Sei, estaba deslumbrado, intentando recuperar sus sentidos, cuando resonó un golpe a la puerta. Davi se puso de pie inmediatamente y abrió la puerta. Una mucama anunció que la cena estaba lista.
—Está bien. Gracias. Ya vamos —respondió Davi y sonrió antes de volverse hacia Sei. Se acercó a él mientras seguía hablando.
—La cena está lista. Vámonos —dijo y el hombre asintió. Luego Davi lo tomó por la muñeca y ambos salieron de la habitación.
Apenas llegaron al comedor, el mayordomo y las mucamas se retiraron después de desearles buen provecho.
Luego, ambos se sentaron, sin fijarse en la comida que estaba servida. Bueno, la atención de Davi estaba en él y Sei, que solo lanzó una mirada hacia la comida, tampoco prestó mucha atención. Así que, ninguno de los dos tenía idea de la trampa que tenían servida delante.
—Apuesto a que ahora estás hambriento. Ten, comencemos por la fruta —dijo Davi mientras tomaba una uva y se la acercaba a la boca.