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40.1% Suerte y perseverancia / Chapter 375: Mundo Shinobi - Cambio - capítulo 43

章 375: Mundo Shinobi - Cambio - capítulo 43

Una vez que termino de comer y Ooyama le entrego sus dangos, camino llevando la bolsa por todo el distrito Ino-Shika-Cho. Era fácil, al menos para Kain, distinguir quien pertenecía a cada clan. Por ejemplo, la gente como Ooyama, se notaba demasiado que era un Akimichi, ya que la mayor parte de su aura estaba concentrada en su torrente sanguíneo y su estómago. De ahí que tuviera una personalidad tan amable y poco preocupada. Por otro lado, los Yamanaka tenían una aura más tranquila y equilibrada alrededor de su cuerpo. Ellos siempre trataban de evaluar a la persona por dentro mientras ignoraban lo que se veía por fuera. La abuela Naori le había dicho que la técnica de los Yamanaka era similar al genjutsu y podían tomar control del cuerpo del oponente. Por último, se notaba a leguas cuando alguien era del clan Nara, sus fuertes auras estaban casi siempre concentradas en su cerebro y su actitud era desconfiada, a lo mejor por su intelecto. Sobre todo, contra Kain. Este último se preguntó si era por su descendencia o solo porque podían intuir su fuerza solo con leer su comportamiento. La abuela Naori dijo que los Nara tenían mentes rápidas y podían leer el comportamiento de las personas con mucha facilidad. Sin embargo, por muy fuertes que fueran sus mentes, sus sentidos de percepción estaban muertos. Ese era el problema. Por ejemplo, un Akimichi era una masa de fuerza bruta, un Nara era una mente prodigiosa que concentraba todo su esfuerzo en pensar y un Yamanaka era alguien que podía dominar la mente de otros y recabar información desde la misma fuente. Sin embargo, por separado, no tenían ningún valor. Así que Kain se había desafiado a realizar genjutsus con los tres tipos diferentes de personas por separado, pero ninguno pudo captar la diferencia entre la realidad o la ilusión. El más fuerte que encontró, que pudo sentir algo como una tenue molestia, fue un anciano Yamanaka, dueño de una tienda armas. Así que últimamente, Kain entrenaba su toque con el anciano.

Kain avanzó por el distrito comercial y fue a la tienda del anciano. Muy diferente de las tiendas tradicionales, tenía puesta una puerta con bisagras y una campanilla en la parte superior. En cuanto Kain abrió la puerta sonó la campanilla y el anciano rubio de pelo corto lo miró desde el mostrador. Tenía un rostro aburrido y unos labios que formaban una U invertida.

-Oh, mocoso ¿Vienes por más Kunais?- pregunto el anciano con voz rasposa

Kain avanzó por la tienda, desplegando su chakra como un manto que cubría poco a poco la cabeza del anciano y transfirió la imagen del local. Era algo extraño, porque si el anciano hubiera mirado solo un poco a sus espaldas, se hubiera dado cuenta que todo estaba blanco. Pero como decía su abuela, la visión de las personas era limitada y con suerte veían su pecho, sus manos y lo que estuviera por delante de sus ojos en un ángulo de 45 grados.

-Así es abuelo- respondió Kain con una pequeña sonrisa

-¿Para qué quieres tantos?-

-Estoy armando mi propio pergamino con suministros-

-¿Y para que quiere un mocoso tú algo como eso? Estamos en paz y hokage-sama a prohibido que los niños vayan a la guerra-

-Nadie va ir a la guerra, abuelo. Solo estoy entrenando y llenando poco a poco mi pergamino. Más que ser una preparación, es una tarea que me dejo mi maestro-

-Jejejeje- se rio el viejo, por fin invirtiendo sus labios hasta formar una gran sonrisa -es maravilloso escuchar eso. A tu edad, nosotros teníamos que preocuparnos de prepáranos para la guerra. Qué bueno que las cosas han mejorado, que bueno-

