijo una mujer de no más de veinte años —¿Con qué otra cosa la podemos ayudar?—
Hana miró a Kain y este último asintió. Entonces Hana miró a la mujer y le respondió —Chiyo-san, por favor, dígales a los pacientes que vengan. Kain-sama y yo los iremos atendiendo en la medida de lo posible. Si usted sabe de alguien que necesite un tratamiento urgente, por favor, déjelo al principio de la fila. Lo ayudaremos con mucho gusto. Además, infórmeles a los alumnos de ninjutsu médico que se acerquen—
—Entiendo— respondió Chiyo, una joven de Sunagakure con el cabello morado y corto hasta los hombros. Dentro del grupo había un hombre que se veía parecido a ella. Chiyo miró a los shinobis y kunoichis que ayudaban y les fue asignando sus tareas.
Una vez que Chiyo termino, todos respondieron —Sí— incluso el muchacho que se parecía a ella. Entonces todos salieron de la tienda, no sin antes darle una larga mirada a Hana como si la anhelaran, pero esta última solo sonrió y les hizo el gesto con la mano en señal de despedida.
Kain se acercó a la mujer, debe haber sido un par de años mayor que él. Medía un metro con cincuenta y cinco centímetros. De aspecto serio y no le apartaba los ojos a Kain, pero diferente de lo usual. Ella era seria como si viera a un posible rival al que no había que descuidar.
—Mucho gusto— dijo Kain y le tendió la mano
Chiyo miró la mano de Kain y soltó una risa divertida, retomo su mirada seria y realizo una reverencia —mucho gusto, su excelencia. Esta tiene por nombre Chiyo, solo Chiyo. Yo estaré asistiéndolos con la mejor de mi capacidad. Ahora, si me disculpa—
Kain quedó con la mano tendida, pero no se lo tomo a mal. Había mucha gente como Chiyo que todavía no se creía que el mundo estaba en paz. Que ninguna villa estaba pensando en atacar a la otra. Y, sobre todo, que alguien como Kain ayudaría a su villa sin pedir nada a cambio. Era el tipo de persona que tenía heridas muy profundas.
Chiyo paso por al lado de Kain y salió de la tienda.
Hana se despidió de Chiyo con la mano, pero Chiyo volvió a ser cordial y asintió con seriedad.
—Kain-sama no está acostumbrado a ser ignorado por las mujeres ¿Qué se sintió?— preguntó Hana algo divertida, tenía una hermosa sonrisa y una mirada llena de expectación para ver la reacción de Kain.
Kain sonrió, le iba a decir que sentía tristeza, ya que esa desconfiada producida por el dolor era demasiado lamentable, pero jugo su papel y respondió —nada, ya tengo a la mujer que necesito. No necesito a nadie más—
Hana de hermoso cabello blanco, ondulado, piel oscura y ojos con un iris rojo, se mordió el labio inferior conteniendo una sonrisa. Ella era egoísta y no sabía el alcance de las habilidades de Kain, así que él hecho de que Kain estuviera aquí, le hizo pensar que su hermana estaría viajando sola a Kirigakure. Por una parte, ella se sentía culpable, pero, por otra parte, ella se sentía increíblemente feliz por ser elegida por encima de su hermana. El corazón era complicado.
Hana se acercó y aferró a la ropa de Kain. Ella se paró de puntillas, pero se detuvo a unos centímetros de los labios de Kain y le preguntó —¿En serio?—
—En serio, muy en serio— respondió Kain con calma mientras sus manos se deslizaban por la espalda de Hana hasta su cintura —¿Hay algo más que podría pedir?—
—No te creo— dijo Hana con una sonrisa divertida
Kain mostro una amplia sonrisa y la beso.
Pronto empezaron a llegar los shinobis que iban a aprender ninjutsu medico con Kain. Sin embargo, al ver que Kain y Hana no se despegaban, fue algo incomodo.
