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88.57% Hush-hush / Chapter 93: cap. 31

章 93: cap. 31

Eran cerca de las tres de la mañana cuando me deshice de Marcie y mi madre, dejándolas con Vee, sin darle ninguna explicación.

Negué con mi cabeza firmemente cuando Vee exigió respuestas, cuidadosamente oculté cada emoción. No dije ninguna palabra mientras intentaba encontrar un camino apartado donde poder estar a solas, pero pronto se hizo evidente que mi forma de conducir sin rumbo se convirtió en un destino claro, después de todo.

Apenas veía la carretera mientras aceleraba hacia el Parque de Atracciones Delphic. Me detuve bruscamente dentro del estacionamiento, encontrándome total y completamente sola. No me había atrevido a contemplar lo que había hecho, pero ahora, rodeada por la oscuridad y silencio, no pude soportar ser valiente por más tiempo. No era lo suficientemente fuerte para soportar todo de nuevo. Apoyé mi cabeza contra el volante, sollozando. Lloré por la elección que había tenido que hacer y por lo que esto me había costado. Por encima de todo, lloré porque estaba total y absolutamente perdida sobre cómo decírselo a Patch. Esta era una noticia que debía decírsela en persona, pero estaba aterrorizada. ¿Cómo, cuando nosotros finalmente nos reconciliamos en nuestra relación, puedo explicarle que me he convertido en labcosa que él más desprecia por encima de todo?

Usando el celular de Marcie, marqué su número, me dividí entre el alivio y el temor cuando escuché su correo de voz. ¿Acaso él no respondía porque sabía el motivo de mi llamada? ¿Podría él saber lo que hice? ¿Estaba evitándome hasta que pudiera poner en orden sus pensamientos? ¿Estaba maldiciéndome por tomar está estúpida elección, a pesar de que no tuve alternativa?

No, me dije a mí misma. No era ninguna de esas cosas. Patch no evitaba la confrontación, ese era el problema.

Salí del auto y caminé solemnemente hacia las puertas. Presioné mi cabeza dentro de las barras, el frío metal picó en mi piel, pero el dolor no se comparaba con el dolor del arrepentimiento y el anhelo que ardía dentro de mí.

¡Patch! Grité silenciosamente. ¿Qué he hecho? Sacudía las barras notando que no había manera de entrar cuando un gemido metálico me puso en alerta. El acero en mis manos se dobló como arcilla.

Parpadeé a través de la confusión antes de que la verdad golpeara. Ya no era una humana. Era realmente un Nefilim, y tenía la fuerza y el poder de uno de ellos. Un horripilante cosquilleo de fascinación subió por mi espalda ante la perspectiva de mis nuevos poderes. Si hubiera estado buscando una manera de convencerme a mí misma de que podía deshacer el juramento, estaba rápidamente llegado al punto de no retorno.

Después de separar las barras, dejando un espacio lo suficientemente amplió para atravesarlo, corrí dentro del parque, desacelerando cuando me acerqué al almacén que dirigía al estudio de Patch. Mis dedos temblaban mientras giraba la perrilla. Con pies pesados, crucé el almacén y bajé a través de la trampilla.

Usando mi juicio y equivocándome, y apoyándome en gran medida en mi memoria, encontré la puerta correcta. Di un paso dentro del estudio de Patch e inmediatamente supe que algo estaba mal. Sentí los persistentes rastros de una violenta confrontación en el aire. Esto no era algo que pudiera explicar, pero la evidencia estaba aquí, tan palpable como si lo leyera en una hoja de papel.

Siguiendo un rastro invisible de energía, me moví cautelosamente a través del estudio de Patch, todavía insegura de qué hacer con las extrañas vibraciones de alrededor. Di un ligero puntapié a la puerta de su dormitorio abierta, y fue entonces cuando vi la puerta secreta.

Una de las oscuras paredes de granito estaba caída ligeramente a la derecha, abriéndose hacia un ensombrecido corredor más allá. Había agua encharcada en el suelo sucio. Había monturas para antorchas encendidas con un brillo de humo.

