—No hagas esto más, Akira— le pedí, y mordió suavemente mi cuello.
—¿Por qué tener que seguir separados más tiempo? Aún nos amamos y eso deberán entenderlo nuestros hijos. Para que estés con otra persona, es mejor que estés con el padre de tus hijos.
—Detente, por favor— lamió mi oreja y mi cuerpo comenzó a temblar más.
—Yo te amo todavía y sé que tú también lo haces, no sé porque te sigues negando, pero no dejaré que ese orgullo termine con esto que nos costó tanto sacrificio y dolor. No es justo que se pierdan todos estos años que hemos estado juntos, solo por esto. Sé que actué mal, cometí muchos errores y lo más probable los siga cometiendo, pero yo los amo como a nadie y no dejaré que nos alejemos más. Te quiero conmigo, lisa. Solo te quiero a ti, y sé que solo me quieres a mi. Dejemos este maldito orgullo a un lado y regresa conmigo. Yo trataré de arreglar las cosas con nuestros hijos, y de ganarme su confianza y amor otra vez, pero no me rechaces más.
¿Por qué tiene que ser tan difícil renunciar a la persona que amas?Es difícil hacer de cuenta que no siento nada, cuando por dentro siento estas ganas de estar con él. Aún sabiendo la clase de persona que es, ¿Por qué no puedo dejar de amarlo? Al principio creía que, quizás, era la costumbre porque a sido el único en mi vida, o quizás porque lo deseo sexualmente demasiado, pero me he dado cuenta que hay algo más; algo que va mucho más allá de eso, aunque aún no sé con certeza que es, estoy consciente que nada podría cambiar esto que siento por él. Ni la distancia, ni el tiempo, ni siquiera sus impulsos o malos tratos; supongo que ya es algo a lo que me acostumbré. Todos estos años han sido así, es lo único que conozco. Me he vuelto masoquista y lo peor es que, he fallado otra vez. Me he fallado a mi misma y le he fallado a mis hijos. Sentía ese cargo de conciencia y esa culpa dentro de mi, no puedo perdonarme esto. Akira se detuvo y se acostó al lado mío.
—No haré nada, pero quédate está noche conmigo— no dijo nada más, llevó su cabeza a mi pecho y puso su mano alrededor de mi cintura. Me quedé quieta sin saber que hacer. Mis mejillas estaban calientes y mi cuerpo estaba temblando al tenerlo tan cerca luego de tanto.
Dormimos juntos esa noche, no hicimos nada más que dormir. Es extraño que luego de ese impulso que tuvo y todo lo que dijo, haya cambiado de opinión, pero fue mejor así.
A la mañana siguiente
Me levanté rápidamente de la cama y me vestí, quería salir de ahí, porque sabía que si me quedaba más tiempo no podría seguir controlando esto que siento por dentro. Caminé a la puerta y escuché su voz.
—Yo te llevaré, pero me daré un baño primero, ¿Quieres unirte?— olvidaba que siempre se despierta cuando lo hago.
—No, lo haré en mi casa.
—Esta bien.
Según termino de bañarse, me trajo a la casa.
—Espero se pueda repetir y que para la próxima no nos dañen la cita, ten mucho cuidado.
—Buen día.
—Nos vemos en la oficina— sonrió antes de cerrar la puerta. Sentía mi corazón agitado al verlo sonreír, pero no puedo dejarme cegar por eso.
Subí a mi cuarto y me bañé, luego llamé a Kaori ya que no me había llamado.
Llamada telefónica
—¿Todo está bien por allá? ¿Cómo les fue durante el viaje?
—Bien, mamá.
—¿Y Lin?
—Salió a buscar un trabajo.
—¿Cómo que un trabajo? ¿Para qué?
—Se le metió la idea de trabajar para mantener a nuestro bebé.
—Eso es…
—No quise poner objeción, si él se siente mejor así, que lo haga.
—Ya veo. Dile que lo amo mucho y que se cuide, por favor. Manténgase comunicados.
—Sí, mamá, te amo.
—Y yo a ti, princesa— colgué la llamada
Se escuchaba algo rara, solo espero que esté un poco más tranquila con todo esto.
Me acerqué a la cuna que trajeron los hombres de Akira ese día. El bebé estaba profundamente dormido. No sé qué planes tenga Akira, pero saber que está pensando usar a un bebé para sus planes, me causa escalofríos. Quisiera poder evitar lo que está planeando, hubiera preferido no saber nada. Si es realmente el hijo de su hermano y se entera de esto, pondría en riesgo a mi familia otra vez. Akira está demente.
Me fui a la oficina y dejé al bebé a cargo de la empleada. No quiero estar cerca de él, no quiero encariñarme para luego sufrir más, estoy cansada de esto. Llegué a mi oficina y había un hombre sentado frente a mi escritorio.
—¿Quién eres? ¿Y quién te dejó entrar?
—Buenas tardes, Srta. Leiko. Mi nombre es Ian, es un placer conocerla — se levantó y extendió su mano.
—Hice una pregunta— insistí.
—Disculpa por ser tan descortés. — bajo su mano—. El Sr. Kanji Carter me envió con usted para una entrevista para el puesto de supervisor, sería un honor poder trabajar para usted.
—¿Lo he visto en alguna parte?— le pregunté, al sentir que lo había visto en alguna parte.
—¿Le parezco conocido?— me preguntó confundido.
—Sí, ¿Me dirá porque siento eso? — sonrió inocentemente por mi pregunta.
—Me gustaría saber lo mismo, Srta. Leiko.