Una vez más Chiyo hizo acto de presencia y tosió —lo siento por molestarlos, pero ya llegaron los estudiantes de ninjutsu médico— dijo
Kain se apartó de Hana, ella lo quedó mirando a los ojos y le susurro —a la noche—
—Sí— susurro Kain —a la noche—
Ellos se apartaron y Hana camino hacia Chiyo —por favor, vengan conmigo— dijo con una amable sonrisa. Lo que dejo fascinado a más de uno. En total eran diez personas, tres shinobi y siete kunoichi.
Kain se acercó a Chiyo y le preguntó —¿Y los pacientes?—
—Están llegando, su excelencia— dijo Chiyo —por su estado de salud, los tenemos que traer con cuidado—
—Entiendo, estaré listo en cuanto lleguen—
—¡Qué!— grito un shinobi
Kain y Chiyo miraron hacia atrás, donde estaban puestas las mesas, sillas y la pizarra. Ellos vieron a Hana abotonándose la bata blanca mientras el shinobi que grito tan fuerte, se ponía rojo de la vergüenza y se ganaba la animosidad de los otros. El tipo se tapó la boca y agacho la cara.
Kain soltó una risita y negó con la cabeza, no lo podía culpar. No todos los días conocías a una mujer como Hana.
Kain abrió la tela que funcionaba como puerta de la tienda y entro el calor implacable del desierto. Los pacientes fueron llegando uno a uno y para sorpresa de ellos, Kain fue haciendo un clon de madera para cada uno de ellos. En total, los pacientes más graves fueron diez. Así que ese fue el número de clones de madera. De ahí en adelante, Kain solo atendería a esa cantidad por turno. Además, era el número de alumnos de ninjutsu médico que ocuparían su lugar una vez que estuvieran capacitados.
Hana ocuparía su lugar como supervisora mientras Kain ocupaba su tiempo inspeccionando a los genin que podían participar en los exámenes chunin.
En eso volvió Shamon junto a un muchacho de cabello oscuro y mirada apática. Parece que él no quería estar aquí.
Kain sonrió, le gustaban este tipo de personas, tenían algo especial que ocultaban por alguna razón, pero una vez que los abrías eran como la caja de pandora. Desataban todo tipo de sorpresas.
—¿Cómo te fue Shamon?— preguntó Kain
Shamon un poco avergonzado por la actitud del muchacho (debe haber tenido unos trece años cuando mucho), respondió —sí, he traído a nuestro mejor elemento—
—Abuelo, no quiero hacer esta mierda. Es pura pérdida de tiempo— dijo el muchacho
Kain soltó una risita ahogada mientras Shamon se ponía tan rojo de la vergüenza por la actitud del muchacho.
—Tú, estás en presencia— dijo Shamon
—De un monstruo— dijo el muchacho mientras miraba a Kain con una mirada filosa —yo detesto a los monstruos—
Kain examino esa mirada, ya no lo encontró tan divertido. No era la mirada de un niño o de alguien talentoso con un gran ego, pero la auténtica desconfianza de alguien que se ha enfrentado a un monstruo.
—¿Yo soy un monstruo? ¿Cómo el ichibi?— preguntó Kain con una sonrisa astuta
El joven frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Shamon le dio un puñetazo en la cabeza. El muchacho se agacho y se agarró la cabeza.
Shamon miró a Kain con vergüenza y le dijo —lo, lo, lo siento, en serio. Es un niño amable, pero a veces—
—No, no te preocupes— dijo Kain levantando la mano para que Shamon se calmara.
Kain miró al niño y le dijo —vamos, tengamos una pequeña conversación—
El niño levantó la mirada y chasqueo la lengua —lo entiendo, maldito monstruo—
—Tu no aprendes— dijo Shamon elevando la voz
—Lo entiendo, lo entiendo, no me golpees, me vas a dejar idiota— dijo el muchacho y se dio la vuelta para caminar a la salida.
Kain miró a Chiyo, pero ella miraba con cierta desconfianza, no a él, pero al muchacho, como si no le agradara. Kain tosió para llamar su atención y le dijo —Chiyo, por favor, gestiona a los pacientes. Dejare a mis clones de madera administrando tratamiento—
—Sí, su excelencia— dijo Chiyo con la misma seriedad anterior.