—No sabía que eso te había afectado tanto.
—Ahora lo sabes— saqué mi erección, y la acerqué a sus labios—. Has sido una niña muy mala, en todos los aspectos. No soporto que me dejes con las ganas y, que ni una ayudita me des con el problema— acaricié sus labios con la punta, y ella sonrió—. Veamos cuanto dura esa sonrisa en tu rostro — le di suaves golpes con él en la mejilla.
—¿Eso entra como maltrato? — rio.
—Lo siguiente que viene sí.
Ya sabía que no iba a abrir la boca por si sola, así que llevé mis dedos a sus labios y los acaricié.
—Tienes unos labios muy bonitos— forcé un dedo en su boca y lo chupó; hacia unas expresiones muy sexys.
Al sentir que mordió mi dedo, reí.
—Si le haces eso a tu amado John, no te va a volver a atender y, eso, sería muy deprimente para ti— metí otro dedo en su boca y lo movía, mientras ella lo chupaba.
Ya era el momento de dar el siguiente paso, no podía aguantar más. Llevé mi otra mano a su barbilla y con mis dos dedos forcé su boca para abrirla; al ver mi oportunidad, no la desaproveche. Metí la punta en su boca y la miré.
—Voy a soltarte y, si haces algo malo, voy a llevarlo a lo más profundo de tu garganta y hablo en serio. Serás una niña buena, ¿De acuerdo?— la solté, y ella se relajó.
Pude meter parte, y ella trató de girar su rostro.
—No, tienes prohibido sacarlo. Tienes que recibir de buena manera a quien le has faltado tanto, ¿De acuerdo?— llevé mi mano a su cabeza, para evitar que pudiera moverse.
Su boca se sentía increíble, podía sentir su lengua moviéndose a la par que entraba. Siempre había deseado poder jugar con ella así, obligarla a recibir todo de mi.
Ese demonio estaba queriendo salir y deseando destrozar esa boca; esa boca que a dicho tantas cosas indebidas.
Lo saqué de su boca y me acomodé mejor, para poder llegar más allá.
—John— su respiración estaba agitada, y su voz sonaba algo ronca.
—Silencio, y hazme sentir bien. Demuéstrame si chupando eres igual de buena que hablando, muero de ganas por descubrirlo.
—Jamás te había visto tan caliente e impulsivo.
—Esa boquita me pone así; sabe cómo hacerme enfadar y a la vez ponerme duro — reí—. Abre la boca, tu esposo te alimentará esta vez. Asegúrate de comértelo todo, ¿Si?— Daisy sonrió y abrió la boca. Está muy confiada, veamos que tiene para a mi.
Lo puse en su boca, y ella no tardó en comenzar el trabajo.
—Esa es mi chica— me movía despacio, para poder apreciar hasta dónde podía llegar, pero no era suficiente para mí.
Agarré su pelo de vuelta, quería asegurarme de que no pudiera moverse y, de un empujón, lo metí completamente; pude sentir que fue hasta el límite de su garganta y eso me encendió más de lo que pueda describir.
Al escuchar su quejido lo saqué, ella comenzó a toser y sonreí.
—Lo siento, se resbaló más de la cuenta, cosita.
—¿Pensabas matarme? — aún continuaba tosiendo, y con su respiración agitada.
—No exageres, solo fue un poco; además te ves mucho más linda con la boca llena. Deberías de verte ahora, tu mejillas se ven rosadas y todo. ¿Cómo se sintió tener a tu esposo dentro de ti?
—La palabra enfermo se queda corta al lado tuyo.
—¿No te gustó? Te veías tan concentrada en la punta, que pensé que un poquito más no vendría mal.
—Podría intentarlo si no es así.
—Oh, de acuerdo— me salí de encima de ella y, sin darle oportunidad, le agarré el brazo y la halé al borde de la cama, dejando su cabeza en la orilla—. Abre tu boca, princesa— me incliné sobre ella, poniendo mi erección en su rostro y sujetando sus dos manos contra la cama—. Ahora podrás comer mejor, ¿Cierto, pequeña? Enséñame cuánto quieres a tu papi en tu boca.
