Colgué la llamada y puse el teléfono en la cama.
Eso es imposible, yo mismo vi cuando le dispararon. ¿Cómo puede estar ese maldito vivo? Claro, es por eso que lisa se fue con Jefferson. Ahora todo me cuadra.
—¿Por qué, lisa? ¿Por qué lo defiendes? ¿Por qué me lo ocultaste? ¿Por qué me mentiste? ¡Ese Maldito debe morirse! No voy a dejar que se interponga entre nosotros otra vez. Tengo que salir de aquí antes de que lleguen a buscarte. Seguiremos después, lisa. Te juro que serás libre de ese hombre, así sea lo último que haga— salí de la habitación.
Lisa
—Srta. Lisa, despierte— escuché la voz de la empleada.
—¿Qué sucede?—mi cabeza daba muchas vueltas y me sentía muy cansada.
—Señorita, Mr. Jefferson la mandó a buscar. Hay unos hombres afuera esperándola.
¿Será que Akira despertó? Tengo que levantarme.
—Me lavo la cara y bajo. Gracias—intenté levantarme y casi me caigo.
—Tenga cuidado de no caerse, será mejor que la acompañe al baño.
—Sí, por favor.
Luego de lograr despertar un poco mi cuerpo, me fui con los hombres de Mr. Jefferson. Mi cuerpo aún se sentía extraño y me dolía mucho la cabeza. No puedo dejar que Akira me vea de esta manera. Al llegar al hospital me dirigí rápidamente a la habitación de Akira.
—¡Akira!—me acerqué a la camilla y sujeté sus manos.
Lágrimas bajaban por mis mejillas, pero era de emoción al poder verlo despierto.
—Lisa—Akira sujetó mi mano con un poco de fuerza.
—¿Cómo te sientes, mi amor?— pregunté.
—Como mierda, pero ahora que estás aquí mejor —sus palabras eran pausadas, pero supongo que su humor aún está intacto.
—No sabes lo feliz que me hace poder verte.
—Lisa, lo siento.
—¿Por qué dices eso?
—Por no poder quitarte el traje de novia como quería.
—¿En eso estás pensando en un momento como este? —me ruboricé.
—Mr. Jefferson me dijo todo. Perdóname por hacerte preocupar y pasar por esto. Por mi culpa nuestro día más feliz se fue a la mierda.
—No fue tu culpa, no digas eso.
—Ven aquí—me acerqué a su rostro y puso su mano en mis mejillas.
—Así que te mueres por besarme y te conformas con tenerme cerca, ¿no es así?— trató de imitar mi voz y sonrió.
—Akira, ¿cómo es que...?— me ruboricé aún más—. ¿Me escuchaste?—una sonrisa pícara se ensanchó de sus labios.
—Yo no me conformo—me besó sin que pudiera decir una palabra más.
Por supuesto que moría por esto.
—Te amo, lisa. Voy a compensarte por no haber podido cumplirte ese día. Nos casaremos otra vez.
—Eso es imposible, ya estamos casados.
—Para mí nada es imposible mientras estés conmigo.
Tocaron la puerta y retomé mi postura, quedándome al lado de la camilla.
—Vengo a hacerte un chequeo, Akira. Espero no haber interrumpido nada—dijo el doctor.
—No, para nada—respondí automáticamente, en lo que Akira intentó reír, pero no pudo hacerlo por el dolor.
El doctor lo evaluó y Akira se mantuvo sereno.
—Todo ha salido muy bien, Akira. Si tienes alguna molestia o dolor no dudes en avisarme para darte más medicinas. No cabe decir que no puedes desarreglarte si quieres salir de esto rápido.
—¿Cuánto tiempo más o menos, doctor?—preguntó Akira.
—Depende de ti. Puede tomar unos meses, pero eres fuerte, podrás recuperarte rápido.
—¿No puedo hacer nada de nada por esos meses? ¿Es lo que está tratando de decir?
—No, si no quieres empeorar debes seguir instrucciones.
—¿Escuchaste, lisa? —Akira fijó sus ojos en mí, mientras que el doctor comenzó a reír por su seriedad.
—¿En qué estás pensando, pervertido? — desvié la mirada de la vergüenza.
—Los dejo solos. Más tarde regreso para darte las nuevas medicinas que estarás tomando. Procura tomarlas debidamente —el doctor salió de habitación.
—Lisa, ven aquí— me agarró la mano y me acercó a él
—¿Qué haces, Akira?
—¿Cómo está mi bebé?—puso su mano en mi barriga.
—Esta todo bien.
—Papá se va a poner bien y vamos a darle muchos dolores de cabeza a mamá.
—¿Cómo le dices eso?
—Así será, ¿no es así?—su mano la intento bajar más abajo de mi vientre.
—El doctor te acaba de decir algo— fruncí el ceño y sujeté su mano.
—No iba a hacer nada, aunque quiera no puedo. Tal parece que ahora te toca a ti cuidar de mí— me hizo un guiño.
—Con mucho gusto lo haré, Akira—respondí.
—Y luego dices que soy yo el único que está pendiente de eso... —me tomó algo de tiempo darme cuenta a lo que se refería.
—No me refería a eso, depravado — me puse nerviosa y él sonrió.
—Acércate más—al acercarme Akira me abrazó.
Tenía miedo de lastimarlo, así que solo dejé que él lo hiciera. Me hacía tanta falta esto.
—Te amo, Akira.
Keita
Llamada telefónica
—¿Ahora qué quieres?
—¿Cómo es que fallaron ese maldito tiro? ¡Akira está vivo!— le avisé.
—Eso es imposible.
—Lo está, no sé su ubicación, pero lo averiguaré y espero que esta vez no fallen.