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37.21% Suerte y perseverancia / Chapter 348: Mundo Shinobi - Creciendo - capítulo 16

章 348: Mundo Shinobi - Creciendo - capítulo 16

Una vez que sello absorbió todo el fuego, Mito miró a Kain intercambiar algunos golpes con sus dos clones restantes, siempre en desventaja y recibiendo golpes sin parar -maldita anciana desquiciada- dijo ella furiosa -¿Qué le enseñaste al niño?-

-Nada fuera de lo común- dijo una voz fría y envejecida

Mito dio un respingo y se hizo a un lado para ver que detrás de ella estaba la anciana. Naori vio como Kain apenas si podía seguirles el ritmo a los clones, mientras esquivaba las patadas y puñetazos. Entonces ella asintió conforme y le dijo -de alguna manera, Kain saco la inspiración para producir ese fuego. Es algo que incluso yo con mis años de entrenamiento no puedo imitar. No es algo del chakra o de la fuerza, es más como la técnica en que sopla y hace circular el chakra. Asombroso ¿no? -

Mito miró al niño moverse como si fuera un conejo, saltando de lado a lado y evitando los ataques en la medida de lo posible -asombroso si es como tú dices- dijo

-Piensa lo que quieras- dijo Naori indiferente, puso las manos detrás de la espalda y camino de vuelta a la puerta corredera por la cual salió de la casa -es el hijo de ese hombre, no será menos-. Entonces ella entro y cerró la puerta corredera dejando a Mito pensando en aquellas palabras.

Por otro lado, Kain estaba saltando en zigzag, tratando de evitar los ataques y buscando una apertura para descargar otra bola de fuego. Sin embargo, antes de que él pudiera hacer algo, le pegaron una patada levantándolo en el aire y después recibió otra patada que lo lanzó inconsciente al pasto.

Kain se despertó una hora después, reposando su cabeza en el regazo de la misma mujer que le propino la golpiza. Ella miraba al cielo al mismo tiempo que le peinaba el cabello con las manos.

-Maestra, eso fue doloroso- dijo Kain tratando de ponerse de pie, pero sintiéndose demasiado adolorido para moverse. Al final se quedó recostado mirando al cielo.

-Vamos a entrenar en serio, Kain- dijo Mito, ignorando las quejas. Entonces ella se agacho, le beso la frente y le ayudo a ponerse de pie -por hoy es suficiente combate. A la tarde le pediremos a tu tío que te cure y mañana continuaremos con esta parte. Pero por ahora, ocuparemos el tiempo para que aprendas a confeccionar sellos ¿entendido? -

Kain asintió y Mito le tendió la mano para que se la tomara. Una vez que Kain se la sujeto, ella lo condujo dentro de la casa para seguir entrenando y recibir un gran sermón por parte de Naoko.

El resto de los días siguientes, Kain hubiera seguido creciendo en fuerza, pero le paso un gran evento a la familia Senju. Nació su primera nieta, una niña llamada Tsunade Senju, hija de Minoru Senju y la princesa del país del Fuego. Esto ocasiono que Hashirama y Mito se volvieran locos y viajaran en el mismo instante en que se enteraron. Así que Kain quedo con su entrenamiento de sellos y el prometido entrenamiento de armas (por parte de Hashirama), pendiente.

No obstante, Mito podía estar loca por su nieta, pero de ningún modo libraría a Kain de sus entrenamientos. Así que dejo una pila de sellos para que entrenara. Por otro lado, Naori fue la más feliz, ya que esto le dio la oportunidad perfecta para entrenar a Kain durante largos periodos de tiempo.

A finales del otoño, Kain iba a practicar por su cuenta al muelle del bosque. Esto quedaba dentro de las tierras que pertenecían a Hashirama, así que siempre estaba siendo resguardado. No obstante, uno de esos días algo cambió en el ambiente.

Ese día estaba nublado y corría un viento fresco que anticipaba una lluvia. Kain fue vestido con sus ropas de entrenamiento, pero adicional a eso, le pusieron un abrigo de cuero con un gorro peludo. Parecía un pequeño gato de lo grueso que era. ¿Por qué un gato? Bueno, digamos que Mito patentaba cada uno de los regalos que le daba a Kain y este abrigo tenía un gorro con orejas puntiagudas. Kain lo usaba de mala gana, pero Naori y Naoko lo regañaban diciendo que era una expresión de cariño.

