Como a eso de las nueve de la noche, Hephaestus y Kain se levantaron para darse una ducha y comer algo. Una vez que se sentaron en el comedor, comieron en silencio, uno al lado del otro. Solo una vez que terminaron de comer, comenzaron a hablar de negocios.
Hephaestus se sentó en las piernas de Kain y le pregunto -¿Cómo vas a empezar?-
Kain lo pensó un poco, ya que no tenía nada planificado además de montar el taller -creo- dijo con cierta duda -que con algunas armas sencillas. Después me tirare con algunas armaduras y cuando vea que mi habilidad vuelve, me lanzare con armas de mayor calidad. Dentro de un mes o dos, debería estar en condiciones de trabajar el acero de damasco-
-Bien, cuando tengas listos tus trabajos ve a dejarlos a la tienda de la torre de Babel. Ahí los venderemos- añadió Hephaestus, parecía complacida. No obstante, ella se mordió el labio inferior. Tenía las ganas de preguntarle algo, pero le costaba decirlo. Al final, solo se recostó en el pecho de Kain con los ojos cerrados. Por su parte, Kain le acariciaba la espalda mientras mantenía su abrazo.
-¿Qué necesitas?- pregunto Kain
-Bueno- dijo Hephaestus algo indecisa -crees, crees que puedas hacer algo genial para mostrárselo a los otros dioses-
Kain salió de su estado de relajo y aparto su cara para mirarla a los ojos. Hephaestus levanto su mirada y le dijo -yo, bueno, me, me gustaría que nos casáramos-
-¿Por qué?- pregunto Kain en calma
-Bueno- susurro Hephaestus -todas las parejas lo hacen-
-Pensémoslo un poco- añadió Kain
Hephaestus agacho su cabeza, asintió sin emitir ninguna palabra y se recostó sobre el pecho de Kain.
-o-
Durante el resto de la semana Mikoto no volvió a venir a la casa de Kain. Por otro lado, Tsubaki paso casi todos los días en la casa de Kain. Mikoto venía a buscarla para el almuerzo y la cena, pero no volvió a pasar a la casa. Siempre desde la reja del frente. Por otro lado, Kain se convirtió en el señor Kain, ya no era un "sama". Kain pensó que lo que fácil viene, fácil se va.
Durante el día se dedicó a templar metales mientras miraba que su ayudante no se sacara un ojo con las herramientas. Como una forma de aprender él mismo, Kain le explico a Tsubaki todo el proceso de la forja. Ya se sabe, que para dominar algo de verdad, tienes que ser capaz de explicárselo a un niño. Así que Kain fue puliendo sus conocimientos a medida que se los iba transmitiendo a la pequeña. Él mismo se sorprendió con lo complicado que era resumir un proceso de forja para una niña. No obstante, poco a poco se fue haciendo su camino, pensando en las explicaciones a medida que iba forjando las espadas. El primer día fue un lio, pero ya para el segundo y tercero, se convirtió en algo más fácil.
Después está el ciclo vespertino y nocturno. Kain pasaba las tardes con Isabel, mientras que las noches las pasaba con Hera o Hephaestus. Esta última estuvo complicada con la solicitud que le hizo a Kain. Todo el tiempo que pasaban juntos se sentía incomoda, por ende, Kain también lo percibió. No obstante, no cedió en tal solicitud. Para Kain, Hephaestus veía las cosas demasiado fáciles. Pero una vez que él tuviera que irse, ella sería la que sufriría. Por otro lado, las noches con Hera se volvieron cada día más calientes. La única molestia para Kain era que tenía que bloquear la divinidad.
El día domingo en la tarde no tuvo compañía, así que como a eso de las seis de la tarde se dispuso a llevar todas las espadas y lanzas que había hecho a la torre de Babel. El día estaba tranquilo y el sol estaba bastante alto, sin muchas ganas de querer esconderse. Kain camino por las transitadas calles de Orario y vio como los aventureros bebían cerveza en los bares. Así que después de pasar a dejar sus armas a la tienda, se prometió pasar a tomar una fría.
Una vez que llego a la gran tienda que tenía la familia Hephaestus en la torre de Babel, uno de los dependientes lo atendió en el mostrador. El tipo llevaba el pelo corto y vestía una camisa más una chaqueta sin mangas, de corte liso y elegante.
