Una vez que Song Shuhang regresó a la ciudad universitaria Jiangnan, su hermana lo arrastró al hospital…
—Hermana Yaya, las cuatro hierbas medicinales que busqué en este viaje a la tienda de medicinas del Camino Guangyuan definitivamente no eran para mí. ¡Una persona que conozco necesitaba estas cuatro hierbas medicinales y solamente fui a comprobarlo! De verdad, ¡mírame a los ojos, a mis ojos sinceros! ¿Todavía no es suficiente para que confíes en mí? Hermana… ¡sólo date la vuelta y mírame a los ojos, a mis ojos súper sinceros! —Song Shuhang estaba siendo arrastrado por la manita de Zhao Yaya, pero no se atrevió a luchar; su fuerza ahora era como la de un toro furioso, por lo que si usaba un poco de su fuerza, Zhao Yaya sería lanzada por los aires.
Si eso pasase, Zhao Yaya se asustaría tontamente. Por lo tanto él sólo podía parlotear en un intento de persuadirla.
Zhao Yaya volteó la cabeza y miró seriamente los ojos de Song Shuhang.