—Un niño no necesita tantos mimos, no tienes que poner todos tus pensamientos en él. Es hora de que te relajes, no le diré que has regresado.
Huo Yunting estaba urdiendo sus propios planes.
Sabía que Lu Zhaoyang rogaría piedad por su madre y esta vez no planeaba deshacerse de ella.
Mientras pudiera desalojarla de la mansión Huo y evitar cualquier posibilidad de que causara más problemas, eso era más que suficiente.
Luego, en el camino de regreso, llevaría a esta mujer a casa.
—Tengo muchas ganas de volver y descansar.
—Lu Zhaoyang, realmente no estás mostrando ninguna sinceridad al darme las gracias.
Huo Yunting estaba bastante molesto. Mientras sus ojos parpadeaban, de repente se levantó con una sonrisa tortuosa en su rostro.
Lu Zhaoyang cerró los ojos cuando todo lo que sucedió ese día pasó por su mente.
Mientras lo pensaba, se durmió.