-Buenas tardes- dijo Kain -Hephaestus me dijo que podía traer mis productos aquí-
El dependiente arrugo un poco la nariz y le dijo en un tono pomposo -quera decir Lady Hephaestus, la diosa de la familia Hephaestus-
-Sí, la misma- dijo Kain sin molestarse en la palabrería -me dijo que podía traer mis productos y ustedes los venderían-
-Puede que Lady Hepheastus le haya dado alguna confianza, pero no por eso trate de aprovecharse-
Kain lo quedo mirando a los ojos, inspeccionando al tipo, pero no pudo ver nada especial en él. Al menos, no parecía ser nadie importante e influyente. Kain le dio una sonrisa cargada de confianza y le dijo -bien, revisa mis cosas- movió su mano e hizo aparecer veinte espadas sobre el mesón de madera.
Por su parte, el dependiente se sorprendió en un principio, pero también se enojó por tal desfachatez -Usted no tiene modales ¿cierto?-
-Anda, déjate de estupideces, me estas colmando-
El dependiente frunció el ceño ante tales palabras, pero como el elfo venía de parte de la diosa de la familia, lo atendió de mala gana. Al final, reviso las armas, tenían una excelente constitución, pero el material era demasiado corriente. Así que no pensó tan bien de Kain.
El dependiente le entrego un recibo y le dijo que por favor, viniera otro día que no sea de domingo a miércoles, ya que él atendía esos días y no lo quería volver a ver. Kain le dio una sonrisa llena de su despreció y no le presto la mayor importancia.
Después de salir de la torre de Babel, camino con dirección al bar que lo llegaron sus discípulos. Tenía un asunto pendiente con esa linda camarera. No obstante, entro al bar y encontró a la camarera en los brazos de un aventurero. Kain sonrió pensando en lo iluso que fue, lo más probable es que la chica se gana la vida engatusando a los chicos fuertes. No la juzgo, ya que él mismo tenía varias mujeres para sí mismo. Así que se fue a donde estaba el dueño del local y le pidió una mesa. El tipo ni tonto ni perezoso, lo reconoció de inmediato y le ofreció una mesa en el segundo piso. Se disculpo porque no le podía dejar la terraza solo para él. Sin embargo Kain no se hizo problema, le dijo que le llevara un plato de papas fritas con carne y un gran jarro de cerveza. El tipo lo llevo a la mesa en el segundo piso y le dijo que en un rato estaría todo listo.
Kain saco su pipa y se puso a fumar mientras esperaba la comida. La tarde tenía una brisa refrescante mientras el sol comenzaba a dar los primeros indicios de querer ocultarse. Saco un libro para entretenerse. Por otro lado, vio pasar mucha gente por las calles aledañas al edificio. No obstante, el tipo de público fue cambiando a medida que descendía el sol. Diez minutos después llego la camarera de la otra vez, la humana que hace unos minutos estaba en las piernas del aventurero.
-Hola guapo- dijo ella en un tono coqueto, al igual que la otra vez, dejo la comida sobre la mesa pero al retirarse le pasaba las tetas muy cerca de la cara. Kain solo sonrió mientras fumaba. Después de dejar todo en la mesa, la chica se sentó en sus piernas y lo miró a los ojos esperando alguna reacción. Por su parte, Kain la miró a los ojos y sonrió. Le dio un beso en la mejilla y le dio una leve nalgada.
-Quiero descansar- le dijo en un tono amable -¿te importaría? Hoy trabaje bastante y no tengo muchas ganas de jugar ¿Puede ser para otro día?-
-Claro- le respondió la chica un poco confundida. No esperaba que la trataran con tanta indiferencia. Se puso de pie y le dijo mientras se agachaba para mostrarle su gran escote -estaré por aquí cerca por si quieres "conversar" un rato-
Kain le guiño el ojo y después se concentró en su cerveza. La chica quedo aturdida al ser despachada sin ningún tipo de cariño. Los tipos, no importa qué nivel sean, siempre caen por ella. Se fue preguntándose si estaba perdiendo su toque o se estaba poniendo vieja.
Después de comer y leer durante una hora mientras se tomaba un par de cervezas. Kain se levantó de su asiento y fue a ver al dueño de la taberna. El tipo le dijo que la comida corría por parte de la casa, pero Kain le dijo que las cuentas correctas conservan las amistades. El tipo le dio una sonrisa sincera y le agradeció el gesto. Comento que es difícil encontrar buenos clientes hoy en día. Kain respondió un escueto "mm" y pago la cuenta para irse.
Como ya eran más de las ocho de la noche, las calles de Orario estaban un poco más oscuras y el gentío era casi en su totalidad de adultos. Todos iban de aquí para allá buscando un lugar en el cual divertirse. Varias chicas se quedaron mirando a Kain y lo persiguieron por un par de cuadras. Le preguntaron si las quería acompañar, que ellas pagaban, pero Kain desistió. Si esa chica linda del bar podía jugar con los chicos, estas chicas no podían ser menos. Así que opto por declinar y seguir su camino.
