El corazón se me rompió en mil pedazos otra vez. Por más que trataba de no sentirme mal o que me doliera, era imposible. Muy en el fondo me quema, me es doloroso darme cuenta de las cosas. Ya ves como es el destino, me pone las fichas en el camino para que no siga siendo engañada. Tengo que ser agradecida.
—Es un bebé muy hermoso — sonreí como si nada estuviera pasando.
—¿Quiere sujetarlo?
—No, nunca he sujetado un bebé y no quiero pasar un susto — y tampoco quiero hacerlo...
—Lo siento. ¿Qué día puedo buscar al Sr. Akira?
—Hay una presentación esta tarde a la cual él tiene que asistir, sería bueno que usted también se presente, así puede calmar a Akira.
—¿Calmarlo?
—Eres su mujer, ¿no?
—¿Cómo lo supo? — miré al bebé y sonreí.
—La respuesta es obvia, querida. Quisiera que pudiera estar presente, así controla sus malas costumbres.
—¿Malas costumbre?
—Sí, verás que se la pasa acosando a una de las empleadas, y si estás ahí, puede ser que se controle.
—¿Akira hace eso?— se sorprendió demasiado. Si supiera que hace eso y más.
—Es una mala costumbre que tiene, pero ya se le pasará. No cabe duda que a quien ama es a usted, puede estar tranquila. Debería también llevárselo a su casa, escuché que tiene muchos enemigos, y al estar sola no vaya a ser que le hagan algo, ¿Me entiende?
—¿Enemigos?
—Sí.
—¿Cómo usted sabe todo esto?
—Porque soy su amiga por mucho más de 14 años, es por eso que le pido se cuide mucho, en especial a esa ternura de bebé. Sería una lástima que termine como su ex esposa.
—¿Usted sabe sobre su ex esposa?— oh, parece que estaba enterada.
—Sí, murió por varias puñaladas. Pudo haber sido peor, así que protégete—abrió sus ojos de par en par—. Fue un placer conocerla, siempre será bienvenida por mi oficina. Le dejo esta tarjeta para la actividad de esta tarde. Cuídate mucho, y a ese adorado bebé.
—Gracias por todo.
—Siempre a la orden. Permiso — sonreí amable y caminé.
Entré a la oficina de Kanji y él vino conmigo. Tenía ganas de tirar todo contra el suelo de la rabia, pero traté de respirar hondo y calmarme.
—Perdóname por querer ocultar esto— me dijo Kanji.
—No te preocupes, sé que lo hiciste con la intención de no causarme más daño, realmente lo aprecio mucho.
—Sé cómo debes sentirte y con toda la razón del mundo, pero no vale la pena, mi diosa. No dejes que ese infeliz logre su objetivo de hacerte daño.
—No te preocupes, ya estoy acostumbrada a que me vean la cara de estúpida y me hagan este tipo de cosas.
—Quisiera poder evitar todo lo que está pasando. ¿Para qué la invitaste a esa presentación? Eso te causará más daño.
—No, más bien quiero ver la cara de Akira al enterarse de que lo sé todo. Le declaré oficialmente la guerra y esto apenas comienza.
—¿Hiciste qué?
—Lo que escuchaste, ahora solo debo cuidar a mis hijos de ese demonio infeliz.
Kanji se sentó en la silla y caminé a la puerta para ponerle seguro.
—No creo que sea una buena idea provocar a ese demente ahora. Ese tipo se ha vuelto loco, y tú eres la causante de ello. Se ve que aún está obsesionado contigo, y eso es un problema muy malo. Un hombre obsesionado, es capaz de hacer la peor de las cosas; en especial un hombre como Akira.
—Una mujer herida también es capaz de hacer mucho. No voy a dejarme pisotear de él. Estoy cansada de ser siempre la estúpida del cuento. Él me las pagará tarde o temprano, pero no pensemos en nada más que tenga que ver con ese imbécil—me subí encima de Kanji.
—¿Qué necesitas, mi diosa?— puso sus manos alrededor de mi cintura.
—Esta vez solo quiero una cosa— esta vez fui yo quien lo besé, y no, no lo hice por desquite. De alguna forma necesitaba de esa tranquilidad que tengo al sentir sus besos o caricias; es una sensación muy placentera. Siento que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pude sentir esto. Yo no sé con certeza lo que siento, pero estoy segura que no es amor. Me conformo con sentir lo que estoy sintiendo ahora; aunque de alguna forma quiero más. Es como si mi cuerpo estuviera ardiendo. Tuve que detenerme. No puedo entender porque siempre me pongo así. Me da algo de vergüenza estar jadeando solo por sus besos. Kanji debe estar pensando que soy una pervertida.
—¿Te sientes mejor, linda? — sonrió y lo miré. No se le pasa una.
—Mucho mejor, gracias por dejarme hacerlo.
—Es una lastima que estemos aquí, quisiera escucharte más— mi cara se calentó al instante, tuve que levantarme de encima de él.
