章 413: Mundo Shinobi - La falsa paz - 81
-Kain, Kain- murmuraba Hashirama entre sueños. Sentía como si alguien le mordía la mano, mientras se retorcía en su futon. Soñaba con lo que paso hace unas horas. Solo pudo ver a Kain gritar del enojo y salir corriendo hacia la arboleda. Hashirama trato de seguirlo, pero solo pudo correr durante un par de metros y después de eso, todo se volvió borroso.
-¡Hashirama-sama!- dijo Mito al lado de su futon. Le tomo la mano derecha ya que la izquierda estaba siendo examinada por el viejo Orochi.
-Mito-sama- dijo Orochi en calma, mirando de cerca la herida que dejo el kunai en la mano de Hashirama -no grite, él solo está en shock por el veneno que había en el kunai. Sin embargo, este nivel de toxina es insignificante para alguien con la constitución del cuerpo sabio-
-Ya lo sé, Orochi- dijo Mito mientras sostenía la mano de Hashirama entre sus manos.
-Será mejor que me deje tratar a Hashirama-sama y vaya al municipio a contarle la situación a Tobirama-sama-
-Es que yo, bueno, sí, tienes razón- dijo Mito con voz baja
Al mismo tiempo, en la habitación de las Uchihas. Naoko, Naori y Biwako estaban preocupadas por la situación. Sobre todo, porque Kain estaba ausente. Naori trataba de mantener la calma, ya que su hija la había perdido por completo. Ahora Naoko estaba acostada sobre su futon mientras Naori le sostenía la mano. Por otro lado, Biwako le ponía paños húmedos a Naoko sobre la frente.
-Okaa-sama- dijo Naoko con la intención de preguntarle a Naori, pero ella movió su envejecido índice y le tapo los labios.
-Sé lo que quieres preguntar, pero ya te lo he dicho- respondió Naori -deja a Kain, él sabrá qué hacer. Lo hemos entrenado para esto. También estoy preocupada, pero en mi estado actual, poco pudo hacer-
-Es solo, es solo- dijo Naoko con voz angustiada -¿Si le pasa algo?-
-Solo el destino lo dirá- dijo Naori soltando un suspiro. Estaba nerviosa por dentro, pero por su hija tenía que ser fuerte. Es cierto que habían entrenado a Kain para poder defenderse de lo que pasara en el futuro. Un intento de asesinato estaba contemplado dentro de los márgenes. Sin embargo, nunca imagino que esto pasará tan pronto.
-Señora- dijo Biwako, miró a Naori a los ojos y continuo -el joven Kain estará bien, es el niño más hábil que he conocido en mi vida-
Naori solo pudo asentir.
-o-
Kakuzu se detuvo en un espeso bosque. Los árboles habían crecido hasta los cincuenta metros de altura y se necesitaban más de treinta personas para ser rodeados. Por otro lado, la fauna era peligrosamente grande, de tamaños desproporcionados. A cien metros de Kakuzu, entre los arbustos y grandes matorrales, a los pies de un enorme árbol, se veía una gruesa y larga cola. La serpiente dueña de esa cola era tan gruesa como una casa de un piso y medía más de cincuenta metros de largo. Estaba en calma y vigilando como si fuera parte del medio ambiente, pero en realidad, era el centinela de uno de los criadores de serpientes que custodiaban la guarida.
En cuanto la serpiente sintió a Kakuzu, levantó su enorme cabeza y miró en todas las direcciones. Después repto moviendo su enorme cuerpo por entre medio de los árboles hasta Kakuzu y lo olfateo. Kakuzu alzo la vista y miró esos grandes ojos con iris en forma de tajo. Se pregunto, si después de decirles a los demás que había fallado, lo entregarían a la serpiente para que se lo comieran. La serpiente entendió que era familiar, así que se dio media vuelta y volvió reptando hasta el gran árbol. Después se empezó a enroscar en el tronco del árbol, tratando de subirlo. Esto hizo crujir el árbol, pero solo se dobló un poco hacia la izquierda. La serpiente siguió reptando hasta alcanzar la copa y ahí se quedó, disfrutando de los rayos del sol.
Kakuzu trago saliva y siguió avanzando veinte metros, hasta un gran árbol de corteza grisácea. Destacaba porque solo medía diez metros de alto y no tenía hojas. En la base del árbol, entre las raíces, se veía una cueva como si fuera una boca negra. Kakuzu roto sus hombros, torció su cuello de lado a lado y se dispuso a entrar en la cueva.
Por otro lado, Kain se quedó mirando a la gran serpiente, a unos cien metros de Kakuzu. Aunque hubiera salido solo porque alguien ataco a su tío, le estaba gustando estar fuera de Konoha. Se pregunto si el abuelo Orochi habría criado antes una serpiente tan grande. Después de un rato, miró a la distancia y noto el árbol extraño por el cual se perdió Kakuzu. Después volvió a mirar a la serpiente como descansaba en la copa del gran árbol y al mismo tiempo mantenía una vigilancia sobre el terreno. Si Kain se asomaba, sería descubierto. Era imposible despistar la visión calórica de una serpiente. Sin embargo, tenía una técnica muy útil para este tipo de situaciones.
