Jefferson
—¿Cómo se siente, señora?
—Bien, ¿cómo salió Akira de todo?—preguntó la madre de lisa.
—Todo bien. Ya ha despertado. Su hija está con él en este momento.
—Como me alegra esa noticia. Valió la pena.
—Gracias por lo que hizo por mi hijo.
—Lo hice con mucho amor. Quiero que ambos sean felices. Aún están jóvenes y pueden tener una vida normal.
—Ahora serán una familia. Estoy seguro que van a poder sobrepasar todo esto juntos.
—Gracias por su amabilidad y por hacer tanto por mi hija y por mi; en especial por su silencio.
—No hay de que. Estaré visitándola cada vez, espero no se moleste. No la dejaré aquí. La llevaré a mi casa, allá no le va a faltar nada y puede estar más cómoda. La dejaré por unos días en el hospital mientras se recupera.
—No tiene que molestarse, Sr. Jefferson.
—Yo quiero hacerlo. No soy hombre de aceptar un no como respuesta y menos de usted que ha hecho tanto.
Lisa
Al día siguiente, el doctor dio indicaciones de que Akira tendría que levantarse y caminar. Sería parte de la recuperación.
—Debes hacerlo con calma, Akira. No hagas ningún movimiento brusco.
—Mierda—hizo un gesto de dolor al levantarse.
—¿Te duele?
—Sin ánimos de ofender, pero ¿No es una pregunta ridícula, mi amor?
—Lo siento. Camina con calma.
—¿Quién diría que estaría en estas condiciones luego de nuestra boda? Se supone que así hayas tenido que estar tu, pero por otras razones.
—Tonto— reí—. no te preocupes, saldremos juntos de esta.
—Me siento inservible.
—Pareces un viejo gruñón— reí.
—Debería callarte a besos. Tienes suerte que estoy todo jodido, pero no lo voy a olvidar—ante su actitud no pude parar de reír.
—Vamos al cuarto, ya fue suficiente. Te bañaré.
—Tal parece que mi mujer quiere verme desnudo.
—Puede ser eso— sonreí.
La expresión de Akira al bañarlo era muy entretenida. Pensando en eso, no pude evitar sonreír.
—¿En qué estás pensando, corderito?—me preguntó con una mirada pícara.
—En lo bien que te ves—le respondí sin titubear.
—Debe ser incómodo bañar a alguien como yo, ¿Verdad?— desvió la mirada.
—Te he visto en otras situaciones— me burlé.
—Ah, ¿sí? ¿Por qué no te bañas conmigo aquí?
—No, Akira.
—¿Por qué una cosa lleva a la otra? ¿A eso le temes?
—Es notable que estás pensando en cosas raras, Akira. Ni siquiera en la situación que estás puedes estar tranquilo — miré su erección, y negué con la cabeza.
—¿Por qué lo dices, corderito?— rio.
—Tu parte baja es muy honesta.
—Tus burlas te van a salir caras, corderito. Es normal estar así, es mi esposa quién me está tocando.
Luego de bañar a Akira lo senté despacio en la camilla. Ha estado muy gruñón, hasta así se ve tierno.
—Ahora solo relájate para terminar. Hay que secarte o te vas a resfriar, mi amor.
—¿Hay algo más que quieras, corderito?
—Sí, a ti— lo besé sin aviso.
—Er-es… — tartamudeó, y se rindió.
—Ahora me toca a mí.
Tocaron la puerta y era Jefferson.
—Permiso. ¿Puedo hablar contigo, Akira?
—Sí, ¿Pasó algo?
—Los dejo solos. No deje que haga ninguna imprudencia, Mr. Jefferson—Akira sonrió ante el comentario y salí de la habitación.
Akira
—Veo que has estado muy bien atendido, Akira.
—Así es. Tener que cuidar de alguien como yo, debe ser difícil para ella.
—Tengo varias cosas que quiero comentarte. Como te dije, tengo a tu chófer en una de mis casas de seguridad. Sé que no debe ser fácil que te diga esto, pero algo en ese hombre no me gusta. No obstante, encontré varias cosas inusuales en la casa donde le pediste que llevara a lisa y no me gustaron para nada.
—¿Qué casa? ¿De qué hablas?
—Pasaron varias cosas desde que te dispararon. Entre ellas; tu chófer protegió a lisa, la sacó del lugar y se la llevó, según él por órdenes tuyas a una casa de seguridad. Lo más raro es que esa casa no está a nombre tuyo, ni mucho menos de ella. Primero que todo quiero saber si fuiste tú quien le dio esa orden. Tengo buen olfato para los traicioneros y ese tipo me parece uno.
—La única orden que le di fue protegerla, pero jamás le dije que la llevara a ninguna casa de seguridad. Solo tengo dos casas de seguridad en San Francisco, los demás son negocios.
—Encontramos un dispositivo móvil, estamos intentando recuperar lo que hay en el. Quise que investigaran esa casa a donde la llevó, porque algo no me cuadraba. La amiga de la señorita y él chófer fueron secuestrados, pero mataron solamente a la amiga.
—Cuando dices amiga, ¿Te refieres a Yuji?
—Sí, la señorita lisa me informó también que él no buscó la manera de ayudarte cuando te dispararon, que lo que hizo fue llevársela del lugar.
—Si suena sospechoso, pero creo que sus razones tenía. La orden que le di fueron protegerla. No creo que él sea capaz de traicionarme, Jefferson.
—Akira, estás confiando mucho en ese hombre. No me da buena espina. No te confíes de él. Si me das la orden puedo hacerle cantar.
—Tráelo. Quiero confrontarlo y que me explique. ¿Lisa sabe sobre su amiga?
—No, no he querido decirle.
—Es mejor que no le digas nada.
—Akira, no creo que sea conveniente que él sepa que estás vivo.
—Es mi hombre de confianza, Jefferson. Es el empleado que más años ha estado conmigo; yo lo ayudé cuando su padre murió y él le tiene mucho aprecio hacia lisa. Estoy seguro que es un mal entendido. Si encuentras alguna otra información, avisame, mientras tanto tráelo.
—Lo tendré vigilado también aquí en el hospital. No voy a arriesgarte, Akira.
—Siempre tan protector.
—Eres como mi hijo y cualquiera que intente algo en tu contra, tiene que vérselas conmigo.
—Grácias por cuidar de lisa. Te debo muchas.