Me divertí todo lo que pude con ella; al final de cuentas, debo matarla según averigüe sobre lisa. Me levanté del suelo para subirme el pantalón.
—¡Eres un ser despreciable!— gritó en lágrimas.
—Creo que he sido muy bueno contigo. ¿Ahora qué? ¿Vas a decir que no te gustó?
—Eres lo peor, Keita— lágrimas bajaban por sus mejillas.
—Eres muy aburrida, niña. Ni siquiera me excitas como ella.
—¿De quién mierda hablas, maldito enfermo?
—De lisa, por supuesto.
—Acaso tú… ¿Le hiciste esto a lisa también? ¡Eres un enfermo!
—No creo que me agrade escuchar algo así de una estúpida que se dejó violar tantas veces de su padrastro. Creo que le has tomado el gusto a esto, ¿no es así?
—¿Cómo sabes sobre eso? — preguntó sorprendida.
—No es dificil darse cuenta. En esas condiciones no podrás hacer nada. Ponte ropa, me das asco — la arrastré por el pelo y luego la solté de golpe—. Tu me ayudarás a encontrar a lisa.
—¡No te ayudaré a nada!— gritó.
—¿Qué debería hacer? Si no puedes ayudarme, entonces debería buscar alguien que sí lo haga y acabar contigo, ¿verdad?— le apunté con el arma.
—Eres un cobarde. Cuando lisa se entere de lo que nos hiciste, te odiará y te matará.
—¿Y cómo lo sabrá? Si tu vas a hacerle compañía a tu pendejo padrastro a donde quiera que esté, para que te siga cogiendo aún en el infierno — reí.
—¡Desgraciado! ¿Cómo pudo lisa confiar en tí o el mismo Akira?— se arrastró.
—Soy muy confiable; además todo lo que hago, lo hago por el bien de ella. Ya ves cuán malagradecida puede llegar a ser tu amiga, que se fue y no avisó.
—¿Qué quieres hacer con ella?
—Llevarla lejos conmigo. Darle lo que nunca pudo tener al lado de Akira.
—Entonces, ¿si es cierto que mataste a Akira para quedarte con ella? Estás enfermo. ¿Destruiste una familia por esto?
—Akira no merecía a lisa. Por culpa de ese pendejo le hicieron muchas cosas y, aún así ella fue una tonta de enamorarse y caer en sus brazos. Parece que es igual de masoquista que tú. Son tal para cual.
—Tienes problemas. Ella está embarazada y tu mataste a su esposo, ¿Crees que ella te va a perdonar esto?
—Lo hice por su bien. Antes de que le quitaran la vida a ella, prefiero que se haya muerto él y problema resuelto.
—¡Eres lo peor! Yo no te ayudaré, no dejaré que le hagas daño a lisa.
—¿Daño? Akira le hacía daño y lo patrocinaron todos. Yo jamás le haría daño.
—¿Le estás mintiendo y, aún así dices que no le harías daño?
—Tú no vas a entender nada y no me interesa que lo hagas. Si no me vas a ayudar en lo que quiero, entonces tendré que matarte. Un muerto más o un muerto menos, ¿qué más da?
—Mátame, pero no dejaré que le hagas más daño a lisa.
—Creo que tengo un plan mejor. ¿Por qué no te hago gritar un poco? Aún me puedes servir para algo viva— sonreí.
Jefferson
—Tengo los resultados, Mr. Jefferson— nos avisó el doctor.
—Usted no es compatible, Sr. Jefferson, pero ella sí.
—No sabe cómo me alegra escuchar esto, doctor. ¿Cuándo puedo hacerlo?— preguntó la madre de lisa.
—No es así de fácil. No cantemos victoria aún. Hay que rezar para que el cuerpo de Akira no lo rechace. ¿Cuándo prefiere que hagamos la cirugía?
—Lo más pronto posible, doctor. Ahora mismo sí es posible.
—Eso requiere preparación. Le daré mis indicaciones y mañana a primera ahora lo haremos. ¿Le parece?
—Sí, doctor.
—No sabe cuán agradecido estoy de que esté haciendo esto por mi hijo, señora.
—Lo hago con mucho amor. Tanto así como usted quiere a su hijo feliz, yo quiero ver a mi hija y mi nieto igual.
Lisa
El doctor entró a la habitación y automáticamente lo miré.
—Encontramos un donante para Akira.
—Digame que es cierto... —no pude contener las lágrimas de emoción.
—Sí, señorita. Mañana será llevado a cirugía. Quiero informarle que es una operación muy arriesgada. No le puedo mentir, pero haré todo lo que esté en mis manos para que salga bien.
—Gracias, doctor. No sabe lo feliz que me hace esta noticia— miré a Akira, y le sujeté la mano—. ¿Escuchaste eso, cielo? Encontraron un donante. Debes ser fuerte para salir de esta operación. Nuestro bebé y yo te necesitamos. No nos puedes dejar solos. Recupérate, por favor — recosté mi cabeza en su hombro.
