—Necesito...
Ella no quería comportarse de esa forma, pero la mera presencia de Huo Chen le provocaba lujuria.
—No...
Antes de que él pudiera terminar, Wen He ya estaba ahí tratando de tocarlo.
Huo Chen sabía que las palabras no podrían detenerla, así que apuntó a su cuello y la dejó inconsciente.
Inmediatamente ella cayó hacia atrás, pero él la sujetó a tiempo y la recostó en la cama. Luego la cubrió con una sábana.
Diez minutos después, alguien llamó a la puerta. Su ayudante, Song Shou, había traído al doctor.
—¿Cómo estuvo la misión? —preguntó llanamente a Song Shou y se paró a un lado para dejar pasar al doctor.
—Fue un éxito. ¿Cómo está ella? ¿Está enferma? —preguntó Song Shou preocupado, pero no pudo evitar ocultar su curiosidad en la relación entre su jefe y Wen He.
Huo Chen lo miró con frialdad. —Ten cuidado con lo que preguntas.
Song Shou se enderezó aterrado de inmediato. —¡Sí, señor!
Al día siguiente...