—Por otro lado, Huo Yunting estaba sentado en la oficina con las piernas cruzadas. Sus delgados dedos golpeaban rítmicamente en su escritorio, mientras que una vaga sonrisa aparecía en su rostro.
«¡Ella no solo ha dormido de más, sino que también ha faltado al trabajo!¡Muy bien!».
Parado frente a él, Huo Li notó la sonrisa en su rostro, y no pudo evitar comenzar con los halagos.
—¡Tú eres el rey, jefe!¡No hay nada que el Hermano Ting no pueda hacer, y no hay mujer que el Hermano Ting no pueda domar! ¡Qué impresionante!
Huo Yunting tiró del lóbulo de su oreja. Los halagos eran los indicados, así que los aceptó con menos resistencia de lo usual.
Él habíasido impulsivo al contarle a Huo Chen acerca de su matrimonio. Probablemente, era por eso por lo que seguía enojada con él, y por lo que había actuado de esa manera la noche anterior.
«Mujeres. Es normal para ellas hacer berrinches».