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76.54% Re: zero arco 3, 4, 5. / Chapter 385: Una Respuesta Sencilla. Parte2

章 385: Una Respuesta Sencilla. Parte2

La cadena lo envolvía firmemente desde los hombros hasta los tobillos, al mismo tiempo que le amordazaba. Subaru tuvo cuidado de no herir al niño mientras lo desamarraba.

_Subaru: Bueno, ya la he quitado. ¿Puedes ponerte de pie? Si no, puedo llevarte.

_Lusbel: N-No te preocupes… M-Muchísimas gracias... hk.

Lusbel se puso con dificultad de pie, agitando sus rígidas piernas, mientras ofrecía su gratitud. Aunque su rostro estaba manchado de lágrimas, seguía siendo un niño fuerte. Subaru volvió a acariciarle la cabeza.

Y luego, mientras reflexionaba sobre la intensa batalla que estaba teniendo lugar cerca de la torre.

_Subaru: Quedarse aquí puede que sea más seguro, pero probablemente deberíamos salir por si acaso. ¿Puedes caminar? ¿Estás herido en alguna parte?

_Lusbel: Mi mano derecha, sólo un poquito...

Lusbel frunció el ceño y mostró obedientemente su herida a Subaru.

En su extendida mano derecha había una aguda herida que claramente había sido hecha por un arma parecida a una serpiente. Viendo la sangre que brotaba de la herida, Subaru contorsionó su cara con malestar.

_Subaru: Bastarda, atar a un niño tan pequeño, e incluso hacerle esto.

_Lusbel: No, no. Esta herida de repente… el dolor apareció de repente mientras estaba atado.

_Subaru: ¿De repente?

Mientras estaba atado— Subaru ladeó la cabeza al escuchar las palabras de Lusbel.

Al menos, Subaru no debería haberle hecho daño en el proceso de desenredar la cadena. Sus movimientos habían sido cautelosos y, si Lusbel hubiera sufrido una herida tan grave, Subaru se habría dado cuenta.

—Un terrible y siniestro presentimiento apareció en el corazón de Subaru.

_Subaru: …De todas formas, no podemos quedarnos aquí. Vámonos.

Subaru tomó la ilesa mano izquierda de Lusbel y lo condujo hasta la parte inferior de la escalera de caracol, a la salida de la torre.

Cuando Subaru volvió a la plaza, escuchó,

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

La turba se había sumergido en un frenesí, esperando ansiosamente la ejecución de esa psicópata capturada, exigiendo justicia.

Ojos llenos de sed de sangre, bocas retorcidas en gruñidos, aullando que la asesinaran.

Desprecio sin límites contra el mal. Increíble aversión a lo antinatural. Querer librarse de la presencia de un enemigo que era fisiológicamente inaceptable. Esta emoción era de intención asesina.

¿Y cómo se llamaba esto?

—Esto era conocido como Ira.

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

Una muchedumbre de completos desconocidos se pararon lado a lado como camaradas, moviéndose hacia una misma meta.

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

Sus corazones unidos ante la adversidad, enfrentando a los espíritus del bien y el mal.

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

Escogiendo la unidad, llevándola hasta el límite, eso era…

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

_Sirius: Uniendo sus sentimientos en uno solo… esto es Amor, ¿no crees? Bueno, no hay duda de que esta es una escena que sólo el Amor puede lograr, ¿no están de acuerdo?

Frente a dicha escena que parecía sacada del mismo infierno, Sirius murmuró con una voz colmada de éxtasis.

El héroe estaba presionando a Sirius contra uno de los lados de la torre. La multitud que los rodeaba aplaudía ansiosamente exigiendo la muerte de esa antinatural persona, a sabiendas de que el Santo de la Espada tenía el poder de matar a dicha abominación.

Por lo visto, Sirius también había perdido la cadena de su mano derecha. Con sus dos manos desarmadas, no tenía ninguna forma de defenderse contra la «afilada» mano de Reinhard.

Esto era claramente un callejón sin salida —sin embargo, Sirius llevaba su habitual y plácida sonrisa.

_Reinhard: ¿Deseas decir unas últimas palabras?

