Italia - 1503, ciudad de Milan, mes de agosto.
Era un día caluroso verano, las mujeres más humildes utilizaban vestidos que mostraban varios de sus atributos, demostrando que esta era la mejor estación del año. Se paseaban por las calles comprando y vendiendo, juntando los ingredientes para la comida. Por otro lado, muchos muchachos con picaresco hablar, se acercaban a las mas hermosas y les ofrecían el cielo y la luna. Las mujeres acostumbradas a este trato se reían y solo escuchaban a los mas galantes y osados. No obstante, en medio de un tira y afloja constante, paso por el mercado un muchacho alto, de pelo blanco y ojos como el cielo. Las muchachas dejaban de prestar atención a sus galanes pretendientes y sus floridas palabras, para quedar embelesadas por el joven extranjero.
Por su parte, Kain caminaba con prisa por las calles y muchas personas lo quedaban viendo por varias razones. Era alto, era guapo, tenía el pelo blanco y ojos lazuli. Rasgos que no se veían a menudo en Italia. Sin embargo, Kain camino ignorando a los transeúntes y en el proceso, dos guardias lo detuvieron.
-¿Quién eres extranjero?- pregunto un guardia con bigote de brocha. Por lo general los extranjeros que se sentían amenazados por la ley, daban buenas "regalos" para no ser molestados y por supuesto, este hombre no sería la excepción -¿dónde está tu permiso para andar en esta ciudad?-
Kain emitió una mirada amenazante y dijo -yo no soy nadie que te importe pequeño guardia, sino sales de mi camino, tu capitán te pateara por molestar a la persona equivocada-
El guardia se acobardo y se fue junto con su compañero, era mejor no correr riesgos.
Kain siguió su camino hasta llegar a una calle estrecha, la cruzo y se acerco a un taller. Un edificio de madera de dos pisos. Toco la puerta esperando que saliera luego el dueño. Todo esto es, porque un amigo le contó maravillas de un artista y Kain tenía la necesidad de un pintor. El talismán que guardaba la imagen de Artoria pronto perdería su poder y necesitaba hacer una copia.
-Buenas tardes- dijo Kain y golpeo la puerta varias veces sin considerar el estado en el que se encontraba el dueño del lugar -¿están atendiendo?-
-Señor es muy temprano- dijo una voz ronca y vieja al otro lado de la puerta. Salió un hombre en sus últimos años de adultez, casi entrando en su último periodo de vida -estoy algo cansado, vuelve más tarde muchacho-
-Buen día maestro- respondió Kain imitando la sonrisa pícara de sus amigos de esta tierra e ignoro las quejas del anciano -supe que llego por un amigo y quería encargarle un trabajo increíble-
-Si es usted, puede ser verdad- exclamo el anciano al notar las exóticas facciones del muchacho -sus rasgos son casi únicos en estas tierras-
-En parte soy yo, pero tengo algo que mostrarte y me han dicho que eres un hombre de ciencia. Si trabajas para mi puede que te ayude en lo que trabajes-
-Grandes palabras para un mocoso- respondió el anciano con fastidio, cambiando así su actitud a una distante. Al igual que todos los genios, se sintió ofendido al escuchar a un niño decir que "lo ayudaría". Él es un genio que ni los mismos genios lo pueden opacar, como podría un muchacho ser su guía -vuelve cuando estés en edad de sentar cabeza- dijo.
-No me decepciones anciano- respondió Kain sintiéndose un poco desilusionado, trato de darle una última oportunidad -espero que no me juzgues por cómo me veo. Después de todo el alma no tiene peso, edad, sexo ni forma-
El anciano se quedó quieto examinando al muchacho y también trato de darle una oportunidad -Ok, ahora tienes mi atención- para él, solo había una persona que ha pensado en estas cosas, él mismo, y todo el que escucha este disparate lo toma por loco. Así que encontrar a alguien que comparte su punto de vista, es algo agradable -pasa rápido, no quiero que gente molesta sepa que he llegado-
Kain atravesó la puerta y camino hasta el zona más céntrica del taller. El lugar tenía un piso de tierra y habían mesas y atriles para pintar por todos lados. Kain quedo mirando los dibujos anatómicos que habían en algunas mesas y le pregunto -¿Cómo te llamas?-
El hombre sonrió y dijo -Leonardo-
-Mucho gusto Leonardo, puedes llamarme Kain. ¿este lugar es seguro?-
-Sí, debería serlo-
-Entonces mira esto- y mientras colocaba energía en el anillo, expulso una pequeña piedra que cayó en sus mano izquierda -¿ahora estas interesado?-
-Que buen mecanismo, muchacho- dijo Leonardo asombrado, él conoce la magia y tenía varios mecanismos que lo ayudan a lograr varias cosas. No obstante, estas inscripciones y funciones es algo único en sí mismo -¿Cómo lo lograste?-
Kain negó con la cabeza y una vez más coloco energía en la piedra con marcas rúnicas. De la piedra emergió la imagen semitransparte de una joven pareja. Uno de ellos es una joven rubia que está un poco nerviosa, pero todavía sonríe y el otro es el joven que está en frente a Leonardo.
