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30.46% EL Mundo del Río / Chapter 85: EL OSCURO DESIGNIO (23)

章 85: EL OSCURO DESIGNIO (23)

El Snark no recaló allá donde Burton le había dicho a Oskas que aguardaría al barco de paletas. Hubiera sido una estupidez hacer eso. Oskas podía haber vuelto rápidamente a su territorio alquilando o robando un bote. Luego podía regresar con más guerreros antes de la llegada del Rex Grandissimus.

El cúter navegó más allá de la parada señalada y prosiguió Río abajo durante dos días. Mientras tanto, su tripulación vio y oyó mensajes enviados por Oskas vía heliógrafo, fuego y señales de humo, y tambores. El jefe afirmaba que el grupo de Burton le había robado cigarrillos y alcohol y luego lo había secuestrado. Oskas ofrecía una recompensa a cualquiera que pudiera detener y retener a los «criminales» hasta que él llegara para tomarlos bajo su custodia.

Burton tenía que actuar rápidamente para contrarrestar aquello, aunque era dudoso que ninguna autoridad de los pequeños estados ante los que cruzaban pudiera arrestar a la tripulación del Snark. Oskas no era popular debido a los problemas que había causado a lo largo de los años. Sin embargo, algunos individuos podían organizar grupos privados.

Burton fue a la orilla con una caja de tabaco y licor y algunos anillos de roble. Con ellos pagó al jefe de la rama local de la compañía de señales para que enviara un mensaje de su parte. Decía que Oskas mentía, y que la verdad era que el jefe había intentado tomar por la fuerza a una mujer miembro de la tripulación y que debido a eso ella y sus compañeros se habían visto obligados a marcharse. Oskas los había perseguido, pero su canoa de guerra había sido hundida cuando había intentado abordar al Snark.

Burton añadió luego que sabía que el jefe y sus consejeros poseían un gran tesoro, un conjunto de cilindros comodín que alcanzaba al menos un número de cien.

Eso era una mentira, puesto que Oskas, en una ocasión en que estaba borracho, le había dicho a Burton que tenía tan solo veinte. A Burton no le importaba exagerar la verdad. Así la atención sería desviada de él al jefe. Su gente oiría esto, y se organizaría un pandemónium. Indudablemente exigirían que el producto de los cilindros comodín fuera añadido a las reservas comunales. Además, ahora Oskas tendría que preocuparse de los ladrones. No sólo de aquellos de entre su propia gente, sino de los que procedentes de otros estados acudirían con la intención de robar los cilindros.

Oskas iba a estar muy ocupado como para pensar en venganzas. Burton dejó escapar una risita al pensar en aquello.

El Snark llegó a una zona donde la corriente del Río disminuía considerablemente su velocidad. Burton había encontrado muchos de aquellos lugares, zonas donde el Río

parecía no ser capaz de seguir fluyendo. En la Tierra aquello hubiera significado que el

Río se habría extendido formando un lago, inundando el Valle.

Sin embargo, después de pasar por la casi muerta corriente, el cúter llegó a una zona donde el agua ganaba velocidad. De nuevo estaba corriendo hacia la lejana desembocadura, esa legendaria gran caverna que conducía al mar del Polo Norte. Había un cierto número de explicaciones a ese fenómeno, ninguna de las cuales había demostrado ser lo suficientemente válida.

Una era que había bastantes variaciones en la gravedad local como para permitir que el ímpetu del Río dominara la falta de gradiente hacia abajo. Aquellos que se inclinaban por esa teoría decían que los desconocidos constructores de aquel mundo debían haber instalado instrumentos subterráneos que causaban un debilitamiento del campo gravitatorio en las zonas apropiadas.

Otros sugerían que el agua era bombeada bajo gran presión desde conducciones profundamente hundidas en el Río.

Una tercera escuela especulaba que el incesante flujo de la corriente estaba causado por una combinación de bombas de presión y generadores «antigravitatorios».

Una cuarta mantenía que Dios había decretado que el agua fuera hacia arriba si era necesario, y así no había por qué preocuparse por el fenómeno.

La mayoría de la gente ni siquiera pensaba en ello.

Fuera cual fuese la causa, el Río nunca detenía su curso a lo largo de sus muchos millones de kilómetros.

Al final del segundo día, el Snark se detuvo en la localidad donde debería pararse también el gran barco de metal. Las noticias allí eran de que el Rex había interrumpido su viaje durante varios días. Su tripulación estaba tomando un breve descanso en tierra.

¡Excelente! dijo Burton. Mañana partiremos a su encuentro, y tendremos todo un día para hablar con el capitán Juan para que nos enrole.