Kain llegó frente al mostrador, igual en el mundo real y le dijo -quiero diez kunais-

-¿Traes dinero? No hay crédito para estas cosas-

-Ya lo sé- dijo Kain divertido -no es primera vez que vengo-

-Los jóvenes son olvidadizos-

-Los ancianos también- respondió Kain divirtiéndose y al anciano reacciono riéndose de buena gana. Se rasco la cabeza y iba a mirar hacia atrás, Kain soltó poco a poco su genjutsu y el anciano recupero sus sentidos del mundo real. Ni siquiera se percató que estuvo atrapado dentro de su conciencia. Kain podía decir esto ya que, con su visión especial, podía diferenciar lo estados de ánimo de las personas. Al igual que el campo de visión, cuando la gente está relajada, este es amplio, pero cuando esta alterada, está concentrado. Lo mismo pasaba con el aura, cuando estaba relajada se mantenía amplia, pero cuando se tensa, el aura se contrae.

El anciano busco en sus cajones los kunais y posiciono diez, uno al lado del otro sobre el mostrador. Kain rebusco en las mangas de su haori y saco diez billetes. Como era una época de paz, la demanda de las armas había disminuido de forma exponencial y su precio se había elevado al mismo nivel. Cada billete que entrego Kain equivalía a mil ryo y con uno de ellos, una familia civil podía vivir durante un mes. Ahora ¿Por qué Kain tenía tanto dinero? Bueno, esta fue la asignación que le dio Mito. Como era su estudiante y no podía confiarse en el sentido del dinero de su marido, ella le asigno esta cantidad mensual. Lo cual también era una barbaridad, pero mucho menos de lo que pensó Hashirama en un primer momento. De lo contrario, Kain podría contar con cien mil ryo en estos momentos.

-Muchas gracias, mocoso- dijo el viejo Yamanaka

-De nada, abuelo- dijo Kain, entonces dejo la bolsa con dangos en el suelo y levantó su mano para alcanzar los kunais sobre el mostrador. Después saco un papel de sello de la manga de su haori y fue guardando los kunais uno a uno.

El viejo Yamanaka alzo las cejas y se siguió sorprendiendo de lo descuidada que era la familia del niño. ¿Cuánto valía un sello de guardado en el mercado normal? ¿Diez mil ryo, veinte mil ryo? Pero este niño venía a comprar con una gran cantidad de dinero y portando algo tan caro. El viejo Yamanaka negó con la cabeza y le pregunto como otras veces -¿Mocoso, te acompaño de vuelta a tu casa?-

-No te preocupes, abuelo- dijo Kain -vivo cerca y dudo que me pase algo-

El viejo Yamanaka soltó un suspiro y le creyó, después de todo, el mundo había cambiado demasiado después de la construcción de esta aldea. Por un lado, le parecía demasiado maravilloso y, por otro lado, su yo shinobi esperaba que en cualquier momento estallaran los problemas. Sin embargo, la actitud de este niño y muchos otros, le daba la suficiente fe para decirle que los malos tiempos se habían terminado. O al menos, eso esperaba.

Kain termino de guardar los kunais, tomo la bolsa de dangos y se despidió del anciano. El viejo Yamanaka jamás se enteró de que estuvo dentro de un genjutsu y Kain se sintió victorioso al saber que nadie se dio cuenta. Ahora le tocaba probar su técnica en un grupo de cuatro o cinco personas al mismo tiempo y para eso, ya tenía algunos en mente.