El sonido de pasos resonaron en el corredor, y mi estómago se tensó. La iluminación de la antorcha reveló el rostro cincelado de Patch y sus ojos negros, los cuales parecían atravesarme, absortos en sus pensamientos. Sus rasgos eran despiadados, pude haber hecho algo, pero me quedé de pie, paralizada. No podía mirarlo, y no podía apartar la mirada. Estaba llena de una diminuta esperanza y una creciente vergüenza. Justo cuando estaba a punto de cerrar mis ojos para llorar, su mirada cambió y nuestros ojos se encontraron. Una mirada de él, y el peso sobre mis hombros se desvaneció. Mis defensas bajaron.

Caminé hacia él, lentamente al principio, mi cuerpo se tambaleó por la emoción, luego corrí hacia sus brazos, incapaz de estar separada de él por más tiempo.

—Patch... ¡No sé por dónde comenzar! —dije, rompiendo a llorar.

Él me apretó contra él.

—Lo sé todo —murmuró en mi oído.

—No, no —protesté miserablemente—. Hank me hizo jurar un voto. Yo no soy… esto es... ya no soy más... —No pude decirlo. No a Patch. No podía soportar si él me rechazaba. A pesar de la ligera vacilación en su expresión, había un destello de burla en sus ojos.

Me sacudió suavemente.

—Está todo bien, Ángel. Escúchame. Sé lo del Juramento de la Transformación. Créeme cuando digo que lo sé todo.

Lloré sobre su camisa, enterrando mis dedos en ella.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Regresé y tú te habías ido.

—Lo siento tanto. Scott estaba en problemas. Tenía que ayudar. ¡Y lo arruiné todo!

—Fui a buscarte. El primer lugar donde busqué fue con Hank. Pensé que él te había engañado para que te fueras. Lo arrastré de regreso aquí e hice que confesara todo —exhaló, sonando cansado—. Podría contarte mi noche con detalles, pero deberías verlo por ti misma.

Él tiró de su camisa sobre su cabeza.

Presioné mi dedo suavemente en la cicatriz de Patch, concentrándome en lo que quería saber. Todo lo que había ocurrido después de que Patch dejara el estudio hacía unas pocas horas atrás.

Hurgué dentro de los oscuros recovecos de su mente, una cacofonía de voces pasaban corriendo en mis oídos, mientras veía demasiados rostros borrosos como para reconocerlos. Esto se sentía como si estuviera recostaba sobre mi espalda en una calle durante la noche, escuchando las bocinas sonando, y llantas zumbando peligrosamente cerca.

Hank, pensé con toda mi energía. ¿Qué ocurrió después de que Patch fuera a buscarme con Hank? Un auto se desvió hacia mí, y me hundí entre las luces de los faros...

El recuerdo comenzó en una esquina oscura fuera del almacén de Hank. No había sido la única que había sido capaz de irrumpir con éxito, Scott y yo habíamos tenido que tomar fotografías primero. El aire era húmedo y pesado, las estrellas estaban ocultas detrás del manto de nubes. Patch se movil silenciosamente por la acera, acercándose por detrás a quien únicamente podría ser un guardaespaldas de Hank. Saltó sobre él, arrastrándolo hacia atrás con un fuerte abrazo antes de que el guardia pudiera graznar. Patch privó al hombre de sus armas, metiéndolas dentro de la cinturilla de sus jeans.

Para mi sorpresa, Gabe, el mismo Gabe quien había tratado de matarme detrás del 7-Eleven, salió de una sombra. Dominic y Jeremiah lo siguieron. Los tres compartieron una sonrisa malévola.

—Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? —preguntó Gabe en un tono de burla, apartando la suciedad del collarín en el guardia Nefil.

—Mantenlo quieto hasta que te dé una señal —dijo Patch, entregando el guardia a Dominic y Jeremiah.

—Mejor no me falles, hermano —le dijo Gabe a Patch—. Estoy contando con que la Mano Negra esté del otro lado de esa puerta. —Él levantó la barbilla hacia la puerta en la bodega—. Tú lo haces por mí, y yo olvido cualquier agravio del pasado. Si esto termina mal, voy a mostrarte cómo se siente tener una barra de hierro adentrándose en las cicatrices de tus alas... todos los días durante un año.

Patch sólo respondió con una mirada fría y calculadora.

—Espera a mi señal.