Kain salió de la casa como a las tres de la tarde, después de almorzar y dormir una pequeña siesta con Naoko. En ese momento las nubes del cielo parecían pompas de jabón, así que Naori le dijo que en cuanto empezara a llover, se volviera a la casa. Kain le dijo que así lo haría y salió con dirección al bosque. Las ramas de los árboles habían perdido sus hojas y con la poca luz, todo se veía tétrico. Kain avanzó saltando sobre las raíces, levantando las piedras por si encontraba algún sapo o alguna serpiente. Esto último sería peligroso para cualquier niño, pero para Kain solo era otra forma de diversión. No obstante, ese día no encontró ningún animal extraño. Así que siguió saltando de roca en roca hasta llegar al muelle.

Una vez que llego al muelle, Kain comenzó a lanzar técnicas de fuego. Era su especialidad y lo que más le gustaba, algo por lo cual su abuela siempre mantenía un ojo sobre él. Al mismo tiempo, Kain no se molestaba, ya que como un ser reencarnado podía entender algunas de las preocupaciones.

Primero él lanzó pequeñas bolas de fuego que estallaron en el agua produciendo pequeñas lloviznas. Después él siguió lanzando largas llamaradas que alcanzaban los dos metros de longitud. Gracias a esto último, el agua comenzó a hervir, pero para esa fecha no había nada de qué preocuparse. Kain ya había matado a todos los peces hace mucho tiempo. El único triste con esto fue Hashirama, quién tenía por costumbre ir a pescar los domingos.

Sin embargo, fuera de todo el entrenamiento y diversión que estaba teniendo, Kain podía sentir como el bosque entraba en un estado de quietud donde lo único que se oía era el crujido de las ramas de los árboles. Él iba a lanzar otra bola de fuego cuando notó esto y detuvo el soplido de sus labios. Kain se paró derecho y miró los alrededores, no encontrando nada extraño a veinte metros a la redonda. Los animales estaban escondidos dentro de los huecos de los árboles o en sus madrigueras, debajo de la tierra. Considerando que iba a llover en cualquier momento, no le pareció extraño. Kain siguió practicando a medida que las nubes se volvían más densas y el día se oscurecía. Entonces después de dos largas horas de entrenamiento se detuvo y miró al cielo evaluando el estado de las nubes. Él frunció el ceño creyendo que pronto caería lluvia y se propuso volver. Camino de vuelta por el muelle, pero de repente se detuvo y lanzó una última bola de fuego, la cual voló furiosa emitiendo un brillo azulado y causando una gran explosión sobre la superficie del lago. Entonces Kain asintió satisfecho como si solo fuera una broma. No obstante, el movimiento de sus ojos de derecha a izquierda, revisando las proximidades lo traiciono revelando sus miedos. Algo estaba entre medio de los árboles que no llegaba a captar.

Kain siguió mirando durante unos segundos los alrededores de manera disimulada sin poder captar más que las pequeñas sobras multicolores de los animales. Esto le inquietaba, así que se dio media vuelta y comenzó a caminar lo más rápido posible. Sin embargo, él empezó a escuchar el giro de una cadena, como si alguien la estuviera dando vueltas con un trozo de metal en la punta. Kain detuvo sus pasos y al instante siguiente la cadena detuvo el zumbido del movimiento. Kain elevó la mirada, revisando los alrededores, no había nada extraño a través de los árboles desprovistos de hojas. De repente el cielo desato un estallido y resplandeció un rayo. Kain dio un respingo del susto y apuro su paso, para de nuevo escuchar el roce y zumbido metálico. Se detuvo una vez más, pero esta vez, en vez de mirar los alrededores, Kain metió sus pequeñas manos a las mangas de su abrigo y saco dos kunais.

-Para ser un mocoso, tienes buenos instintos. Es una pena, podrías haber sido un buen shinobi- dijo la voz rasposa y envejecida de un anciano.