Kain junto las manos como si estuviera rezando, cerró los ojos y se concentró en el flujo de su chakra. Poco a poco fue llamando al elemento agua que había en la tierra, en la espesa yerba y en los árboles. Esto a su vez se reunió en veinte burbujas de agua, las cuales fueron tomando la forma de cuerpos alargados y tubulares. Su apariencia era transparente y daba la impresión de ser dura como el diamante. Una vez que se formaron veinte cuerpos con escamas y cabezas, aparecieron los ojos y uno gran boca. Una vez que las veinte serpientes estuvieron formadas, Kain las miró a los ojos cristalinos como diamantes y ellas entendieron sus pensamientos.
-Ahora vayan- dijo Kain apuntando hacia adelante
Kain tenía su propio refugio bajo tierra, y aunque era un gran refugio de más de cien metros largo, necesitaba un ducto de ventilación. Sobre todo, por sus continuos usos de las técnicas de fuego. De lo contrario, hace mucho tiempo se hubiera muerto ahogado por el humo provocado por las llamas. Por lo cual, intuyo que los shinobis deberían tener sus propios ductos de ventilación.
Las serpientes comenzaron a reptar, ocasionando que la serpiente gigante en la copa del árbol dirigiera su mirada hacia los arbustos que se movían sin aparente razón alguna. La serpiente en la copa del gran árbol, estiro su cuello alcanzando otro gran árbol y se comenzó a enrollar en espiral. Una vez que estuvo sujeta, empezó a descender enroscándose en el gran árbol y haciéndolo crujir. Una vez que llegó a dos metros de la tierra, estiro su enorme cuello y movió su cabeza, pasando por encima de las serpientes. Como solo pudo identificar a las serpientes como pequeñas manchas de agua, perdió su interés y bajo a tierra. Después repto hasta el árbol que ocupaban como tapadera de la base secreta y se enrollo alrededor, casi tocando su propia cola. De esa manera, el árbol que medía unos diez metros de alto quedó casi tapado y la única entrada cubierta.
-Bueno- dijo Kain, oculto detrás de un árbol -eso solo me deja una sola opción- miró a las serpientes de agua que se veían a lo lejos y ellas entendieron sus pensamientos. Comenzaron a reptar y Kain empezó a confeccionar más serpientes. Al poco rato, gracias a su conexión telepática con las serpientes, vio que la serpiente era solo una parte de la vigilancia. A veinte metros del árbol, había varios shinobis apostados en las copas de los árboles. Kain estaba en la marca de los cien metros, así que por su estatura se podría ocultar bajo el follaje. Además, de que deben carecer de los servicios de un shinobi con habilidades de sensor. Los únicos que podrían haberlo descubierto desde tan lejos serían los Hyuga y ellos jamás se prestarían para ayudar a conspirar contra Hashirama.
Diez minutos después, una de las serpientes encontró un pequeño ducto de ventilación escondido debajo de unos matorrales. Kain camino hasta el lugar, peligrosamente cerca de la marca de los cincuenta metros. Una distancia en la cual muchos lo podrían ver por su llamativo color de pelo. Sin embargo, las gruesas hojas de las plantas silvestres lo ayudaron a camuflarse. Kain miró la rendija cuadrada, casi tan pequeña como para que callera alguien de su tamaño, pero imposible para un adulto. Soltó un suspiro y pensó que de seguro tendría que ensuciarse. Sin embargo, antes de eso mando a las cuarenta serpientes que había formado y les dio la orden de acabar con cualquier amenaza posible.
-o-
Cuando ya eran las cinco de la tarde, Hashirama se despertó de su sueño. En ese momento estaba en su futon, con el cuerpo cubierto de sudor y un rostro pálido. A su lado estaba el viejo Orochi, quien lo miraba con ojos tranquilos. Hashirama trato de levantarse, pero fue sujetado de un brazo y acostado a la fuerza.
-No se levante, Hashirama-sama- dijo Orochi -a pesar de que el veneno no fue letal, usted quedó débil. Debe descansar-
-Kain- dijo Hashirama con voz débil -él-
Orochi soltó un suspiro y dijo -Kain estará bien, si lo quiere ayudar, debe descansar. Una vez que vuelva lo podrá regañar todo lo que usted quiera-
-Pero él…-
-Sí, por eso Mito-sama fue al municipio de Konoha para hablar con Tobirama-sama-
Hashirama frunció el ceño de solo pensar en su hermano, pero prefirió creer que su hermano apartaría sus problemas personales y ayudaría a encontrar al niño.
-¿Cómo me encontraste?- preguntó
-Estaba desmayado en el patio trasero. Mito-sama fue quien lo encontró y dijo que estaba acostado en el pasillo exterior. Después me llamo para que le viera la mano, que aparte de estar herida por un kunai, se estaba poniendo de un color verdoso. Si su constitución fuera más débil se hubiera muerto. Solo podemos agradecer la ignorancia del atacante-
Hashirama asintió y recostó su cabeza, para por fin descansar. Sin embargo, la preocupación nunca abandono su mente.
-¿Cómo esta Naori y Naoko?- preguntó Hashirama
-Naoko esta fatigada y se desmayó en cuanto supo de la desaparición de Kain. Naori está aguantando por su hija y se mantiene firme como un roble. Así que, de momento, no tiene de que preocuparse-
-Gracias- dijo Hashirama y cerró sus ojos.
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