Él se acercó con cautela a una pequeña ventana revestida en la puerta. Lo seguí, mirando a través del cristal.

Vi al arcángel enjaulado. Vi un puñado de hombres Nefilim de Hank. Pero para mi sorpresa, Marcie Millar estaba a unos metros de distancia, su postura era distante, sus ojos muy abiertos y asustados. Lo que sólo podría ser el collar para arcángeles de Patch colgaba de sus manos inertes, y su mirada parpadeaba rápidamente hacia la puerta donde Patch y yo estábamos detrás.

Hubo un fuerte revuelo mientras el arcángel se resistía violentamente, golpeando los barrotes de su jaula. Los hombres de Hank inmediatamente arremetieron con unas brillantes cadenas azules, sin dudas encantadas con magia negra, azotando contra su cuerpo. Después de unos repetidos golpes, su piel adoptó el mismo sobrenatural resplandor azul que las cadenas, y ella se acurrucó sumisa.

—¿Quieres los honores? —propuso Hank a Marcie, estirando su mano para que ella le diera el collar—. O si lo prefieres, lo colocaré en su cuello. Por ahora, Marcie estaba temblando. Su tez era pálida y estaba asustada, sin decir nada.

—Ven, cariño —urgió Hank—. No hay nada que temer. Mis hombres ya la han asegurado. Esto es lo que significa ser Nefilim. Tenemos que adoptar esta postura contra nuestros enemigos.

—¿Que le vas a hacer a ella? —tartamudeó Marcie.

Hank rió, pero parecía cansado.

—Ponerle el collar, por supuesto.

—¿Y luego?

—Y luego ella responderá mis preguntas.

—¿Por qué tiene que estar dentro de una jaula si sólo quieres hablar con ella?

Hank sonrió forzadamente.

—Dame el collar, Marcie.

—Dijiste que querías que consiguiera el collar como una travesura. Dijiste que esto era una broma que le jugaríamos a Nora juntos. Nunca dijiste nada sobre ella. —Marcie le dirigió una mirada aterrada al arcángel enjaulada.

—El collar —le ordenó Hank, extendiendo su mano.

Marcie se apoyó a lo largo de la pared, pero sus ojos delataron —brevemente hacia el resplandor de la puerta. Hank hizo un movimiento repentino hacia ella, pero ella fue más rápida. Empujó la puerta, casi dándose de bruces con Patch.

Él trató de detenerla, sus ojos brevemente miraron el collar del arcángel que colgaba de su mano.

—Haz lo correcto, Marcie —le dijo él en voz baja—. Eso no te pertenece.

De repente me di cuenta de que los acontecimientos de este recuerdo debieron haber sucedido después que dejara el almacén con mi madre, y justo antes de que recogiera a Marcie de las calles. Había perdido a Patch por cuestión de minutos. Todo el tiempo él había estado ocupado rondando a Gabe y su pandilla para ir contra Hank.

Con la barbilla temblorosa, Marcie asintió con la cabeza y alargó su mano. Sin decir palabra, Patch se embolsó su collar. Luego le ordenó en un tono duro:

—Vete.

Ni un minuto más tarde, él hizo una seña hacia Gabe, Jeremiah, y Dominic. Ellos se precipitaron hacia adelante, atravesando la puerta y entrando al almacén.

Patch cerraba la marcha, empujando al guardia de Hank con él.

Al ver la banda de ángeles caídos, Hank hizo un sonido estrangulado de incredulidad.

—Ni un solo Nefil de aquí ha jurado lealtad —Patch le dijo a Gabe—. Ten esto.

Gabe sonrió a todos en la habitación, sus ojos aterrizaban en cada Nefil. Su mirada se detuvo durante más tiempo en Hank, ardiendo con algo casi de avidez.

—Él quiso decir que nadie de ustedes han jurado lealtad... aún.

—¿Qué es esto? —hirvió Hank.

—¿Qué es lo que parece? —respondió Gabe, haciendo crujir sus nudillos—. Cuando mi amigo Patch aquí presente me dijo que sabía dónde podía encontrar a la Mano Negra, despertó mi interés. ¿Te he mencionado que estoy dentro del mercado de buscar vasallos Nefilim?