Aunque sonaba animado, no se sentía así. Si su plan no funcionaba, tendría que hacer pasar el Snark por la zona de Oskas a plena luz del día, ya que la brisa nocturna era insuficiente. Advertido por el sistema de señales de que estaba llegando, el jefe podría estarle esperando con todas sus fuerzas. Burton tenía la impresión de que hubieran tenido que ir Río arriba tras haberse desembarazado de los indios y navegado más allá de su territorio. Sin embargo, el barco de paletas hubiera podido rebasar al Snark en pleno viaje. y Burton no hubiera tenido ninguna posibilidad de hablar con su comandante. Cada día tiene su cosa mala, y los mejores planes de los ratones y de los hombres pueden estropearse en cualquier momento. Disfruta esta noche y preocúpate mañana del mañana. Pero aquello no alejaba sus preocupaciones.

Los habitantes del lugar eran en su mayoría holandeses del siglo XVI, con una minoría de antiguos tracios, y el habitual pequeño porcentaje de gente de muchos lugares y tiempos. Burton encontró a un flamenco que había conocido a Ben Jonson y Shakespeare, entre otros personajes famosos. Estaba hablando con él cuando un recién llegado se unió a los que estaban sentados en torno al fuego. Era un caucasiano de mediana estatura, cuerpo delgado, pelo negro, y ojos azules. Permaneció allí por un minuto, mirando intensamente a Frigate. Luego sonrió ampliamente y corrió hacia él.

¡Pete! gritó en inglés. ¡Por el amor de Dios, Pete! ¡Soy yo, Bill Owain! ¡Pete Frigate, por los cielos! iEres tú, ¿verdad, Pete?!

Frigate pareció desconcertado. Dijo:

¿Sí? Pero tú, tú eres... ¿cuál has dicho que era tu nombre?

¡Bill Owain! ¡En nombre de Cristo, no puedes haberme olvidado, soy Bill Owain, tu viejo amigo! Te ves algo distinto, Pete. Por un momento no he estado seguro. ¡No te pareces en nada a como te recordaba!

¡Bill Owain! ¡Claro! ¡No te reconocí al principio, ha pasado tanto tiempo!

Se abrazaron, y empezaron a hablar rápidamente, riendo de tanto en tanto. Cuando se separaron, Frigate presentó a Owain.

Es mi viejo compañero de colegio. Estuvimos juntos hasta el cuarto grado de la escuela primaria. Fuimos juntos al mismo colegio en Peoría, y seguimos siendo amigos después durante varios años. Cuando finalmente me establecí en Peoría, después de trabajar por todo el país, acostumbrábamos a vernos de tanto en tanto. No muy a menudo, puesto que cada uno teníamos nuestra vida y pertenecíamos a círculos distintos.

Pese a todo dijo Owain, no comprendo cómo no me has reconocido inmediatamente. Pero yo tampoco estaba seguro de ti, de todos modos. Te recordaba de otro modo. Tu nariz es un poco más larga y tus ojos son más verdes y tu boca no es tan gruesa y tu barbilla parece más pronunciada. Y tu voz... ¿recuerdas como todo el mundo te gastaba bromas porque era idéntica a la de Gary Cooper? No suena como antes, como recuerdo que sonaba. Demasiado para la memoria de uno, ¿eh?

Si, demasiado para la memoria de uno. Ya sabes, Bill, que la mía nunca fue muy buena. Además, nos recordábamos mutuamente como hombres de mediana edad y luego viejos, y ahora tenemos el aspecto de cuando cumplimos los veinticinco. Además, no llevamos las ropas que llevábamos entonces. Pero es un shock, realmente es un shock, encontrar a alguien al que conociste en la Tierra. ¡Me he quedado pasmado!

¡Yo también! ¡Y además, no estaba seguro! ¿Sabes que eres la primera persona con la que me he encontrado a la que conociera de la Tierra?

Para mí eres el segundo dijo Frigate . Pero el otro fue hace treinta y dos años, y era un tipo al que mejor no hubiera vuelto a encontrar.

Ese, pensó Burton, debía ser aquel hombre llamado Sharkko. Un editor de libros de ciencia ficción de Chicago, que había estafado a Frigate a través de un contrato más bien complicado. El asunto había durado varios años, al final de los cuales la carrera de escritor de Frigate había quedado destruida. Pero una de las primeras personas que Frigate había encontrado tras su resurrección era Sharkko. Burton no había presenciado el encuentro, pero Frigate había contado cómo se había vengado dándole al tipo un puñetazo en la nariz.

