Escuchar la voz de Kanji al otro lado del teléfono, hizo que por mi espalda recorriera un ligero escalofrío. Sin duda era su voz, pero ¿Qué podría querer él de mí? ¿Y cómo supo de este teléfono?
—¿Debo llamarte Kyomi o prefieres que sea Lisa?— me quedé en silencio—. ¿Sorprendida?— usó un tono sarcástico, lo que me causó algo de miedo.
—Sí, jamás esperé que me llamarías.
—Tengo mucho que platicar contigo, en especial de tu querido padre.
—¿Qué le hiciste a mi padre?— pregunté asustada.
—Aún nada.
—Déjame explicarte lo que pasó.
—¿Explicarme?
—Jamás quise hacerte lo que te hice. Te juro que jamás le habría hecho daño a tu padre, ni mucho menos a ti.
—Pero lo hicistes. Continúa...
—Nunca conocí a tu padre, tampoco sabía porqué Akira quería hacerle daño, ni siquiera sabía sus intenciones. Tu padre intentó matarme y, en ese instante, llegó Akira. No fue algo que se haya planificado.
—¿Ahora vas a culpar a mi padre? Cuán cínica puedes llegar a ser, princesa.
—No, Kanji. Jamás me dieron instrucciones de qué debía hacer. Tenía que asistir a ese baile y tú padre me sacó a bailar y, después de eso, intentó matarme.
—Y claro, le entregaste en bandeja de plata a mi querido padre solo por salvar tu culo. Es una pena que mi padre no te haya matado esa noche. Él merecía vivir mucho más de lo que mereces tu, perra.
—Kanji, te lo juro que jamás quise hacerles daño, me obligaron a hacerlo. Siempre he creído que eres una persona justa y buena. Estaba feliz con la amistad que teníamos. Jamás quise traicionarte.
—Ah, ¿sí? ¿A eso le llamas amistad?
—Suena egoísta de mi parte pedirte esto, pero por favor, no le hagas nada a mi padre.
—¿Tu mataste a mi padre y ahora quieres que me detenga de matar al tuyo? No solo suena egoísta, también suena estúpido, ¿No lo crees?
—Perdóname, por favor— le supliqué.
—¿Quieres que te perdone? Entonces me ayudarás.
—¿Ayudarte?
—Sí, quiero que me entregues a Akira.
—Eso es imposible—respondí sin titubear.
—Entonces no estás tan arrepentida como dices.
—Yo no puedo hacer eso. Pídeme otra cosa, por favor—lágrimas bajaban por mis mejillas.
—Tengo una idea mejor, pero para eso tendrás que venir conmigo.
—Eso es imposible también. Estoy vigilada en todo momento.
—Entonces ¿prefieres que vaya a dónde estás?
—No sé donde estoy.
—Te espero mañana en la universidad. Busca la manera de llegar, porque si no lo haces, le cortaré la cabeza a tu padre y te lo enviaré como regalo, ¿Me entiendes?
—¡No, por favor!—no terminé de hablar, cuando ya había colgado.
¿Qué puedo hacer ahora ¿Debería decirle a Akira? Eso es imposible, ¿cómo podría decirle eso? Si es por él, dejaría que maten a mi padre. Odio a mi padre, pero a pesar de eso, es mi papá, no puedo tan solo permitir eso. Me sentiría más culpable si alguien más sale herido por mi culpa. ¿Cómo podría ir sin que Akira me acompañe y, sin que nadie sepa?
—Ya regresé, Srta. Lisa. ¿Se encuentra bien?
—Sí, estoy bien. Quiero salir de dudas.
Tomé la prueba y caminé al baño. No sabía usar esto, deberé leer las instrucciones antes de empezar.
El tiempo pasaba muy lento. ¿Debería mirar ya? No entiendo este resultado.
—¿Podrías pasar y explicarme? No entiendo este resultado. Tiene dos líneas, ¿no se supone que sea una?
—Está embarazada, señorita.
No pude evitar la sorpresa. A pesar de que no debía ser el momento yo... Lágrimas bajaron por mis mejillas. Significa que dentro de mi está creciendo un bebé. Acaricié mi barriga y, cada vez sentía más ganas de llorar. Si Akira llega a saber de esto lo más probable me haga abortarlo. Será mejor que no le diga nada. No creo que alguien como él, esté preparado para una familia. Ni siquiera sé si yo pueda guardar este secreto por mucho tiempo, pero no es el momento de decirle.
—Perdóname, mi amor, pero papá no puede saber de esto todavía, pero te prometo que en otra oportunidad le diré— murmuré.
—Debe protegerse ahora más que nunca, Srta. Lisa. Estoy segura que esa noticia al Sr. Akira le hará muy feliz.
—No puedo decirle, tampoco le dirás nada. Si algo así sucede, estoy segura que él no va a querer que lo tenga.
—El Sr. Akira no es tan malo, señorita. Él la aprecia mucho, aunque no lo parezca. No sabe cómo estaba él cuando usted se fue, la casa se sentía muy sola.
—Simplemente no es el momento ahora. No quiero arriesgarme. Te pido de favor, que guardes este secreto. Es lo único que te pido.