—Lo siento por haberme subido sobre ti así de la nada.
—Deberías hacerlo a menudo, no me molestaría.
—Yo tengo que ir a la casa y prepararme — no podía ni mirarlo a la cara de la vergüenza que tenía, y escucharlo reír me hizo sentir peor.
—Te buscaré en la tarde, ¿Te parece?
—Esta bien—me despedí y salí de su oficina.
Esa sensación de como si me estuviera sujetando por la cintura todavía, estaba en mi cuerpo. Estoy muy sensible, que se estremezco por algo tan simple.
Me fui a la casa y esperé hasta que llegarán los niños para estar un rato con ellos. Kaori según llegó quería hablar conmigo, pero no sabía por donde empezar. Se veía muy triste y afectada por la situación, pero aún no me sentía preparada para enfrentarla y la mandé al cuarto. No quería herirla más de lo que ya estaba, pero es algo que tengo que hablarlo con ella.
—Mamá, será mejor que no menciones el tema por ahora. Yo mantendré mi distancia como te dije, pero no le digas sobre esto o se pondrá peor.
—Tengo que hablarlo con ella, Lin.
—La va afectar más de lo que ya está. Será mejor darle un tiempo a que se calmen las cosas. No quiero herirla, ni tampoco que se sienta resentimiento, por favor.
Lo peor del caso es que Lin tiene razón, si le digo todo lo que hablé con Lin, lo más probable termine resentida conmigo. No puedo aceptar algo como esto de igual forma, yo los mantendré vigilados. Ya me encargué de hacer que uno de los empleados los siguiera. Me duele hacer esto con mis propios hijos, pero es por su bien.
Subí a la habitación de Kaori y le expliqué que hablaríamos del tema más adelante. Al principio se negó, pero luego aceptó. Mientras estaba en su cuarto me llamaron y era James.
Llamada telefónica
—¿Alguna novedad, James?
—Sí, Sr. Leiko.
—A ese matón lo contrataron para matar a Kanji, y a usted.
—¿Quién lo envió?
—No quiso decir nombre por más que lo obligué.
—Ya veo, ya sabes que hacer. Gracias, James. Luego que termines, quiero que vayas por el centro comercial, estaré ahí en la tarde.
—Ahí estaré, Srta. Leiko.
¿Quién pudo haber sido? ¿Cómo se podrá saber ahora? Esto está de mal en peor y con Akira de enemigo peor todavía. No dudo que pudo haber sido él, pero sí lo fue es un cobarde.
Llegó la tarde y Kanji vino a recogerme para irnos a la presentación. Me mantuve en vigilancia buscando a Akira y su nueva mujer, pero solo me encontré con ella sola. Al parecer, Akira no había llegado. Es extraño, él siempre es puntual.
—Buenas tardes, Señorita. Es un placer contar con su presencia por aquí— le dije al verla.
—Buenas tardes, Señorita. ¿Ha visto a Akira?
—No, parece que aún no llega, pero me encantaría hablar contigo unas cosas, ¿Será que se puede?
—Sí, claro.
—¿Por qué no vino con él?
—Él no sabe que estoy aquí, vine de visita hace unos días.
—Ah, ya veo. ¿No están viviendo juntos?
—Ahora que él está por aquí, no. Quería sorprenderlo.
—Entiendo, tienes un hijo muy hermoso. Tiene los mismos ojos del Sr. Akira.
—¿Qué haces tú aquí?— escuché la voz de Akira y fijé mi mirada a él, se veía realmente molesto. Parece que verse descubierto, fue algo que no le agradó.
—La invité yo, ¿Hay algún problema, Akira?— lo miré sonriente y Kanji se acercó a mi.
—¿Por qué no entramos a la tienda, Srta. Leiko?
—Espera, Kanji. Quiero felicitar a esta hermosa parejita, y por ese hermoso retoño que tienen de hijo. Es un bebé muy hermoso, se ve que lo hicieron con mucho amor.
—Gracias, Señorita— Akira le jaló el brazo a Hisa de mala gana, casi la hace caer. Se la llevó a otra parte y yo estaba riendo internamente.
—¿Viste esa cara? Creo que nunca me había sentido tan feliz, Kanji— reí, y entré con Kanji a la tienda.
Akira
—¡Te largas para la casa ahora!— le ordené.
—Quiero que me expliques algo antes. Si te busque aquí era para enfrentarte. ¿Por qué me estabas mintiendo?
—Ahora no tengo que hablar contigo sobre nada. Lárgate a la casa antes que pierda la paciencia.
—No puedo, no me iré hasta que me digas la verdad de lo que estás ocultándome. ¿Estás con alguien más?—puse mi mano en su cuello y lo presioné.
—O te vas tú, o te llevo yo, tú eliges— le solté el cuello, haciéndola caer al suelo.
—¿Por qué me tratas así? Creí que te haría feliz verme.