Yuji
Keita me amarró las manos y las piernas. Me tenía completamente desnuda en el frío suelo. No dejaba de tomarme fotos con una cámara que trajo en su bolsillo.
—Debes hacer unas poses más llamativas.
—¿Qué mierda estás haciendo, maldito enfermo?
—Te tiraré fotos y te grabaré. Tu único objetivo es gritar para que sea creíble, de lo demás me encargo yo.
—¡Suéltame, enfermo! — forcejeaba con la soga de mis manos, pero no era mucho lo que podía hacer.
—Estás atada, no creo que puedas soltarte.
Tengo que defender a lisa, no puedo permitir que quede en manos de este enfermo. Tendré que hacer todo lo que diga para poder advertirle a ella. ¿A dónde se pudo ir?
—No creo que nadie compre estas fotos si no pones un poco más de tu parte. Quiero que llores y que supliques. ¿No puedes hacer algo tan sencillo, o es que quieres que te ayude?
—Yo te ayudaré.
—¿Y qué pasó con ese cambio tan repentino? ¿Acaso tienes un plan en mente? — se acercó.
—No, no quiero hacer esto. Por favor, suéltame.
—¿Por qué? Ya me estaba divirtiendo.
—¿Cómo puedo ayudarte a encontrarla?— pregunté.
—Estas imágenes me servirán de mucho. Una buena amiga ayuda a la otra, ¿No es así?— rio.
—¿Qué harás con esas fotos?
—Enviárselas al tal Jefferson. Lo más seguro no te conoce, pero si lisa se entera, va a buscar la manera de buscarte y, cuando lo haga, podré tenerla en mis manos.
—No entiendo porqué estás tan obsesionado con ella.
—Eso no lo podrás entender, pero todo su cuerpo, todo de ella me encanta. Desde que la conocí me he sentido así. El despertar todos los días y hacerme la idea de que alguien más le hacía las cosas que quería hacerle, me estaba matando por dentro. Me he comportado muy bien con ella, intentando que me note, pero no lo hace. Ni siquiera recuerda lo que sucedió esa noche y es un desperdicio. Saber que repetía tantas veces el nombre de ese maldito, mientras se lo hacía, era una condena, pero aún así, el tener su cuerpo solamente no me hace sentir satisfecho; quiero que todo de ella sea mío y ahora que Akira no está en mi camino podré sacarla de aquí.
—Ella te tiene miedo y si se entera de lo que le hiciste, te va a odiar más.
—No importa. Ella será mía igual. No es algo de lo que ella tenga que decidir. Sigamos la sesión de fotos— siguió tomando fotos.
—¡No más, maldito!— grité desesperada.
—¿Por qué? Mira nada más cómo estás saliendo de linda— me enseñó la cámara y en la galería habían fotos de lisa y, en casi todas ellas aparecía desnuda. Algunas durmiendo, en otras bañándose; todas parecían de distintos días.
—¿Acaso esas imágenes son de Lisa?
—¿Qué pasa? ¿Salieron muy bien verdad? Ves, tu cuerpo no se compara en nada al de ella. Ahora entiendes, ¿no?
—Me das asco. ¿Cómo pudiste sacar imágenes de eso? Eso es una violación y ella está embarazada. ¿No tienes un poco de remordimiento?
—Esta conversación me tiene aburrido. Ya terminé lo que necesitaba hacer. Luego de que me ayudes para traer a lisa de vuelta, me encargo de tí. Por ahora, vamos a divertirnos un poco más. Tu cuerpo da asco, pero tu boca puede servir para mucho.
—¡Aléjate, desgraciado!
—¿Prefieres entonces que se repita lo de hace un momento? Si no me queda opción lo haré, pero al menos grita mi nombre, así podré terminar rápido — sonrió.
Jefferson
A la mañana siguiente acompañé a la madre de lisa a la preparación de la cirugía.
—Por favor, no permita que mi hija sepa que estoy aquí.
—No se preocupe, señora, no lo haré. Estaré al pendiente de ella y de usted. Espero todo salga bien. Gracias por lo que está haciendo.
—Gracias a usted. Ha sido una bendición para ellos.
Lisa
—Llegó el momento más esperado, mi amor. Por favor, sé fuerte. No veo la hora de que despiertes. Quiero escucharte, aunque sea para que digas cosas vergonzosas. Solo espero que todo salga bien. Te estaremos esperando con ansias. Te amo, mi amor — besé su frente y le sujeté la mano—. Doctor, ¿cuánto va a tardar esa cirugía?—pregunté.
—Todo depende de que no hayan complicaciones, señorita. Va a tomar algo de tiempo, no se desespere. Deje todo en mis manos y en las de Akira.