—Esta bien, mi señora, pero por favor, cuídese mucho. Ese bebé necesita de usted, tanto como del Sr. Akira.
—Gracias —la abracé fuertemente.
—No llore, le hace daño al bebé. Él puede sentir cómo se siente su mamá.
—Perdóname, no lloraré más, lo prometo.
—El Sr. Akira ha regresado, señorita.
—Debo esconder esto.
—Yo me encargo, señorita.
—Gracias.
Busqué una toalla y entré al baño. Comencé a bañarme para que él no supiera nada de lo que ahí ocurrió.
Cuando entró al baño, me miró.
—Ya te hacía dormida.
—No, aún no. Quería refrescarme un poco.
—¿Te sientes mejor?
—Sí.
—¿Puedo unirme?
—Claro.
Entró al baño y comenzó a quitarse la ropa. Por lo regular no pregunta, él solo entra sin avisar.
Se unió a mi en el baño.
—¿Aún estás cansada? —masajeaba suavemente mis hombros.
Mi cuerpo a su simple contacto con el mío, comienza a sentirse caliente. ¿No puedo estar normalmente con él, sin sentirme de esta manera? ¿En qué me he convertido?
—Supongo que tu silencio responde mi pregunta — sus manos descendieron de mis hombros a mi espalda, mientras acercaba su boca a mi oreja—. Quiero tu cuerpo ahora—sus brazos los colocó sobre los míos fingiendo un abrazo, mientras tocaba con una mano mi seno y con la otra mi vagina.
¿Cómo debería decirle a Akira sobre mi embarazo? No puedo dejar de pensar en eso en un momento como este. Quisiera saber cuál sería su reacción al saberlo. ¿Le haría feliz o me haría abortarlo? Siento miedo a todo eso y, es por eso que, será mejor callar.
—¿Por qué no vamos a un lugar más cómodo?—le pregunté, mientras sujetaba sus manos.
—Vamos a la cama.
Sus besos cada vez eran más dulces y apasionados. No podía evitar caer en sus cálidos brazos. Quiero seguir teniendo estos momentos solo con él. Deseó sus manos, sus labios, su cuerpo en definitiva, todo. Nunca había pensado de esta manera, pero ahora que sé que estoy esperando un hijo suyo, no puedo parar de pensar en que Akira es el hombre que quiero.
—¿Qué soy yo para tí?—le pregunté, a lo que se detuvo un instante y me miró.
—¿No es obvio? Eres lo que más quiero y deseo. Eres mía, Lisa. Desde aquí —acarició con su pulgar mis labios—, hasta aquí— bajó su mano a mi pecho, y dibujó un corazón.
No esperé respuesta de su parte hacia esa pregunta, pero estaba satisfecha. No pude evitar el besarlo al saber que después de tanto, pudo abrirse aunque sea un poquito a mí. Creo que estoy un poco sentimental. Solo sé que no quisiera que se acabara este momento de felicidad.
A la mañana siguiente:
Aún seguía dormido. Tengo que pensar en una manera de convencerlo para que me deje ir a la casa de mamá sola. Tengo que vestirme.
—¿Vas a alguna parte?
—Akira— me asustó escuchar su voz—. Solo iba al baño a arreglarme. Quisiera ir a ver a mi mamá, debe sentirse muy sola.
—Te acompaño—se levantó de la cama.
—Quisiera pasar un tiempo a solas con mi mamá. Debe ser sospechoso para ella el que siempre este acompañada mientras la visito. Prometo no hacer ninguna estupidez. Es más, puedes mandar a tus guardaespalda conmigo, si así lo quieres—quise controlar mis nervios.
—¿Crees que te dejaré ir sola, jovencita?
—Esta bien, lo aceptaré.
—Por llevarte la contraría, mandaré a los guardaespaldas, pero no sé te vaya a ocurrir ninguna tontería, corderito.
—Te aseguro que no, solo quiero ver a mi mamá.
—Tengo trabajo, es por eso que no te acompaño. Estuve sin ir varios días, es por eso que no puedo retrasar las cosas, pero no creas que te saliste con la tuya, corderito. Para la próxima, yo mismo te llevaré.
—Esta bien, jefecito—sonreí, y le di un beso.
—¿A quién llamas jefecito, niña insolente? — desvió la mirada.
Me llevaron al edificio donde estaba el apartamento de mi mamá. Quisiera verla antes de hacer esto, pero no sé si sea buena idea. Será mejor que no llegue tarde a la universidad. Deberé escapar por la puerta trasera del edificio y conseguir un taxi. No veía rastro de ninguno de los guardaespaldas de Akira. Espero no estar cometiendo un error en encontrarme con Kanji. No puedo simplemente esperar a que por mi culpa maten a alguien más.
No veía a Kanji por ninguna parte. ¿Será que llegué tarde? No quisiera entrar a la universidad, pero creo que no me queda de otra. No veía rastro de su gente tampoco. Me causa inseguridad el no encontrar a Kanji. El único lugar que me falta por revisar era la azotea.
Al llegar me encontré a Kanji con tres de sus guardaespaldas. Mi padre no se veía por ningún lado.
—Veniste, Lisa.