_Sirius: Gracias. Entonces, permíteme ofrecerte un consejo. Los demás arzobispos quizás no sean tan dóciles como yo, así que, si intentas pedirles sus últimas palabras, podrías sufrir por ello.

_Reinhard: …Lo tendré en cuenta.

Ante la cálida amabilidad de Reinhard, Sirius hizo una tranquila declaración. Estando de acuerdo, Reinhard asintió y dio un paso al frente, listo para ejecutarla con la espada que era su mano.

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

Mientras la voz de la multitud crecía en intensidad, el destino de Sirius había sido sellado. 

Esto era obvio, pero entonces, ¿por qué?

De pie, en la entrada de la maltrecha torre, Subaru sintió un palpitante escalofrío que amenazaba con romperle el corazón.

¿Por qué? ¿Qué significaba eso? Quería hablar desesperadamente, pero su boca no se movía. Una vez que empezara a hablar, Subaru sabía que terminaría pronunciando palabras indeseadas.

Subaru ciertamente se uniría a los fuertes gritos de "¡mátala!".

_Sirius: Nos conocemos el uno al otro. Humildad mutua. Reconocimiento mutuo. Nos perdonamos el uno al otro. Esa es exactamente la forma correcta que el Amor debe tomar.

Ignorando al inquieto Subaru, Sirius continuó predicando su retórica.

A primera vista, ella parecía tener razón; pero, teniendo en cuenta que era Sirius quien hablaba, esa proposición y la atmósfera misma se volvieron desagradables.

_Reinhard: …

Reinhard parecía haber llegado a la misma conclusión que Subaru.

Ya no tenía sentido dejar hablar a Sirius, así que Reinhard siguió adelante. Sin embargo, justo antes de que Reinhard la alcanzara, Sirius sonrió y sostuvo sus brazos en el aire.

Inmediatamente, acompañadas de un sonido crepitante, las cadenas fueron expulsadas de los puños de su abrigo. Esas cadenas fueron disparadas a través de sus mangas, se enrollaron alrededor de la torre y, al mismo tiempo, Sirius comenzó a volar una vez más.

Tenía la intención de escapar—pero, justo antes de que pudiera, Reinhard pisó el suelo.

Las ondas de choque se esparcieron hacia arriba, como una explosión.

Su mano se dirigió hacia ella en un fluido y ascendente corte. 

En ese momento, la vida de Sirius terminaría.

_Multitud: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala! ¡Mátala!

Y ese resultado, sería provocado por el grito de la multitud.

El corazón de Subaru estaba lleno de miedo. Y llevado por un impulso repentino.

_Subaru: ¡¡REINHARD!!

Gritó el nombre del héroe, pero, cayendo bajo la influencia de la multitud,

_Subaru: ¡MÁTALA!

Reinhard la cortó.

Una limpia línea se dibujó desde el hombro izquierdo de Sirius hasta su flanco derecho.

Ese exquisito corte era tan agudo que hubo un retraso de varios segundos antes de que el cuerpo de Sirius pudiera reaccionar. Finalmente, la sangre en su cuerpo notó la herida, y su cuerpo colapsó cuando la sangre comenzó a rociar.

_Sirius: …Aah, el mundo es tan gentil.

Sus órganos internos se derramaron, el cuerpo de Sirius había sido cortado por la mitad.

La parte superior de su cuerpo continuó elevándose hacia arriba, derramando sangre e intestinos a través del aire; mientras que la parte inferior de su cuerpo, habiéndose quedado en el sitio, se convirtió en una fuente, rociando sangre a través de la plaza.

Esto era el mismo infierno sobre la Tierra.

Nadie podía soportar mirar directamente a ese horror. Sin embargo, nadie miró hacia otro lado.

Nadie podía apartar la vista.

_Reinhard: …No puede ser.

Después de aterrizar, Reinhard pronunció un murmullo aturdido.

Subaru vio que sus ojos azules temblaban de pena, una sombra desesperada envolvía su bello y hermoso rostro.

—Y entonces, Subaru no pudo ver más.

_Subaru: —

Subaru, y el resto de la multitud, yacían dispersos en la plaza que se había convertido en un charco de sangre.

Desde sus hombros izquierdos hasta sus flancos derechos, todos habían sido claramente divididos en dos partes.


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