-Misterioso, realmente misterioso- dijo Leonardo, estiro sus manos tratando de tomar la piedra, pero Kain la guardo y le dio una mirada amenazante.
Ninguna magia qué Leonardo conoce, produce tal maravilla. Poder llevar la imagen de un lugar o de alguien en tu bolsillo es casi único. Leonardo se dio cuenta de su acción, tosió varias veces avergonzado y dijo -el lenguaje que ocupan estos dos dispositivos es similar, basados en runas y marcas…pero no conozco el lenguaje. Dime ¿Qué quieres por este conocimiento?, dime tu precio-
-Anciano, el dinero no es un problema para mí- respondió Kain, con todos los nobles y bandidos que ha mato en el camino, ahora era más rico que el mismo rey del país -solo quiero que tomes esta imagen, la pintes y que sea lo más fidedigna posible-
Leonardo vio el anhelo y la tristeza en los ojos del joven. La joven en esta imagen debe significar algo para este muchacho -déjamelo a mí, lo haré lo mejor posible- aseguro Leonardo como si pusiera su vida en juego. Por lo usual no es muy empático con otras personas, después de todo nadie empático con un genio, así que ¿por qué tendría que hacerlo él?. Pero algo de este joven le intrigaba y de puro gusto lo acepto. Bueno… y el conocimiento rúnico que ostentaba también -con respecto a las runas ¿puedes enseñarme?-
-Veremos si las puedes dominar, viejo- dijo Kain. Había intentado enseñarle a todas sus esposas, ¡a todas!, pero incluso Artoria no pudo mostrar ningún progreso -no es magia normal-
-Ya veremos muchacho, no me subestimes-
-Nunca mi amigo- todos estos viejos eran tercos y Kain no discutiría solo para ganarse el enojo de este anciano -dime ¿Cuándo vas a tener algo de tiempo?-
-Ven a la tarde, casi al anochecer. Necesito descansar primero-
-o-
Italia - 1503, ciudad de Milan, mes de septiembre.
-¡MALDICION!- grito Leonardo furioso -¿Cómo puede ser posible que un genio como yo no pueda?- mientras pateaba los atriles, estrellaba vasos y destruía todo lo que estuviera a su camino, gritaba -pude entender el lenguaje ¿pero por qué no puedo utilizar esta maldita magia?, ¡no debería ser difícil!-
-Cálmate anciano- dijo Kain mientras disfrutaba de la rabieta del genio. Leonardo es impecable en muchos campos de la ciencia, pero desde hace algún tiempo, sigue chocando contra una pared y parece que él fue quien se rompió al final -puede darte un ataque si no te tranquilizas-
-¿Quieres ese maldito retrato? ¡espera a que acabe el siglo y vuelve a reclamarlo!-
-Tranquilo, es solo una broma, tranquilo…- viendo que Leonardo no estaba de ánimo, Kain prefirió no molestarlo más. Después de todo, todavía no había terminado el cuadro que le pidió -todos tienen sus puntos fuertes, pero no todos pueden ser buenos en todo-
-¿Esta magia no es de este mundo?- pregunto Leonardo entre suspiros -dime Kain ¿Quién eres realmente?-
Kain cruzo sus brazos y le dio una leve sonrisa.
-Como quieras, tacaño-
-¿Cómo va mi cuadro?-
-Esto toma tiempo muchacho- dijo Leonardo desviando la mirada, pero la verdad es que no había terminado la pintura solo para retener a Kain más tiempo. Su conocimiento le intrigaba, sobre todo el rúnico y el de las almas -no es como la magia, yo tengo que plasmar la vida en el cuadro-
-Que apasionado-
-Por supuesto- Leonardo guiño un ojo -es mi mejor talento-
-Viejo no hagas eso- sin considerar que Leonardo era viejo como una pasa, Kain no tenía ese tipo de interés -no eches a perder nuestra amistad-
-Si tú lo dices-
-Al menos tienes que ser como la mujer de ese tipo Giocondo- puntualizo Kain con una sonrisa y trato de cambiar el tema, ya que el ambiente era algo incómodo -¿has visto sus tetas? Son como dos melones-
-Deberías tener cuidado con mirar la mujer de otro- respondió Leonardo, muchos muchachos ya habían muerto por mirarla de la misma manera, así que le advirtió -sobre todo en Italia muchacho. Puede costarte la vida-
-Sería bueno que me desafiaran a un duelo- mostró una sonrisa desafiante -así una vez que lo mato, me quedo con su mujer-
-¿Es tan buena?,cough perdón. No deberías decir eso Kain, podrías morir-
-Créeme viejo, pocas cosas pueden hacerme frente en este mundo-
-Lunático-
Kain solo se rio del comentario.