Kain concentro su atención en sus oídos y en su percepción, de nuevo escucho el roce metálico de una cadena girando. El zumbido de la cadena se cortaba en pequeños lapsus, en donde Kain intuía que la persona que la manejaba avanzaba de árbol en árbol. Esto a su vez producía un casi imperceptible crujido. Kain miró los alrededores, pero no veía ninguna sombra del tamaño de un adulto. No creía que su percepción se hubiera echado a perder, era solo que lo habían investigado. Alguien lo había estado vigilándo todo este tiempo y conocían el alcance de su percepción. Ya lo sabía él mismo, Mito se lo demostró la primera vez que lo hizo perseguir sus clones, su percepción no era perfecta, ya que un shinobi lo suficientemente rápido podía traspasar la ventaja de los veinte metros en un solo instante y pillarlo desprevenido.

Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer y el roce metálico era cada vez más fuerte. Sin embargo, el shinobi debe haber estado utilizando algún truco, pensó Kain. Ya que, el ruido provenía de todas las direcciones. Kain frunció el ceño al no poder confiarse de su oído, pero en vez de impacientarse, espero con sus kunais en una posición defensiva. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, camuflando los leves crujidos de los árboles mientras el roce metálico de la cadena sonaba más fuerte. Entonces Kain vio una tenue sombra multicolor por el rabillo de su ojo derecho e hizo a un lado su cabeza. Una bola de acero conectada a una cadena paso rosando el gorro del abrigo, rasgando una de las orejas de gato y generando un leve corte en la frente de Kain.

Una vez que Kain esquivo el ataque, dio dos saltos hacia atrás al mismo tiempo que la cadena se retraía a la oscuridad de los árboles. La sangre le manchaba parte de su visión, pero Kain no perdió la calma. Naori le dijo que, en los peores momentos, lo que mantenía vivo a un shinobi era su capacidad de pensar y anticipar los ataques del otro. Así que Kain no se molestó en limpiar la herida ni la sangre, quedo mirando hacia la dirección en la que vino la cadena y espero el próximo ataque. De repente sonó un rayó iluminando los cielos y pudo ver entre medio de los árboles un brillo obsidiana. Seguramente era la cadena, pensó Kain. La cual no dejaba de girar y a medida que se apagaba el rayó, se perdía en la oscuridad.

Kain le dio la espalda al shinobi, como buscando en otra dirección. Esto hizo confiarse al atacante y pensando en que solo era un niño, lanzó una vez más la masa de acero unida a la cadena. Sin embargo, Kain lo sorprendió volteándose en un movimiento y repeliendo la masa de acero que iba por su cabeza. El shinobi retrajo la cadena, pero antes de que pudiera recogerla por completo, una kunai le paso cortando la ceja derecha en un ángulo ascendente. Entonces el shinobi soltó la cadena y saltó para perderse entre medio de los árboles.

-Señor- dijo Kain a gran voz - ¿Por qué no sales a jugar? Mi abuela me enseñó a rostizar pollo ¿Quieres que te muestre como lo hago? -

Sin embargo, esas palabras insolentes le costaron a Kain una gran herida. Una hoz de mano voló por los aires curvando por detrás de unos árboles y golpeando Kain en el estómago. Esto le produjo una gran herida que mancho su chaqueta de un rojo carmesí. Al mismo tiempo, Kain captó como la hoz seguía su vuelo y se perdía hacia su derecha.

-De algún modo, el viejo se movió muy rápido a mis espaldas- murmuro Kain. Él se apretó la herida en el estómago y mantuvo su guardia. Entonces tuvo una idea. Se dio un rápido giro, lanzó su kunai a sus espaldas, volando por entre medio de los árboles y chocando contra un gran arbusto. Entonces Kain corrió hacia el muelle del lago, un lugar más amplio y con menos obstrucciones a su alrededor. Sin embargo, antes de que pudiera llegar, la hoz voló por los aires y le cortó el hombro derecho. Kain cayó al suelo quedando todo embarrado, al mismo tiempo que pensaba que este era su fin. Sin embargo, este no vendría tan rápido. Pudo escuchar como el shinobi no se acercaba de forma directa, era como si lo estuviera bordeando para ver si realmente estaba herido o solo era una actuación. Kain pudo escuchar sus pasos chapotear en el barro, dando un gran círculo a su alrededor.

-Eres bastante cobarde para ser alguien que ataca a un niño- dijo Kain medio en broma y aguantándose el dolor.

-A mi edad nunca se es lo suficientemente precavido- murmuro la voz rasposa y envejecida.

-Puede ser, todo se decide en un segundo-

-Lo siento, niño. Así es la vida del shinobi-


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