章 83: 28: ¿Reconciliación?
—Eres un infeliz. Debí haberte matado hace mucho tiempo.
—Duele que pienses así, porque yo te amo— me besó, y lo mordí fuertemente.
Creí que se molestaría, pero solo rio.
—¿Aún sigues con esa actitud? No estamos en la cama, pero si tanto deseabas esto, me lo hubieras dicho— me besó por segunda vez, y mordió fuertemente mi labio.
No pensé que se atrevería a morderme, al límite de hacerme sangrar el labio. Lo peor de eso fue que, me calenté al sentirlo tan agresivo. No sé qué pasa por su cabeza en este momento. Físicamente es mi Kevin, pero ese comportamiento no es común en él.
—Maldito seas— solté, acompañado de un suave gemido.
—No quiero que sigamos así. Estoy dispuesto a hacer lo que me pidas, te lo juro, pero quédate conmigo.
—¿Qué parte de no te quiero, no comprendes?
—Te juro que no me das opciones— me besó por tercera vez, y lo mordí más fuerte—. Es la segunda mordida que me das; tal parece que hoy estás en ese modo sádico y masoquista. Te daré a probar un poco de tu propia medicina, Emily. Quiero que experimentes lo que siento cada vez que me muerdes y me hieres; y si de esta forma tu disfrutas, no me queda de otra que soportarlo. Incluso esta parte de ti, me gusta mucho y me enciende más de lo que pensé que lo haría.
«¿Hasta dónde sería capaz de llegar?»
—Muero por verlo— murmuré.
Sus manos se había aferrado a mis muñecas, de una manera que jamás imaginé que ocurriría.
—Eres mas pervertido de lo que creí—solté—, y pensar que hace poco eras virgen— reí.
Besó mi pecho, y fue descendiendo hasta llegar a mi seno, luego lo mordió fuertemente por encima de la blusa. Solté un gemido fuerte, al sentir ese dolor tan placentero que se concentró en mi seno.
—Hazlo más fuerte, ¿Si? — le pedí, a lo que se acomodó entre mis piernas, soltando mis dos manos.
—Me estás obligando a esto, luego no te quejes por lo que te haré.
Tiempo después
Caden
—¿Dónde se metió mi hija?
La luz estaba apagada, y busqué encenderla.
—Supongo que salió, o quizá está en su cuarto.
Subimos las escaleras y escuché unos gemidos; me disponía a romper la puerta de la rabia, pero la doctora me agarró el brazo.
—Debes dejarla, Caden.
—¿Cómo se atreve a ponerle sus sucias manos a mi hija?
—Tu hija es una mujer adulta. No puedes simplemente interferir en su vida o decisiones.
—Yo hago lo que se me dé la gana. Sal de mi camino.
—Debo evitar que hagas una tontería, de la cual probablemente, te arrepientas luego.
—¿Estás queriendo evitar que le dé su merecido a ese infeliz? ¿Quién te crees que eres? — quería sacarla del camino, y planeaba empujarla, cuando mi hija abrió la puerta.
Estaba con solo una camisa blanca, que claramente debía ser de ese infeliz. Su cuello tenía varias mordidas y me hirvió la sangre verla así. ¿Cómo se atreve?
—Papá…
—¡Quiero que salga ese infeliz ahora!— alcé la voz.
—¿Qué hace ella todavía aquí? — preguntó Emily, al ver a Liam.
—No cambies el tema, Emily. Espero no estés tratando de defenderlo.
—No te alteres, papá. Todo está bien ya.
—Mírate, ¿Qué estás esperando para ponerte ropa?
—Adoro cuando estás celoso, papá— rio.
—Esto no es motivo de risa. Si no sale de esa habitación ahora, no respondo de lo que pase.
Emily
Kevin salió de la habitación y se paró al lado mío.
—Los presentaré formalmente; Kevin, él es Caden, mí papá.
—Es un placer conocerlo— extendió su mano, y obviamente mi padre no se la dio.
—¡Te largas de aquí, antes de que te corte en pedazos! — le grité molesto.
Es tan fascinante ver a mi papá celoso y molesto.
—En vez de estar discutiendo entre nosotros, deberíamos hacer algo divertido juntos— añadí—. Debemos asegurarnos de que no te encuentren, papá. Este lugar no es seguro para ti. Ya vino un oficial a buscarte, minutos antes de que llegaras; y no creo que tarde en regresar. Es una sorpresa que nos dio la vida, en darnos en bandeja de plata, a esa persona que tanto daño nos causó.
—¿De quién estás hablando, pequeña?
—El oficial que mató a mamá. Lo tengo en la palma de la mano, solo tenemos que atraparlo y hacerle vivir una pesadilla. ¿No te gustaría vengar la muerte de mamá? Es nuestra oportunidad. Tengo un plan en mente, que estoy segura que te va a encantar, papi— ambos sonreímos.
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