-o-
Italia - 1504, ciudad de Milan, mes de Julio
Como Kain venía de vez en cuando al taller de Leonardo y eran buenos amigos, se tomaba la libertad de venir en cualquier horario. Hoy era un día hermoso con algunas nubes blancas y brisa fresca. Kain paso por sus amigos los guardias que con el tiempo lo empezaron a evitar y cruzo la calle para llegar al taller de Leonardo. Golpeo la puerta como siempre, con una seguidilla de golpes que volverían loco al buen Leonardo.
-Leonardo, mi amigo, abre la maldita puerta, viejo- dijo Kain, tratando de imitar el acento local. No obstante, para su sorpresa, una hermosa mujer abrió la puerta. Era la primera vez que se encuentran frente a frente, pero Kain sabe quién es. Es la musa de sus sueños, su delgada figura con su voluptuosos encantos lo hipnotizan. Su cabello café oscuro es una delicia y sus ojos azules como el cielo son una fuente de inspiración. Su sonrisa le dice que deje de ser quien es y le ordena que sea de ella. Kain sonríe como un bobo mientras la admira.
-Perdón señor- dijo la hermosa dama de la casa Giocondo, hablo con voz es cristalina y encantadora como si cargara con la seducción sin tener la intención -el maestro Leonardo fue a buscar unas pocas cosas, volverá en una hora más-
Kain despertó de su ensoñación y dijo -mi señora- era todo o nada -podría preguntar ¿Cuál es su bello nombre?-
-Vaya- dijo la mujer tapándose la boca y exclamo de manera coqueta -todavía no te digo mi nombre y ya lo consideras bello-
-Mi señora, viéndote, no podría creer que tu nombre sea feo y aunque lo sea, te miro y lo encontraría el más bello del mundo-
Ella estiro su mano con una gran sonrisa y le dijo -Lisa, ¿Cuál es el nombre del estimado señor?-
Kain alcanzo la mano de Lisa y la beso con un toque de galantería -mi nombre es Kain. ¿Tienes tiempo para salir a pasear?-
Lisa que estaba impresionada por los elogios que le había dado Kain, ahora estaba estupefacta por el descaro. La propuesta de Kain la dejo en blanco y respondió algo apenada -perdón Kain, soy una mujer casada-
-Pero podríamos ser buenos amigos, podemos dar un paseo solo como amigos ¿Qué te parece?-
-Me temo que no podría ser Kain- recordando a los anteriores muchachos que solo se toparon con ella y terminaron muy mal, prefirió evitar. Ni siquiera habían sido ni la mitad de descarados que Kain -mi marido es un hombre celoso y sería peligroso para ti-
Kain suspiró y se despidió viendo el rostro resignado de Lisa -entonces es mi gran pérdida- en verdad; tal amorosa, hermosa y tentadora mujer ¡qué pena! -no te preocupes por Leonardo, volveré otro día-
Lisa miro al joven cabizbajo y algo le pico en el corazón. Un ¿Qué pasaría si? Corrompió su sentido y en un impulso lo detuvo tomándolo del brazo -puedes esperarlo dentro, acompáñame mientras él viene-
-Será mejor que no, Lisa. Haría algo que después nos traería problemas a ambos- Kain soltó su mano y en un movimiento furtivo, la beso.
Entonces Lisa quedo congelada, lo miro a los ojos y lo tiro dentro del taller para después cerrar la puerta.
-o-
Italia - 1504, ciudad de Milan, mes de noviembre
Kain acompañaba a Leonardo en su taller y entre los atriles y mesones, comían un poco de carne y vino.
