Que pasaría si la madre de Anna decidia que organizarle citas era una buena idea, tenía que pensar en algo, sabía que cualquier hombre que conociera a Anna se quedaría encantado con ella, era hermosa e inteligente.
Saber que ella no estaba dispuesta a seguirle el juego a su madre lo tranquilizó un poco, pero el tiempo pasaba rápido y el tenía que llegar a ella antes que nadie.
Anna miró a Ryo, en sus ojos podía ver preocupaciones, que había dicho para que de repente el se preocupara, acaso se estaba preocupando porque su madre le hiciera salir con hombres, aquella era totalmente absurda, ya su imaginación estaba corriendo de nuevo demasiado, así que descartó esa idea.
- Bueno aquí cerca tengo que ir a recoger una cosa, así que si quieres nos despedimos aquí.
-Ni lo sueñes, no te vas a librar de mi.- su sonrisa y su tono jocoso, era como un niño pequeño obstinado y a la ves muy tierno. Aquella imagen se quedó grabada en los ojos de Anna, con cuanta gente sería capaz de mostrar esa imagen tan tierna, aquello era un halago para ella, supuso que si él algun dia tenia un hijo, tendría esa expresión y ella se enamoraría de ese niño automáticamente, por otro la hacía triste, no por si el tenía un niño, sino que quería ser solo ella la que disfrutara de ver esa expresión en su cara.
-Bueno vamos, caminemos un poco, encontré un taller y mande a hacer una pieza cerca de aquí en la calle peatonal que hay mas adelante.
Salieron de la casa, y caminaron por la calle, comentando como había cambiado la zona, al final y al cabo habiéndose criado ambos en la ciudad conocían bastante de ella.
-Que recuerdos en la heladería de la esquina, casi podría decir que tenía castigado a Lu a acompañarme a comer helado allí.... ahora que lo pienso, me da hasta pena, mira que me aguanto el pobre.- La sonrisa de Anna era nostálgica.
- Recuerdo alguna vez que vine - de alguna manera se sentía celoso por todas esas cosas que ella había hecho con Lu.- Bueno podemos ir un día si te apetece.
-Eso sería genial, no se si serán tan buenos como en mi recuerdo, pero me encantaban.
Mientras ellos caminaban sin darse cuenta del mundo a su alrededor más, mas de una persona se paraba a mirarlos como si artistas del cine fueran, sus caras no eran conocidas, pero llamaban la atención, eran como esas parejas de revista, pero no encajaban en aquella calle paseando, pero despertaban la admiración de todos los que los veían.
Cuando llegaron a su destino Anna entro dentro del taller de costura a recoger su pedido, y Ryo aprovecho para ir a comprar un café en una cafetería de enfrente.
A Anna la atendió una muchacha de unos 18 años, algo descuidada, pero al ver el pedido que era, mostró una sonrisa de satisfacción. En ese momento se dio cuenta de que ella era la que había hecho la costura, se mostraba orgullosa de su trabajo y no podía evitarlo.
Al ver el trabajo Anna entendió el porque de su orgullo, con un trozo de tela sin vida y su diseño, ella había creado una bella pieza de ropa, perfectamente hecha, esa muchacha tenia un talento que probablemente poca gente fuese capaz de apreciar en aquel pequeño taller.
-Has hecho tu esta pieza ¿verdad?
- Si, si hay algo malo, puedo volver a hacerla, no le cobraré más.- se la notaba asustada, no sabía que había de malo en ese trabajo.
- No te preocupes por eso, solo quiero hablar contigo..-Le entregó su tarjeta- Quería preguntarte si te interesaría trabajar conmigo.
La expresión de la muchacha cambió y se puso nerviosa como si alguien pudiera oírla, viendo esa actitud pudo ver que tenía miedo a quien estaba en la trastienda.
-Salgamos a la calle y hablemos fuera.
Anna salio y esa muchacha salió detrás de ella, una vez en la calle Anna le explicó.
-Quiero ofrecerte un trabajo como costurera, tendrás un sueldo bueno, y si estas a gusto trabajando y quieres progresar me ofrezco a conseguir que hagas la formación que precises.
Yo soy diseñadora, y quiero alguien que haga estos diseños.
-Señorita, me encantaría, pero mi familia no creo que quiera que deje el trabajo aquí.
-Llamame Anna. Piensalo detenidamente, no tienes que responderme ahora.
-Xiao... Xiao....se puede saber que estas haciendo niña ingrata.- Junto con la voz apareció un hombre de unos 40 años, con aspecto muy descuidado y oliendo a alcohol.