—Gracias, Doctor.
Mr. Jefferson entró a la habitación y sonrió.
—Mr. Jefferson, ¿ha visto a mi madre?
—Sí, ella salió hace unos momentos para hacerme un favor.
—Quiero agradecerle nuevamente por todo lo que ha estado haciendo por nosotros. No tengo palabras para describir lo agradecida que estoy.
—De nada, todo lo hago con mucho amor.
—Mr. Jefferson, no quería mencionar este tema, pero me preocupa mucho el haber dejado a mi amiga. Sé que sería arriesgado haberla traído, pero al menos permítame hablar con ella. Necesito saber cómo está, porque debe estar preocupada.
Desde lo que pasó la otra noche con Keita, me preocupa haberla dejado así y sin ninguna explicación.
—Entiendo que sea su amiga, pero no puede decirle nada sobre Akira, ni mucho menos su ubicación.
—Eso jamás lo haría. Estoy completamente segura que ella jamás traicionaría a Akira, ni mucho menos a mí. Por favor, permítame hablar con ella.
—¿Tienes a dónde comunicarte con ella?
—No, solo sé el número del chófer. No tengo mis pertenencias.
—Es muy arriesgado hacer una llamada de ese tipo a esas dos personas. Yo te acompaño a verlos. ¿Recuerdas a dónde te llevaron?
—Sí, Mr. Jefferson.
Salimos del hospital y nos dirigimos a la casa. Tocamos la puerta varias veces, pero nadie abrió. Es todo muy raro. El auto de Keita no estaba tampoco. ¿Será que aún me están esperando allá?
—Mr. Jefferson, ¿por qué no vamos al edificio donde lo encontré? Posiblemente deben estar allá. Es muy inusual que no estén.
—Esta bien.
Llegamos al edificio y miré alrededor, pero no vi el auto de Keita por ninguna parte.
—Quédese aquí con mis guardias, señorita.
—Está bien, Mr. Jefferson.
Jefferson
—Buenos días, Mr. Jefferson. Que bueno que regresó. No teníamos manera de contactarlo. Le han dejado un sobre esta mañana con los guardias — me dijo la recepcionista.
—Gracias, ¿no ha entrado nadie a procurar por mi?
—No, señor.
—Grácias.
¿Y esto qué podría ser? Abrí el sobre amarillo y habían fotos de un hombre y una mujer, atados de manos y piernas. Se veían inconscientes. ¿Y esta mujer quién es? Me parece familiar y este hombre también. ¿Acaso será la amiga y el chófer de la señorita?
Había adjuntado una nota:
Nos entregas a la chica o ellos dos se mueren.
Estaba la dirección y la hora. ¿Se creen que con una estúpida amenaza como esta, van a poder tener a la chica? Están equivocados. Quizá después de todo mis suposiciones no eran ciertas, pero ¿quién puede estar usándolos de rehén? El padre de Akira no haría algo tan tonto solo por una mujer. La persona que es, sabe que yo la tengo. Pueden ser esas personas de su padre o puede ser Kaiza. Esto se está poniendo cada vez peor. Akira, ¿En qué líos te metiste? No puedo dejar que maten a esos dos. Nos pueden ayudar a conseguir el culpable, pero no les entregaré a la chica.
Regresé al auto con lisa y guardé el sobre para que ella no lo viera.
—Srta. Lisa, tengo que hacerle una pregunta. ¿Me puede dar la descripción física de su amiga?
—Claro, es delgada, pelo teñido, ojos café...— la interrumpí:
—Con eso es suficiente— es más que obvio que es su amiga. No puedo decirle nada o se va a preocupar.
—¿No supo nada de ella?
—No, no se ha aparecido por aquí. Será mejor que la lleve al hospital. Otro día iremos a buscarlos. Necesito que tengas este teléfono, por cualquier cosa que surja. No dudes en llamarme.
—De acuerdo— asintió.
Keita
—Ya mismo será la hora de que se aparezca el tal Jefferson; en pocas palabras, ya es hora de que hagas tú mejor y última escena del día para que sea creíble. Estoy seguro que no va a traer a lisa, así que tengo el plan perfecto—reí.
—¡Estás loco! ¡No dejaré que le hagas daño a lisa!
—¿Cómo harás eso? Cuando él llegue ya tú estarás muerta. Me serviste de buena carnada, aunque hablas demasiado. Fueron muy buenos los momentos que pasamos juntos. No los voy a olvidar nunca.
—Eres un ser repugnante, Keita. No te saldrás con la tuya — gruñó Yuji.
—Ya veremos— reí, y le disparé en la cabeza.
Las mujeres que hablan demasiado son las que más detesto. Bueno, ya pronto vamos a poder estar juntos y podremos irnos de este maldito lugar. Haría todo por tenerte conmigo ahora mismo, Lisa.