A pesar de que el conocimiento matemático que Hathaway estaba aprendiendo ya era lo bastante complejo para los niños de su edad, no era muy complicado ni para Douglas ni para Fernando. Entonces, Hathaway pasó las páginas y señaló las preguntas con su pequeño dedo sin decir una palabra, esperando las respuestas simples y estándar. No se decepcionó ni una vez.
Sharp, su maestro de caballero que estaba disfrutando del pescado asado con miel y el fuerte licor, la situación en ese lado fue atrayéndolo poco a poco. Se olvidó de seguir charlando con Anciano Verde. Frunciendo el ceño, observó a Douglas y Fernando con detenimiento.
Quizás debido a su emoción, la expresión de Hathaway estaba más roja que antes. Tras un buen rato al final cerró sus libros y dijo en voz baja.
—Gracias.
Fernando estaba a punto de burlarse de ella, cuando Sharp dejó el de repente vaso y se levantó de la trona. Se rio.