—Pues fíjate que no. Te ordené que te quedaras allá e hiciste todo lo contrario.
—Algo estás ocultando y por eso me dejaste sola con el bebé.
—No quiero perder la poquita paciencia que me queda. Lárgate de aquí y regresa a la casa.
—Háblame, dime lo que está pasando. Eres viudo y tienes más hijos, y no me lo habías dicho. ¿Por qué?
—Malcom, llévate a esta zorra de aquí y asegúrate de que se largue a la casa— le dije al empleado.
—Sí, señor.
—¿Qué? Me vas a llevar ahora a la fuerza, pero ¿Qué demonios ocurre contigo?
—Puedo ser peor, y más porque no hiciste caso y jodiste mis putos planes. ¡Llévatela, Malcom!
—¡Akira!
Lisa
Kanji se fue al medio de todos para dar la pequeña charla y a presentar a las modelos que estarían asistiendo, cuando sentí que me aguantaron el brazo a la espalda.
—¿Qué mierda estás haciendo, Akira?
—Camina y no pongas resistencia, o quién sabe lo que pase— sentí la frialdad del arma en mi brazo. No tuve de otra que hacer lo que dijo, pues al menos no estoy desarmada.
Caminé sin levantar sospechas y no vi a James por ninguna parte. Kanji estaba ocupado al frente, y no creo que se haya dado cuenta de a dónde fui. Akira me llevó a las escaleras del centro comercial.
—¿Qué pasa, Akira? No pensé que estarías tan molesto por algo como esto, ¿Cuánto tiempo más ibas a ocultarlo? ¿Se te cayó la mentira y ahora te pones así?— se arregló el arma y me miró fijamente.
—Parece que hay alguien celosa por aquí.
—¿Celosa? ¿Cómo puedo estar celosa por ti? Al contrario, me alegro mucho que al fin tengas la familia que siempre quisiste y te hayas podido probar de que aún te funciona.
—¿Quieres ver cuánto funciona? ¿Es eso lo que te tiene tan de buen humor conmigo últimamente?
—No me hagas reír, Akira. Ya tú no me importas. No puedo negar que sí me sorprendió al principio, pero supongo que era de esperarse. Eres muy calenturiento, sabrá Dios cuántos hijos más están por ahí sueltos— me agarró por la cintura de la nada, no pensé que se molestaría tanto por eso.
—¿Qué debería hacer contigo, corderito?— apretó mis glúteos y me acercó más a su cuerpo. Lo tenía cara a cara y tenerlo así me afecta.
—No te atrevas, Akira— estaba tratando de alcanzar el arma que estaba en mi muslo, pero sus manos estaban alrededor de mi cintura. Se daría cuenta rápido si trato de cogerla, y sería peor.
—Mi muñequita parece que desea esto. ¿Por qué no estás poniendo resistencia como hace unos días? ¿Por qué no estás llorando y pidiendo que me detenga?
—¿Quieres que te demuestre que estoy muy afligida por esto? ¿Te gusta que ponga esa cara de víctima para alimentar tu ego y cumplir con tus fantasías enfermas?
—Sí, sería más divertido escucharte llorar un poco.
—Ni siquiera respetas a tu nueva mujer, y andas aquí buscando a otra que te cumpla. ¿Por qué no aprovechas que está aquí y te la tiras? Digo, porque se nota lo caliente que estás. Ese es el papel que le toca a ella cumplir ahora, no a mí.
—Ese papel te toca a ti como mi esposa.
—Dejaré de ser tu esposa pronto. Me encargaré de divorciarme y poder hacer una vida lejos de ti, Akira.
—¿Crees que lo voy a permitir? ¿Por quién me estás tomando, corderito?
—Al probar que tienes una relación, y un hijo fuera del matrimonio, ¿a quién crees que le darán la razón en la corte? — sonreí con malicia.
—No juegues conmigo, lisa. El día que trates de hacer una tontería como esa, olvidaré que alguna vez te quise.
—Ya lo olvidaste hace mucho y yo también.
—Oh, es cierto. Ahora eres mi enemiga, no tengo porqué contenerme o sentir lástima por ti, ¿Cierto?
—¡Vete a la mierda, mentiroso infeliz!
—Debería hacerte otro hijo más a ti, ¿Eso es lo que quieres para calmar esos celos que sientes por dentro? Eso me confirma que aún me quieres, princesa.
—Por ti dejé de sentir algo hace mucho.
—Demuéstralo y sé mía ahora.
—Suéltame, idiota. Dejé de ser tuya hace mucho, ahora solo sigue revolcándote con las demás perras que te encuentres, no me interesa estar en esa lista más.
—Te va a tocar hacerlo, ¿Cómo ves que te me antojas tu ahora? Entre más difícil te pongas, más me dan ganas de destruirte y obligarte a recibirme.
—Estás muy enfermo, Akira.
—Tu me pones así, ahora no te quejes, corderito, solo disfruta.