-Muchacho ¿Qué le hiciste a esa niña, Lisa?- pregunto Leonardo, la modelo ha tenido algunos problemas para posar y ya no tiene el mismo desplante -su belleza es más grande que antes, pero su sonrisa se ha ido. ¡Gracias a dios que es lo primero que pinte!-
-Las cosas son complicadas Leonardo, sobre todo si no puedes estar con quien amas- respondió Kain, se acordó del mensaje que le dieron los matones que mato la semana pasada -ahora ese hijo de puta Giocondo, la manda a cualquier lado acompañada de una sirvienta y dos guardias, ni en al baño puede ir tranquila-
Leonardo se acariciaba la barba con una sonrisa -todavía me acuerdo del escándalo que tenían la primera vez que ocuparon mi taller- entre jadeos y gemidos, le fue imposible entrar a Leonardo. Tuvo que ir a comprar al mercado y esperar a que desocuparan el lugar -fue incomodo por decirlo poco-
Kain suspiro y miro a Leonardo -viejo, ustedes los italianos son una mala influencia para mí-
-Te entiendo, seguimos nuestro corazón aunque no sea correspondido-
Kain solo sonrió y desvió la mirada.
-o-
Italia - 1506, ciudad de Milan, mes de agosto.
Kain caminaba de noche con rapidez. Lo acompañaba una hermosa mujer que se cubría la cara con una capucha. Viajaban con cautela en dirección al taller de Leonardo y una vez llegaron ahí golpearon con la típica insistencia.
-Viejo- dijo Kain mientras golpeaba la puerta -abre la puerta, es urgente-
Leonardo salió en pijama y le grito -¿Sabes qué hora es muchacho del demonio?- dejó pasar al dúo y cerró la puerta -¿Qué quieres?-
-Mi amigo, me voy- dijo Kain levantando las manos y con una gran sonrisa en la cara -venía a dejarte unos regalos antes de irme-
Leonardo lo miro con la boca abierta, estaba confundido y le pregunto -¿no dijiste ayer que te quedarías por varios años?-
-El amor- dijo Kain mientras le besaba la mano de la mujer a su lado y esta se reía graciosamente -ya te dije, ustedes lo italianos son una mala influencia para mí-
Leonardo miro con un poco de envidia a la mujer, pero dejo pasar las cosas. Si el conocimiento y la información que le dio Kain eran correctos, su experimento en el futuro seria exitoso y le daría paso a nuevas posibilidades.
-Toma amigo mío- Kain le entrego un píldora, un amuleto, su capa y una explicación de sus usos -si algún día tienes problemas, pídele al Vaticano que te ayuden y les pasas mi capa. Créeme, ellos te escucharan-
-Bueno muchacho, espero que nos podamos volver a ver-
-Sería bueno amigo mío-
Lisa mostró su sonrisa y dijo -adiós maestro Da Vinci-
-Tienes suerte niña-
Lisa sonrió y siguió a Kain en un con rápido andar. Ese día arrancaron de Italia y se fueron a Alemania. Hay iniciaron una nueva vida y vivieron juntos hasta que la muerte se llevó a Lisa. El único hijo que tuvo Kain con Lisa, se casó con la hija de un conde apellidado Edelfelt, después de su matrimonio, Kain se fue y nunca más se volvieron a ver. Por supuesto, su hijo sabe que puede ir a Lemuria a buscar refugio si alguna vez lo necesita.
-o-
Años más tarde, Leonardo estaba en una biblioteca que pertenecía al Vaticano. Logro su acceso con la capa de Kain y nadie lo cuestiono una vez que mostró el emblema. Busco en los registros por varios días hasta encontrar lo que buscaba.
-¡Maldita sea!- entre risas y alegría maldijo su ignorancia. Su voz ya no era la de un viejo, ni tampoco su apariencia. Sus experimentos habían tenido éxito y lo habían convertido en algo más. Hora poseía una piel de porcelana, unos ojos azules como el cielo y un cabello café oscuro. Sus atributos también habían cambiado por un par de bolsas de carne en su pecho -estaba compartiendo todo este tiempo con un monstruo-
Mirando en retrospectiva ya había logrado su experimento y no poseía la figura del anciano que una vez ostento. Pero ahora eso no servía para nada, ya que la persona que le interesaba se había ido. Como dijo Kain, el alma no tiene forma, ni sexo, ni edad. Así que basado en eso, junto a sus otros conocimientos de anatomía e hizo el mejor cuerpo que pudo. Tomo la figura que tanto anhelo su amigo, en un intento fútil de gustar, de llamar la atención y de cambiar. Todo fue un éxito, al punto de que el señor Giocondo en un día de borrachera, la confundió con su "desaparecida" esposa. Hasta el día de hoy no podía olvidar a Lisa.
-Así que eras Kain Lemuria, maldito muchacho- acaricio el nombre con su dedo en un gesto de anhelo -con razón dijiste que fuera al Vaticano y les pidiera ayuda, pocas personas se atreverían a desafiar semejante existencia-
Después de eso se rio como un loca pensando en todo el conocimiento que había adquirido de Kain, precioso conocimiento que incluso é no podía dominar siendo un genio.
Otro capitulo, esta vez contamos con la suerte.
Mañana más...