Una vez que llego a su casa como a eso de las nueve de la noche, reviso la estancia y se preparó para acostarse. Hoy no tenía ganas de ir a ver a Hera. No obstante, cuando estaba listo para subir al segundo piso, escucho un llanto estruendoso en el patio. Salió corriendo a revisar que había pasado y se encontró a Tsubaki llorando mientras estaba tendida en el suelo. Por su posición, parece que se había roto la pierna. Kain corrió a verla y la tomo en brazos.
-Maldición, mocosa de mierda ¿Cuántas veces te tengo que decir que no te subas a la maldita pandereta?- pregunto Kain enojado.
-Perdón- grito Tsubaki entre llantos mientras se aferraba a él
Kain la llevo a la casa para mirar mejor que se había hecho. La acostó sobre la mesa de la cocina y con la luz, le reviso la pierna. Solo se había dislocado el hueso dejando un tobillo inflamado. Kain soltó un suspiro de alivio. Después pensó en que hacer, le dio algunas vueltas al asunto y tomo una decisión. Primero le alineó el hueso del tobillo y después se lo enyesó.
Una hora después, Tsubaki solo hacia pucheros mientras su pierna había quedado impedida de caminar.
-¿Mejor?- le pregunto Kain
Tsubaki todavía estaba encima de la mesa y suspirando de la tristeza. Le dolió un montón y se había asustado muchísimo.
-Sí- respondió entre lagrimas
Kain soltó un suspiro y saco un pañuelo para limpiarle las lágrimas y sonarle la nariz. Cabe decir que el pañuelo quedo imposible.
-Ahora explícame- dijo Kain -¿Qué paso?¿Porque saltaste la pandereta?-
-Mamá- dijo entre suspiros -no ha vuelto desde el almuerzo-
-¿A lo mejor salió a divertirse?-
-Ella me hubiera, dicho-
-Tsubaki- dijo Kain serió -¿Estas segura?-
-Sí, señor Kain- dijo con una cara llena lágrimas
Kain al escucharla no sabía si sentir pena o reírse.
-Ya, ya- dijo Kain, la tomo en brazos y la abrazo -no llores, eres una niña grande-
-Pero me duele- dijo Tsubaki mientras lo abrazaba del cuello.
-Está bien, yo voy a ir a buscar a tu mamá y tú te quedas aquí ¿Me prometes que te portaras bien?-
Ella asintió con la cabeza.
Después de dejar a Tsubaki descansando y decirle que no puede caminar con la bota de yeso, Kain fue a buscar a Mikoto. La busco por las calles aledañas, tratando de preguntar a los tipos de sospechosa apariencia. Unos cuantos valis les abrirían la boca. Sin embargo, no hubo mucha suerte, varios de los tipos vieron a Mikoto llevar algunas cosas para vender en el centro, pero no la vieron volver. Así que Kain siguió buscando mientras miraba los alrededores. Llego a la avenida principal y siguió preguntando. Uno de los tipos de dudosa apariencia le dijo que la mujer se metió por uno de los callejones que daban a la zona mala de Orario. Kain le agradeció al tipo y se preguntó que mierda andaba haciendo Mikoto por allá.
Ya cuando iban a ser las once de la noche, escucho algunos alaridos en una pequeña callejuela. Muy cerca de la zona roja y del sector de Dedalus. Era un lugar casi laberintico y oscuro. Las farolas no llegaban y la única iluminación era la luna y las estrellas.
Kain se acercó a la callejuela y vio a alguien murmurando cosas en el suelo. Al final de la callejuela se veían tres cuerpos inertes. Kain lanzo "emitir luz" e ilumino todo el lugar. Habían tres cadáveres al final de la callejuela, uno más recostado en una muralla con un puñal en el corazón. Por otro lado, sobre el suelo, casi a la salida del callejón, había un cuerpo que estaba a un paso de volverse un cadáver. Estaba tendido en el suelo boca abajo, con los brazos y piernas heridos. Debajo del cuerpo había una pequeña posa de sangre. Por otro lado, la persona murmuraba pidiendo ayuda sin cesar. Kain la puedo distinguir por el pelo azabache y el kendogi blanco que ahora estaba empapado de un rojo escarlata.
Kain emitió "curación" y la mujer dejo de murmurar por ayuda. Se miró las manos asombrada y trato de ponerse en pie, pero cuando lo hizo se fue de cara contra el suelo. Por su parte, Kain se acercó y la tomo en brazos. La mujer hablo en un tono aletargado "Kain-sama".
-Mikoto, soy yo- dijo Kain -no te esfuerces, perdiste mucha sangre. Solo puedo sanar tus heridas-
Mikoto asintió con lentitud y cerró los ojos para dormir.
Kain hizo todo su camino hasta la casa y después la dejo descansar con su hija.