Kain avanzó por las calles del distrito Ino-Shika-Cho, oliendo el sabroso olor de los restaurantes con barbacoas y la cerveza corriendo a caudales. Todo era tan sabroso que se le hizo agua la boca, pero siguió adelante hasta llegar al distrito Hyuga y empezar a descender en el mapa. Entonces llego a la gran avenida que cortaba Konoha en horizontal y avanzo con dirección a la avenida principal que cortaba a Konoha en vertical. Del lado derecho de la calle estaban las chozas de los civiles y del lado izquierdo las hermosas casas de los shinobis. La diferencia era tan grande como el sol y la luna, ya sea en belleza o arquitectura. Los campos de arroz se divisaban al lado de las pequeñas chozas y a la gente trabajando la tierra. En esos momentos eran las siete de la tarde y había muy pocos transeúntes. En una cuadra se podían contar hasta cinco personas y cada cuadra medía cien metros. Del lado shinobi había muy pocos árboles, uno cada treinta metros. Del lado civil casi estaba tupido, uno cada cinco metros. El hecho es que Kain miró de forma disimulada un gran árbol del lado derecho, paso por al lado del tronco que debe haber medido con facilidad tres metros de ancho, destacando sobre el resto. Hizo circular su chakra en un breve instante y saltó al árbol de rama en rama. De cinco saltos llego a la altura de diez metros y encontró a cuatro shinobis sorprendidos. La pregunta que le rondaba a Kain por la mente en este momento era ¿Quién tenía más cara de sorprendido?

-Hola- dijo Kain parado en una rama a dos metros de un shinobi joven, de pelo alborotado y pequeños tatuajes en la comisura de los ojos. Parecían pequeños colmillos.

-Tu, tu, tu ¿Cómo?- pregunto el joven tartamudeando. En la rama por encima de él estaba un joven de pelo pincho y cicatriz en forma de cruz en el mentón. Kain frunció el ceño al captar como su mano se movía a la bolsa que estaba por detrás de su espalda.

Por otro lado, la mujer de cabello oscuro y moño, al otro lado del tronco, quedo congelada. Lo mismo el joven de lentes que estaba una rama por debajo de ella.

-¿Cómo te diste cuenta?- dijo el joven de pelo pincho, saco un kunai y tomo una postura de combate

Kain ladeo el cabeza confundido. Sin embargo, ignoro su estado de preocupación y extendió su chakra como un manto que se posó sobre sus cabezas -¿Importa?- respondió dentro del genjutsu, ellos ni siquiera notaron que detrás de sus espaldas estaban todo blanco -solo quería conversar con alguien ¿No quieren?-

-Vete- dijo el joven pelo pincho -estamos en algo serio-

-¿Vigilándome? Sería mejor que anduvieran a mi lado, así sería más fácil. A todo esto, me llamo Kain ¿Y ustedes?-

Todos habían quedado alterados por la repentina aparición del niño. Se suponía que debían vigilarlo en secreto, pero aquí estaba y en su primer día solos, él los había descubierto. El joven de los tatuajes en la comisura de los ojos sonrió.

-Me llamo Hiruzen, mucho gusto, Kain-

-Mucho gusto-

-¡Oye, Sarutobi!- dijo la mujer del otro lado del tronco -se supone que esto es una misión secreta-

-Así es, si el capitán se entera nos castigara- dijo Danzo desde la rama superior

Hiruzen negó con una pequeña sonrisa en los labios y dijo sin apartar la mirada de Kain -¿Qué más da? Ya nos encontró y se dio cuenta de nuestra vigilancia. Es como dice este mocoso, lo mejor es seguirlo y cerciorarnos de que llega a salvo a su casa-

-Eres demasiado relajado, Saru- dijo Danzo desde la rama superior, soltó un suspiro y se tapó la cara con la mano.

-¿Saru?- preguntó Kain

Hiruzen se sonrojo y se rasco la cabeza -mis amigos me llaman así-

-Está bien- dijo Kain -también te llamare Saru- entonces comenzó a retraer su chakra lentamente y disolvió el genjutsu -vamos, mi mamá debe estar preocupada-. Después bajo saltando de rama en rama hasta llegar al nivel de la calle y gritó hacia arriba -vamos, los estoy esperando-

Ninguno se lo quería creer, aparte de encontrarlos en una misión secreta, era un mocoso descarado. Ahora los había convertido a todos en su escolta personal. Los cuatro acompañaron a Kain hasta la avenida principal y ahí recibieron un susto superior al que les dio Kain. Se apareció Tobirama y Kagami Uchiha.