El propio Burton sólo se había encontrado con una persona que hubiera conocido en la Tierra, pese a que sus amistades allá habían sido numerosas y esparcidas por todo el mundo. También había sido un encuentro del que hubiera prescindido tranquilamente. El hombre había sido uno de los porteadores de su expedición en busca de las fuentes del Nilo. Camino del lago Tangañica (Burton y su compañero Speke eran los primeros europeos en verlo), el porteador había comprado una esclava, una muchachita de unos trece años. Ella se había puesto demasiado enferma como para continuar con ellos, y el porteador le había cortado la cabeza antes de permitir que cualquier otro se convirtiera en su propietario.

Burton no había estado presente para impedir el asesinato, y no hubiera sido prudente castigar luego al hombre. Tenía el derecho legal de hacer lo que quisiera con su esclava. Sin embargo, Burton lo castigó por otras cosas, como pereza, hurtos y negligencia en el manejo de las cargas, y le aplicó el látigo cada vez que se le presentó la oportunidad.

Ahora, Owain parecía recordar incidentes y amigos mucho mejor que Frigate. Aquello era sorprendente, puesto que Frigate tenía muy buena memoria.

¿Recuerdas cómo acostumbrábamos a ver los programas del Princesa, del Columbia y del Apolo? decía Owain. ¿Recuerdas aquel sábado que decidimos comprobar cuántas películas éramos capaces de ver en un solo día? Primero fuimos a un programa doble en el Princesa, luego a otro doble en el Columbia, después a uno triple en el Apolo, y finalmente acudimos al programa de medianoche del Madison.

Frigate sonrió y asintió. Pero su expresión evidenciaba que no recordaba nada de aquello.

Y luego aquella vez que fuimos a St. Louis con Al Everhard y Jack Dirkman y Dan Boobin. El primo de Al nos consiguió algunas citas: todas enfermeras, ¿recuerdas? Fuimos hasta el cementerio... ¿cómo se llamaba?

Que me aspen si lo recuerdo dijo Pete.

Sí, pero apuesto a que no has olvidado cómo tú y aquella enfermera os desnudasteis, y estuviste persiguiéndola por todo el cementerio, y tropezaste con una lápida y te caíste de bruces sobre una corona, y te pusiste la cara perdida con los rasguños de las espinas de las rosas. ¡Apuesto que no has olvidado eso!

Frigate sonrió embarazosamente.

¿Cómo podría olvidarlo?

¡Seguro que eso te hizo arriar velas! ¡Y todo lo demás que ocurrió luego! ¡Ja, ja!

Hubo más recuerdos. Tras un rato, la charla se desvió hacia sus reacciones al despertar en las orillas del Río. Los demás se unieron a ella, puesto que era uno de los tópicos favoritos de conversación. Aquel día había sido tan aterrador, tan alucinante, tan extraño, que nadie lo olvidaría nunca. El horror, el pánico, y la confusión, aún estaban en ellos. A veces Burton se preguntaba si la gente seguiría hablando tanto de la experiencia a causa de que la recapitulación era una forma de terapia. Esperaban liberarse del trauma a través de una descarga verbal.

Había un consenso general acerca de que todo el mundo había actuado algo estúpidamente aquel día.

Recuerdo lo absurdamente formal y digna que me sentí en aquel momento dijo Alice. Y yo no era la única. Sin embargo, la mayoría de la gente estaba histérica. Todos nos hallábamos sumidos en un gran shock. Lo sorprendente es que nadie murió de un ataque al corazón. Una creería que despertarse aquí en este extraño lugar, tras haber muerto, era suficiente como para morirse otra vez... como mínimo.

Quizá dijo Monat, justo antes de la resurrección, nuestros anónimos benefactores inyectaron algún tipo de droga en todos nosotros de modo que aliviara el impacto de la impresión. Además, la goma de los sueños hallada en nuestros cilindros pudo actuar como una especie de anestesia postoperatoria. Aunque debo decir que sus efectos dieron origen a algunos comportamientos realmente salvajes.

Alice miró entonces a Burton. Incluso después de todos aquellos años, aún enrojecía ante el recuerdo de aquella noche. Todas sus inhibiciones sociales habían desaparecido por espacio de algunas horas, y habían actuado como visiones cuya única dieta hubiera sido cantárida. O como si sus más secretas fantasías hubieran tomado el control.

La conversación se centró entonces en el arcturiano. Anteriormente, pese a su amigable actitud, había tenido que enfrentarse constantemente a la reserva mental que siempre había hallado en su primer contacto con desconocidos. Su obvio origen no humano hacia que la gente se sintiera intimidada o repelida.