Los Nefilim en la habitación se quedaron quietos en sus lugares, pero pude leer el miedo y la tensión en cada una de sus caras. No estaba segura de sí Patch lo había planeado, pero claramente era parte de esto. Él me dijo que sería difícil encontrar ángeles caídos que quisieran ayudarlo a rescatar a un arcángel, pero quizás él podría encontrar una manera de reclutar ayuda, después de todo. Ofrecía botín de guerra.

Gabe le indicó a Jeremiah y Dominic que se dispersaran, cada uno tomo un lado de la habitación.

—Ustedes son diez, nosotros cuatro —Gabe le dijo a Hank—. Sumen.

—Somos más fuertes de lo que tú piensas —respondió Hank con una maliciosa sonrisa—. Diez contra cuatro. Eso no suena como si las probabilidades estén a mi favor.

—Qué curioso, yo estaba pensando que sonaba muy, pero muy tentador. ¿Recuerdas las palabras? ¿No es así? Señor, me convierto en tu hombre. Comienza a ensayar…. No me iré hasta que tú las cantes para mí. Eres mío, Nefil. Mío. —Gabe terminó señalándolo con su dedo.

—No se queden allí parados —explotó Hank a sus hombres—. Pongan de rodillas a este soberbió ángel caído.

Pero Hank no esperó a que ellos acataran sus órdenes. Él salió corriendo por la puerta.

La risa de Gabe resonó de las vigas. Él se acercó hacia la puerta y la abrió de golpe. Su voz hizo eco en la noche.

—¿Asustado, Nefil? Tú serás el mejor. Aquí vengo.

En ese momento, cada Nefilim en el edificio huyó por las salidas principales. Jeremiah y Dominic salieron detrás de ellos, gritando y gritando.

Patch se quedó dentro del almacén abandonado, frente a la jaula del arcángel.

Se acercó a ella y ella siseó en advertencia.

—No voy a hacerte daño —le dijo Patch, manteniendo sus manos donde ella pudiera verla—. Voy a abrir la jaula y a dejarte ir.

—¿Por qué haces esto? —gruñó ella.

—Porque tú no perteneces aquí.

Sus ojos, entrecerrados por el cansancio, fueron hacia su rostro.

—¿Y qué quieres a cambio? ¿Qué misterios del mundo quieres que te responda? ¿Qué mentiras susurrarás a mi oído para saber la verdad?

Al abrir la puerta de la jaula, Patch alargó lentamente el brazo, tomándola de la mano.

—No quiero nada, excepto que me escuches. No necesito un collar para que hables, porque creo que quieres saber lo que tengo que decirte, quieres ayudar.

El arcángel salió cojeando de la jaula, de mala gana apoyó su peso sobre Patch, sus piernas azul brillante estaban claramente afectadas por la magina negra.

—¿Cuánto tiempo voy a estar así? —preguntó ella, lágrimas saltaban de sus ojos.

—No lo sé, pero creo que podemos estar de acuerdo de que los arcángeles podrían ayudar.

—Él cortó mis alas —susurró ella con voz ronca.

Él asintió.

—Pero no te las arranco. Hay esperanza.

—¿Esperanza? —repitió, sus ojos relampagueaban—. ¿Ves algo de esperanza en todo esto? Esto lo hizo uno de nosotros. ¿Qué tipo de ayuda quieres, de todos modos? —inquirió miserablemente.

—Quiero una manera de matar a Hank Millar —dijo Patch sin rodeos.

Una risa seca.

—Y ahora ya somos dos.

—Tú puedes hacer que eso ocurra.

Ella abrió su boca para protestar, pero él la interrumpió.

—Los arcángeles han manipulado con la muerte más de una vez antes, y pueden hacerlo de nuevo.

—¿De qué estás hablando? —se burló ella.

—Hace cuatro meses, una de las descendientes femeninas de Chauncey Langeais, saltó ella misma del techo de su gimnasio en la escuela, un sacrificio que terminó por matarlo. Su nombre era Nora Grey, pero puedo decir por la mirada en tu rostro que has oído hablar de ella.