-Hokage-sama, capitán- dijeron los cuatro shinobis al mismo tiempo. Aun caminaban por la calle shinobis y civiles a esa hora, y los vieron a los cuatro hincar la rodilla derecha y agachar la cabeza.

Por su parte, Kain quedo mirando a Tobirama, un hombre de mirada fría y actitud apática. Estaba de brazos cruzados y también lo estaba analizando. Podía sentir sus sentimientos como una gran aguja que se perforaba en su pecho. Por alguna razón, lo odiaba.

-Kagami- dijo Tobirama, sin nunca apartar la mirada de Kain -llévatelos-

-Como ordene, hokage-sama- respondió Kagami, le hizo el gesto a los cuatro y se fueron dejando a Kain y Tobirama en todo el gran cruce de las dos avenidas.

-Mucho gusto, soy Kain- dijo

-Tobirama- respondió el otro

Ambos se quedaron mirando durante un largo tiempo. Paso una extraña ráfaga de viento que hizo fruncir el ceño a Tobirama, pero la ignoro y mantuvo su vista en el niño.

-¿Por qué me odias?- pregunto Kain de manera directa

Tobirama, sin darse cuenta en donde estaba le dijo -porque eres hijo de Madara Uchiha, la gran calamidad que azoto a este mundo-

-Yo no he hecho nada- respondió Kain

-Solo es cosa de tiempo, la fruta nunca cae lejos del árbol-

-Pero yo fui criado por tu hermano-

Tobirama negó sin percatarse que detrás de él todo estaba blanco -mi hermano es demasiado confiado, yo no. Sin embargo, por ahora, solo tienes que saber que si haces algo fuera de lugar, te enviare con tu padre-

Kain hizo una pequeña sonrisa -es bueno saberlo- dijo, entonces se convirtió en una nube de humo blanco y al desvanecerse, quedo un papel de sello que se desintegro en pequeñísimas partes.

Entonces Tobirama abrió los ojos amplios miró hacia los lados. Kagami y los cuatro aún seguían estando presentes. Recién se estaban levantando para retirarse. Sin embargo, también quedaron congelados al darse cuenta de que el niño había desaparecido.

-Kain- grito Hiruzen mirando los alrededores

-¿Dónde se metió ese mocoso?- pregunto Danzo enojado

Los otros dos compañeros solo miraron los alrededores, pero nunca supieron en qué momento se había ido Kain. Solo quedaron sorprendidos y preocupados de lo que iba a decir el recién nombrado hokage, Tobirama.

-Genjutsu- murmuro Tobirama, tomo una profunda respiración tratando de calmarse. Le recorría un calor horrible por todo el cuerpo y un sentimiento de miedo. Sus manos estaban tensas y sus sentidos amplificados tratando de captar a donde se había ido el niño. Después de unos segundos lo capto moviéndose a una gran velocidad y llegando a la casa de su hermano.

Tobirama soltó su sentido de la percepción y se concentró en el grupo de cuatro shinobis y les dijo -dejaran de seguir al niño y se enfocaran en entrenar más duro. Kagami- dijo mirando hacia atrás de soslayo -busca a otras personas. Que lo vigilen desde lejos y lleven un registro de sus actividades. Por ahora, es todo lo que podemos hacer-

Kagami agacho la mirada, mordiéndose el labio inferior y asintió -sí, como usted diga-

Después de escuchar la afirmación, Tobirama miró al grupo de cuatro y dijo -vamos, es momento de entrenar-

-¿Ahora?- pregunto Hiruzen sorprendido, él esperaba poder llegar a su casa en una hora más e ir a ver a su prometida

-Sí, ahora, Saru ¿O tienes algo mejor que hacer?-

-No, no, para nada- respondió Sarutobi riendo y rascándose la cabeza, agacho la cabeza en un gesto cabizbajo y dijo -lo que sea-


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