Dormimos durante todo el vuelo. Hace tiempo no dormía tan bien, ni tan cómodo. Toqué algo realmente blandito, y supe que no debía estar tocando la almohada. Al abrir los ojos, me encontraba en el pecho de Daisy, a lo que me senté rápidamente en la cama y ella se me quedó viendo.
—Quiero saber qué pasó anoche y cómo es que ahora me encuentro entre dos grandes almohadas— le pregunté.
—¿No lo recuerdas?
—No, recuerdo que me acosté detrás de ti y nos quedamos dormidos.
—Estabas roncando como cabro a punto de morir. Tuve que darte un codazo, que casi te saco de la cama. Estuve a punto de abrir la puerta de emergencia y tirarte, jamás te había escuchado así.
—No sabía que estaba tan cansado, no recuerdo que hayas hecho eso.
—Hasta te me tiraste encima y casi me matas.
—¿De qué hablas?
—Me apretaste tan fuerte, como si fuera un oso de peluche, aunque tenga el tamaño o el ancho, no significa que lo sea.
—Quien te escuche no pensaría que estás hablando de mi, algo que me agrada. Por otro lado, en tamaño lo dudo mucho.
—Y anda con mi tamaño.
—Tú lo mencionaste primero. ¿No que te gusta el cariñito y esas cosas?
—Una cosa es cariñito y otra es que me agarres con tanta fuerza. Casi me dejas sin aire. Tienes mucha fuerza, hombre.
—No vuelvo a dormir contigo entonces.
—¿Ahora te vas hacer el molesto? Quien debe estar molesta soy yo.
—Estaba muy cansado, luego de ese oral de diosa que me diste, era claro que literalmente iba a estirar la pata.
—Hemos estado una noche teniendo sexo de corrido y no has roncando de esa forma. Deja de dar excusas. No es que duermas, es que esos ronquidos me desvelaron. Tan lindo que eres y roncas como camión.
—Como si tú no roncaras, mujer.
—Así como tú imposible, jamás te has quejado.
—Lo que sea — me levanté de la cama y fui al baño.
Su pecho si se sentía muy cómodo. Hasta pensar en eso emociona al cabezón. Es muy temprano para eso. Debo pensar en lo que es importante ahora.
Al salir del baño, regresé con Daisy.
—Usaré el baño — me dijo.
—Yo iré hablar con el piloto.
—Debemos estar por llegar. Ya casi serán las 9.
—Esta bien.
—Pediré que nos hagan desayuno antes de bajarnos del avión. Tú debes comer algo.
—Ambos te lo vamos agradecer — sonrió y caminó al baño.
Luego de hablar con las azafatas, me fui con el piloto y me mantuve con él por un rato. Estaba mirando como se veía el ambiente. Al decirme que iba a aterrizar, me fui de vuelta con Daisy.
—Siéntate y ponte el cinturón.
La hice sentarse en uno de los asientos y le puse el cinturón, me senté al lado de ella e hice lo mismo.
—Te ves tan lindo cuando nos cuidas, si fueras así de protector siempre, serías perfecto.
—Siempre lo he sido. ¿Olvidas que siempre ando salvándote el trasero?
—Yo también te lo he salvado a ti.
—Supongo que debo darte un punto a tu favor.
—¿Tú realmente lo aceptaste? El mundo va acabarse.
—Siempre piensas mal del padre de tu bebé, creo que hablaré con nuestro bebé para que te regañe cuando nazca.
Daisy rió.
—De aquí a allá se te olvida.
—Lo más probable.
Al aterrizar, desayunamos y luego bajamos del avión, alquilé un auto en el aeropuerto y puse el GPS a funcionar. Necesitaba llegar a la casa que acordé por llamada. Estaba haciendo algo de frío, así que la mantuve cubierta. Ella se enferma de cualquier cosa, tiene las defensas bajas.
Al llegar, la casa se veía justamente como en la foto. Le di el dinero al hombre y me entregó las llaves de la casa, para luego irse.
—¿Te gusta?
—Es demasiado grande, pero me gusta— sonrió y me fui a su espalda, sujetando su cintura.
—Aquí comenzará nuestra nueva vida ahora, cosita. Aquí pasaremos mejores momentos y crearemos buenos recuerdos con nuestro bebé. Nadie nos molestará y vamos a poder tener una vida normal, o eso espero.
—¿Por qué no te oyes tan feliz del todo, John?
—Porque tengo temor, cosita. No sé si pueda acostumbrarme del todo a esta vida nueva y tranquila.
—Sí lo harás, nosotros te ayudaremos.
—¿Tú te sientes bien estando conmigo?
—¿A qué se debe esa pregunta? Por supuesto que sí. ¿Por qué crees que estoy aquí contigo ahora? Yo te amo, John. Sé que debiste tener una vida difícil y dura, pero es momento de cambiar todo eso y de que puedas ser feliz; de dejar todo eso malo en el pasado, y comenzar de cero. Ahora tendrás un gran motivo para cambiar y ser una mejor persona— llevó mis manos a su barriga —. Tendremos a este tesoro y tenemos que cuidarlo. Lo que fuiste, lo que eras, lo malo que hiciste, todo eso lo dejamos allá, ahora aquí eres una nueva persona. Yo te acepto tal y como eres, porque sé que en el fondo, tú no eres una persona mala, fuiste una víctima de alguien que te dañó el alma y te hizo ser eso que eras, pero ahora puedes ser tú. Aún estás a tiempo de ser quien quieras ser, de darte una oportunidad a ti mismo y enmendar todo lo malo que hiciste alguna vez. Ahora tendrás un motivo para salir adelante y de ser un buen ejemplo para nuestro bebé — se giró hacia mí y acarició mi mejilla—. Aquí no eres ese tal Alma negra del que hablan todos, aquí serás John, un hombre dedicado a su familia; una prueba y yo un testigo, de que el amor puede cambiar a las personas. Esa alma negra ya no existe, para mis ojos nunca existió y para los de nuestro bebé tampoco existirá.
Llevé mi mano al pecho y carraspeé. Extrañamente sentí otra vez esa taquicardia al escucharla decir eso.
—Deja la vergüenza y entremos a nuestro nuevo hogar, cariño — sonrió y me agarró la mano haciéndome caminar con ella.
Una vez lo dije y ahora lo vuelvo a confirmar... Ella es especial. Debo darlo todo para que esto funcione, porque sin duda alguna, la quiero a ella a mi lado.