El tono de ese guardia era bajo y el intervalo entre cada palabra era consistente. Era extremadamente preciso, y no contenía ningún rastro de emociones. Así, cada palabra llevaba una intensa confianza, dando a la parte que la escuchaba un sentimiento de confianza. Ese pirata cautivo temblaba violentamente, e incluso se podía escuchar el sonido de sus dientes. De repente, gritó frenéticamente:
—¡Por favor, mátame de un solo golpe!
El guardia negro contestó fríamente:
—¡Comienza!
En ese momento, la pantorrilla de Sheyan se puso tensa, explotando con gran poder. Su cuerpo pareció inclinarse ligeramente hacia atrás y de repente explotó a una velocidad increíble. Extendió sus extremidades paralelamente al suelo, golpeando con su puño hacia delante al guardia negro más cercano. Debido a que su puño llevaba tal velocidad, creó un sonido tenue pero audible dentro de esa celda cerrada.