Ahora le hicieron preguntas acerca de su vida en su planeta nativo y su experiencia en la Tierra. Algunos pocos habían oído la historia de cómo los arcturianos se habían visto obligados a eliminar a casi la totalidad de la población de la Tierra. Ninguno de los presentes, sin embargo, excepto Frigate, vivía cuando la nave arcturiana llegó a la Tierra.

¿Saben? dijo Burton, todo esto resulta peculiar, aunque supongo que era algo que debía esperarse. Había, según Pete, ocho mil millones de personas viviendo en la Tierra en el año 2008 después de Cristo. Sin embargo, aparte Monat y Frigate. y otra persona, nunca me he encontrado con nadie de los que vivieron en aquel momento. ¿Alguno de vosotros sí?

Nadie. De hecho, los únicos habitantes de la zona que habían vivido pasados los años setenta del siglo XX eran Owain y una mujer. Ella había muerto en 1982, él en 1981.

Burton agitó la cabeza.

Tiene que haber al menos treinta y seis mil millones de personas a todo lo largo del Río. La inmensa mayoría tendría que ser aquellos que vivieron entre 1983 y 2008. Sin embargo, ¿dónde están?

Quizá haya alguno en la próxima piedra de cilindros dijo Frigate. Después de todo, Dick, nadie ha hecho un censo. Lo que es más, nadie es capaz de hacerlo. Pasamos cada día junto a centenares de miles de personas, pero ¿con cuántas de ellas tienes oportunidad de hablar? Unas cuantas docenas al día. Más pronto o más tarde terminarás encontrando a uno de ellos.

Especularon durante un rato acerca de quiénes les habían resucitado y cómo lo habían hecho, y el porqué de todo el asunto. Hablaron también del porqué el crecimiento del pelo facial en los hombres había sido inhibido, el porqué todos los hombres habían despertado circuncidados, y el porqué todas las mujeres tenían el himen intacto en el momento de la resurrección. En cuanto a lo de no necesitar afeitarse, la mitad de los hombres creían que era una buena cosa, mientras que la otra mitad se lamentaba de no poder llevar bigotes y barbas.

Había también una cierta sorpresa ante el hecho de que los cilindros tanto de hombres como de mujeres proporcionaban ocasionalmente lápices labiales y otros cosméticos.

Frigate dijo que creía que a sus benefactores probablemente no les gustaba afeitarse, y que ambos sexos se pintaban el rostro. Esta era, para él, la única explicación razonable.

Entonces Alice sacó a relucir la experiencia de Burton en la burbuja de prerresurrección. Aquello llamó la atención de todo el mundo, pero Burton dijo que no recordaba nada de aquello. Había sufrido un golpe en la cabeza que le había borrado todo recuerdo

Como siempre, mientras contaba esa mentira, captó la ligera sonrisa de Monat dirigida a él. Sospechaba que el arcturiano sabía que estaba prevaricando. Sin embargo, nunca había dicho nada al respecto. Respetaba las razones de Burton, aunque no supiera exactamente cuáles eran.

Frigate y Alice recontaron pues la historia de Burton tal como la recordaban. Cometieron varios errores, que él, por supuesto, no pudo corregir.

Si eso es así dijo un hombre , entonces la resurrección no es una cosa sobrenatural. Fue efectuada mediante métodos científicos. ¡Sorprendente!

Sí, lo es dijo Alice . ¿Pero por qué ya no seguimos resucitando? ¿Por qué la muerte, la muerte permanente, ha regresado?

Un sombrío silencio pensativo cayó durante un minuto sobre la concurrencia. Kazz lo rompió diciendo:

Hay una cosa que Burtonnaq no ha olvidado. Es el asunto con Spruce. El agente de los Eticos.

Aquello suscitó nuevas preguntas.

¿Qué son los Eticos?

Burton tomó un largo trago de escocés y se lanzó a contar la historia. En un determinado momento, dijo, él y su grupo habían sido capturados por esclavistas de cilindros. No era necesario explicar el significado de este término. Todo el mundo había tenido alguna que otra experiencia con ellos.

Burton contó cómo su barco había sido atacado y cómo habían sido encerrados dentro de una empalizada, de la que no salían más que para trabajar, vigilados por una considerable guardia. Todo su tabaco, marijuana, goma de los sueños y licor les eran arrebatados por sus captores. Además, estos se quedaban con la mitad de su comida, dejando a sus prisioneros apenas la dieta mínima.

Al cabo de algunos meses, Burton y un hombre llamado Targoff habían acaudillado una revuelta que había conseguido vencer a los esclavistas.


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