Enfrentando a docenas de practicantes del nivel Dou Zhe cuatro estrellas que blandían barras de acero, el escuadrón de más de diez personas que había estado presumiendo de su poder se congeló repentinamente. Antes de que tuvieran la oportunidad de escapar, esas barras de metal negro descendieron despiadadamente sobre cada parte de sus cuerpos. En un instante, horribles alaridos resonaron por toda la calle.
Tras dirigirle una mirada fría al pálido Jia Lie Ao, Xiao Yan inclinó su cabeza y encaró a la furiosa Xiao Yu enrojecida y preguntó con una voz gentil.
—¿Estás bien? Debiste haberme informado que vendríais. Recientemente, este grupo de bastardos del clan Jia Lie han estado queriendo provocar problemas.
Recibiendo un repentino trato gentil de Xiao Yan por primera vez, Xiao Yu obviamente estaba sorprendida. La rojura de su rostro se oscureció más. Sin palabras, desplazó su mirada al azar y habló.