Las palabras de Patch me sorprendieron. No porque lo que había dicho sonara extraño. En uno de sus otros recuerdos lo escuché a sí mismo decir que yo maté a Chauncey Langeais, pero al salir de sus recuerdos, me había negado obstinadamente a creerlo. Ahora no había cerrado los ojos a la verdad. La niebla en mi mente cambió, y en una sucesión de flashes, me vi a mi misma de pie en el gimnasio de la escuela, hace varios meses. Con Chauncey Langeais, un Nefil que quería matarme para lastimar a Patch. Un Nefil que no sabía que yo era su descendiente.

—Quiero saber porque su sacrificio no mató a Hank Millar —dijo Patch—. Hank era el Nefil más directo en su línea. Algo me dice que los arcángeles tuvieron su parte en esto.

El arcángel lo miró fijamente, sin decir nada. Patch había roto visiblemente su apariencia de serenidad, que se había estado hecha jirones desde el principio.

Con una leve sonrisa burlona, finalmente dijo:

—¿Alguna otra teoría de conspiración?

Patch negó con su cabeza.

—No es una teoría. Un encubrimiento, un encubrimiento de arcángeles. Estuve un poco confundido al principio, pero cuando me di cuenta de lo que ocurrió, supe que los arcángeles habían manipulado la muerte. Tú dejaste a Chauncey morir en lugar de Hank. Teniendo en cuenta todos los problemas que Hank te ha creado, ¿por qué?

—¿Realmente crees que voy a hablar de eso contigo?

—Entonces, escucha mi teoría, después de todo. Esto es lo que pienso. Creo que hace cinco meses atrás los arcángeles descubrieron que Chauncey y Hank estaban investigando sobre la magia negra, y querían que se detuvieran.

Creyendo que Hank era el menor de dos males, los arcángeles decidieron ir por el primero. Los arcángeles habían previsto el sacrificio de Nora, y decidieron ofrecerle a Hank un trato. Dejarían que Chauncey muriera en primer lugar, si Hank acordaba dejar la magina negra.

—Tu imaginación es sorprendente —dijo el arcángel, pero su voz salió demacrada, y yo sabía que Patch tenía algo de razón.

—No has escuchado el final de la historia —dijo Patch—. Apuesto a que Hank engañó a Chauncey. Y luego engañó a los arcángeles. Dejó a Chauncey donde ustedes querían, y ha estado usando la magia negra desde entonces. Los arcángeles lo quieren apartar antes de pasar el conocimiento a nadie más. Y quieren que la magia negra regrese a donde pertenece... al infierno. Es allí donde yo puedo entrar. Estoy pidiéndole a los arcángeles manipular con la muerte una vez más. Déjame matar a Hank. Él se llevara los conocimientos de la magia negra a la tumba, y si mi teoría es tan cierta como creo que lo es, eso es exactamente lo que tú y el resto de los arcángeles quiere. Por supuesto, estoy seguro de que tú tienes tus propias razones para querer a Hank muerto — agregó Patch significativamente.

—Imaginando por un momento que los arcángeles pudiéramos intervenir con la muerte, yo no puedo tomar esa decisión por mi cuenta —dijo—. Se requiere un voto unánime.

—Entonces, llevemos esto hasta la mesa.

El arcángel extendió sus manos ampliamente.

—En caso de que no sea obvio, no estoy en la mesa. No tengo una manera de salir de aquí para ir allí. No puedo volar. No puedo llamar a casa, Jev. Mientras esté maldecida con la magia negra, soy un punto invisible en su radar.

—El poder de un collar de arcángel es más fuerte de la magina negra.

—No tengo mi collar —dijo con cansancio.

—Usa mi collar. Habla con los arcángeles. Presenta mi idea y haz una votación.

—Sacó su collar de arcángel de su bolsillo y se lo dio a ella.

—¿Cómo sé que esto no es una trampa? ¿Cómo sé que no me obligaras a responder tus preguntas?

—No puedes saberlo. La única cosa que tienes en este momento es la fe.

—Estás pidiendo que confié en un conocido traidor. Un ángel desterrado. —Sus ojos se centraron en él, buscando algo en su cara, la cual era opaca como un lago de media noche.

—Eso fue hace mucho tiempo —dijo en voz baja, sosteniendo su collar hacia ella—. Date la vuelta y déjame ponértelo.

Finalmente, ella se dio la vuelta y levantó el cabello.

—Ponlo.


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