—John…
—¿Qué creíste? ¿Qué te dejaría coger el mando otra vez? No, mami chula. Dije que iba a violarte, no creas que me harás cambiar de opinión con esto. Abre tu boca, y sé una buena chica.
—Te las cobraré después y con creces, pervertido.
—Cállate, y hazme sentir bien.
Al sentir su boca otra vez, me moví más rápido que antes; en esta posición era más cómoda y de mejor alcance. Los ruidos que emitía cada vez que entraba más y más profundo, me tenían muy excitado. Sus piernas se veían temblorosas mientras lo hacía; ya luego me encargaré de hacerla sentir bien también.
Algo me dice que la muy pervertida está caliente por esto; por la intensidad que lo chupaba y por sus pezones que estaban bastante erectos.
Le solté las manos y me enderecé un poco, quería ver como su boca envolvía cada parte de el. Quise hacer lo mismo y llegar al límite de su garganta y, pude apreciar cómo por ese mínimo instante, se notó en ella cuán profundo estaba.
Lo saqué y ella comenzó a toser, levantando un poco la cabeza. Eso fue muy sexy, jamás pensé que podría ver esas expresiones pervertidas en su rostro.
A pesar de haber estado unos segundos buscando el aire, ella quiso continuar e incluso se movía sola. Ha encontrado mi debilidad, y es complicado no demostrarla. Yo debía estar haciendo una expresión tan pendeja en este momento, pero eso no me importaba.
En todas las veces que llegué a los más profundo de ella, Daisy continuaba, y poco a poco se estaba acostumbrando a estar más tiempo soportándolo y, se podía notar que lo estaba disfrutando. Incluso estaba gimiendo mientras lo hacía, cada vez las sensaciones que estaba experimentando eran más.
Había planeado no correrme en su boca, pero ese demonio me estaba convenciendo de hacerlo. Quería ver su expresión cuando lo hiciera, y no podía esperar más. Estaba muy excitado con verla tan caliente y jodida por mí, más por verla esforzándose en recibirme completamente y ese rostro transformado en otra persona.
Aceleré mis movimientos y, al sentirme al tope, lo empujé profundamente por última vez, hasta que sentí ese escalofrío por todo mi cuerpo y ese hormigueo que se concentró en la punta.
Daisy se quejó y cerró los ojos, al sentir mi calor en su garganta. Trató de meter sus manos y se las aguanté.
—Debes tragarlo o no lo sacaré, no se vale hacer trampa— al sentir que lo hizo, lo saqué y Daisy no tardó en toser.
—¡Eres un idiota! — me dio un golpe en la pierna, y reí.
—Imagina que fue un trago de Whisky doble.
—¡No lo digo por eso, idiota! ¿Por qué no avisaste? — su voz se escuchaba aún ronca, y entrecortada.
—Fue una sorpresa por haber hecho un buen trabajo. ¿Te gustó?
—¡Eres un depravado!
—Dime, ¿Te gustó el sabor al Whisky?
—Un poco más y me matas, animal salvaje. Hasta la boca siento adormecida.
—¿Quieres que la vuelva a despertar?
—Vete a la mierda, John— se puso de rodillas en la cama.
—Eso le pasa a las niñas malas, que dejan a uno con las ganas y hablan más de lo que hacen. Todavía falta más, porque la noche aún está comenzando; así que prepárate, preciosa, que lo bueno apenas comienza. Vas a desear no haber despertado a este demonio de esposo que tienes.
—Tú prepárate, porque te dije que te las iba a cobrar— me agarró el brazo, y me empujó a la cama.
—Estás muy ardida, cosita linda. Solo fue un poco de calcio que te di; te hacía falta— reí.
Daisy se paró en la cama y se fue por arriba de mi cabeza y se agachó justo encima de mi cara; podía ver claramente todo de ella. Estaba bastante húmeda, parece que no me equivoqué de que lo estaba disfrutando.
—Ahora te va a tocar a ti hacerme sentir bien, John, así que procura que esa boquita que me ha ordenado tanto hoy, funcione para atenderme y quedar satisfecha— rio.
Esta mujer no tiene idea del problema en el que se está metiendo y, más, dejándome visible y al alcance ambos agujeros. Veamos cuanto dura arriba de mi. Reí insidioso ante ese pensamiento.